33⎟ ✶ Dentro del infierno

18.8K 2.3K 731
                                    

Maratón 2/3

Nicoletta

El sonido de un arma al ser disparada es lo primero que me saca de mi ensoñación. Observo por la ventana como decenas de hombres se desplazan de un lado a otro disparándole a los que nos habían mantenido custodiados hasta ahora. La puerta se abre y detrás aparece Kaizawo acompañado de Ruslavok, que lleva una enorme arma mientras analiza el perímetro.

—¿Y Dante? —Kaizawo camina hasta mí—. Hay que encontrarlo y luego te pondré en un sitio seguro.

—Está en el sótano —me limito a responder.

—¿No vas a venir o qué? —Arquea una ceja cuando no lo sigo—. Salgamos ya.

—No. —Me pongo de pie—. Desde este momento, ya no soy parte de nada de esto.

Él no parece entenderlo, pero Ruslavok sí, pues me da una mirada analítica antes de asentir.

—¿Está segura de que no se arrepentirá después?

—¿Arrepentirme? Debería agradecer que al menos no deseo asesinar a Dante.

Aunque una parte de mí quisiera.

—Bien... —Kaizawo parece confundido mientras se cruza de brazos—. ¿De qué me perdí?

—Dile a Dante de mi parte que quiero el divorcio...Oh, espera. —Sonrío con amargura—. Ni siquiera es necesario.

La decisión está tomada, no necesito saber nada más del hombre que creí que me quería. Le pido a Ruslavok que me dé un arma, no se niega. Estoy familiarizada con estas gracias a mi padre y su excéntrico gusto por la caza, pero hace años que no tocaba una.

—Entonces... —Kaizawo frunce el ceño—. ¿Te vas? ¿Abandonas a Dante?

—No me interpondré en su venganza, eso es lo único que le daré a cambio por haberme ayudado.

Paso por su costado sin darle tiempo de responderme. En la casa no hay alboroto, todo el ruido y rastro de pólvora se encuentra en la zona de afuera. Camino hasta la que logré ver era la habitación de Mika y la abro de golpe. En la cama está Peggy sentada con las piernas arriba, tiene el rostro pálido y una expresión lúgubre mientras observa por la ventana. Sabe que vienen por ella.

—Apártate —le ordeno cuando sujeta a Mika con ambos brazos.

—No vas a llevarte a mi hijo.

Quito el seguro del arma, ya no hay ni una sola pizca de bondad que me hagan sentir la obligación moral de respetarla por haber sido mi madre. Ella lo sabe, pues sus ojos se mueven nerviosos.

—El hombre que asesiné cuando era niña, ¿era tu amante? ¿El padre biológico de Isaias?

—¿Lo recuerdas? El doctor dijo que el shock te hizo olvidarlo.

—¿Por eso me has odiado todos estos años?

Suelta una risa cargada de amargura mientras niega con la cabeza.

—No solo eras el recuerdo constante de que tu padre imbécil nunca pudo respetarme, también asesinaste al único hombre que alguna vez amé.

Asiento, al menos ahora tengo una respuesta. Vuelvo a levantar el arma hacia su rostro.

—Ven aquí, Mika.

Mi hermano intenta obedecerme, pero Peggy lo retiene por el brazo y de un tirón lo jala contra ella.

—Mamá, quiero irme con mi hermana.

—¡Ella no es tu hermana!

Sus ojos inyectados en sangre parecen hacerla a punto de explotar, toma a Mikael por los hombros y lo sacude como si con ello pudiera exorcizarlo, la locura invade su rostro en tintes amargos.

Legado oscuro [1.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora