Legado oscuro [1.0]

25⎟ ✶ Todo sea por ganar

—Será solo dormir, ¿no?

—A menos que quieras hacer otra cosa excepto dormir.

—No hagas que me arrepienta.

Dante me da una sutil sonrisa cuando entrecierro los ojos y lo miro mal. Sintiendo que el pecho va estallarme, me atrevo a acercarme al marco de la puerta con indecisión. La noche cae sobre la habitación dándole tintes atractivos y misterioso que complementan la peculiar sonrisa de este hombre, que me mira desde la cama con una mano apoyada sobre la cabeza.

—¿No vas a quitarte la ropa?

La forma en la que eleva ambas cejas con picardía me calienta las mejillas al instante. Intento aclararme la garganta mientras los oídos me zumban.

—Me refiero a... —Ni siquiera yo sé lo que señalo cuando apunto hacia él—. ¿Dormirás con el traje puesto? ¿Qué no tienes un pijama? ¿Y por qué siempre vistes de traje? ¿No sabes lo que son los jeans o qué?

—¿Esperas que mantenga mi gran sentido de la moda usando jeans? —Su rostro refleja un genuino desagrado ante la idea—. ¿Y perderme la oportunidad de gastar mi dinero en excesivos trajes confeccionados para mí?

—Al menos podrías cambiar de color.

—Me gusta vestir de negro.

—¿Por qué?

—Oculta la sangre.

—¿Y hace que parezcas un sexy villano de una película de misterio?

—Cabe aclarar que la parte de sexy la has mencionado tú.

Le devuelvo la sonrisa burlona cuando se acomoda sobre el colchón. Estoy usando pantalones holgados en lugar de mis usuales camisones para dormir, ya que mientras me vestía, algo me ha dicho que sería tentar demasiado a la suerte considerando que Dante espera que compartamos habitación de ahora en más. Me dejo caer a su lado con cuidado de no tocarlo, su cabello está húmedo porque ha tomado una ducha y siento la necesidad de peinarle el cabello pero me mantengo en mi sitio cuando me mira ladeando la cabeza.

—¿De nuevo pensando en cosas indebidas conmigo, farfallina?

—Si sigues así te tocará dormir en el sofá.

Dante levanta ambas manos en señal de rendición. Me acomodo sobre la cama y me cubro con la colcha. Nunca he compartido cama con nadie en toda mi vida, así que es extraño considerar que de ahora en más dormiré al lado de otra persona, pero no me molesta, no sabiendo que se trata de Dante.

—Todos estos años que estuviste lejos...

—¿Quieres saberlo?

Lo miro con sorpresa, no era lo que estaba esperando oír. Intento negar antes de que hable, pero se acomoda sobre el colchón con lentitud.

—No tienes que hacerlo, solo quería decir que...

—No. —Su ceño se frunce un poco—. Seremos honestos, ¿no? No puedo prometer que siempre lo seré, pero al menos quiero intentarlo ahora. Así que, ¿qué quieres saber?

No necesito pensarlo mucho, pues la pregunta ha estado ahí quizás desde el primer momento en el que lo volví a ver. Nos quedamos en silencio solo un instante.

—¿Qué té sucedió de niño? ¿Por qué no me buscaste? ¿Por qué decidiste quedarte con la mafia?

Su silencio evidencia que intenta medir sus palabras, puedo entender que Davide debió tenerlo sometido durante mucho tiempo, pero aún así, necesito saber qué fue de él en ese entonces.

—Cuando Davide me secuestró tras la muerte de mis padres, fundó el escuadrón W conformado por 50 niños y adolescentes que quería convertir en perfectas máquinas de matar. Quería soldados que le fueran leales. Tan solo en las primeras dos semanas, por las misiones y el entrenamiento, 25 de ellos murieron, luego todo fue escalando a peor hasta que quedamos 15.