17⎟ ✶ El infierno de la Morte Rossa

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Maratón 3/4
***

Dante.

Siento la sangre tan caliente que podría hervir a un par de imbeciles en esta solo para calmar mi ira. Observo los brazos mayugados de Nicoletta y las líneas rojizas que le tiñen la piel pálida. Voy a asesinar a esos imbéciles que Ruslavok asignó para cuidarla, ¿en dónde estaban cuando ese maldito anciano se atrevió a ponerle las manos encima? Si pudiera sería capaz de revivirlo solo para matarlo con mis propias manos.

No me importa si ella dice que está bien, en realidad no lo creo en lo absoluto. Pero el hecho de que inconscientemente haya accedido a hacer lo que pretendo me provoca una malicia insana. Voy a casarme con esta mujer, pero antes necesito demostrarle la clase de poder que tengo, la clase de cosas que puedo hacer por ella si me lo pide.

—¿Está seguro de esto?

Ruslavok me mira con calma, no está alterado porque sabe que no hay forma de que me haga cambiar de opinión. Desenfundo el arma que he guardado en la orilla de mi pantalón y quito el seguro. El estómago me duele, tal vez después de todo necesito curarme la herida pero estoy tan cabreado que tengo la certeza de que eso puede esperar un poco más. No moriré por un rasguño tan insignificante.

Soy Dante Volsoyosky, si algo me mata definitivamente no será de una forma tan patética.

—¿Cortaron los cables de las cámaras? —Él asiente—. Bien, encárguense de la seguridad.

Entrar a la residencia de los Kasper ha sido de lo más sencillo, y como no lo sería si llevo meses vigilándolos y sobornando a sus hombres de seguridad. Si quisiera, podría exterminarlos como la plaga de cucarachas que son con solo con solo tronar los dedos, pero eso no haría tan divertidas las cosas para mí.

Nicoletta baja del auto con un destello de duda, incluso si hubiera insistido, sé que se hubiera rehusado a no venir. Ver los rastro de sangre sobre su labio y las recientes manchas violetas sobre su rostro me hace enfurecer aún más. Incluso aunque el médico ya la ha revisado, sigue viéndose muy mal. Una maldita carnicería de sangre, eso es lo que va a ocurrir esta noche a los que se atrevieron a lastimar a mi mujer de esta manera.

—¿Qué es lo que harás?

No respondo, no creo que necesite hacerlo cuando el arma que llevo lo evidencia. Ella duda, espero que no me pida que me detenga ahora porque no lo haré, esas personas de mierda se merecen que alguien les dé una lección y seré yo quien los castigue.

—Solo tendremos una plática amistosa. —Toco el timbre de la casa principal mientras me ajusto la corbata—. Y si son educados me ofrecerán hasta un poco de té.

Una criada abre la puerta con cierta confusión, es claro que no esperan a nadie en plena madrugada. Apunto el arma hacia su cabeza y le ordeno que vaya por todos aquellos que lleven el apellido Kasper, ella se queda de piedra pero cuando nota el arma entre sus cejas asiente sin dudar y sale corriendo.

Entro por un pasillo angosto, el piso es de madera clara y una enorme araña cuelga del techo hecha de diminutos cristales. La enorme alfombra bajos mis pies queda manchada por el lodo y mi vista recae sobre la imponente escalera ondulada de peldaños blancos de la que desciende una mujer vestida con una bata negra y un moño caído.

Mi semblante se endurece. Es esa maldita mujer. Un incendio abominable me quema el pecho, quiero tomar el arma y dispararle ahora mismo, quiero degollar su cuello y sentir la sangre chorreando por entre mis manos, pero no lo haré, no aún. He esperado muchos años y puedo hacerlo un poco más, ella no es mi objetivo, al menos no por esta noche.

Legado oscuro [1.0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora