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Una semana después y se encontraba sentada en una de las mesitas de madera que había en la feria. Sus amigas habían ido por algodón de azúcar y Danielle se había quedado a cuidar el puesto. El parque de diversiones era magnífico. Todas parecían estar pasándola bien, a excepción de Danielle, que llevaba todos estos últimos días deprimida. Aun recordaba el rostro de Haerin, tan roto y en verdad parecía muy golpeada por las palabras que había dicho Danielle. La rubia se arrepentía mucho.

Lo peor de todo es que después de aquella pelea se había encontrado con la pelinaranja. Al igual que otras veces, la había fastidiado con sus amigas, solo que había algo diferente. Cuando la estaba insultando, no tuvo ni una vez la oportunidad de observar sus ojos fijamente, Haerin siempre parecía evitarlos o de alguna manera la insultaba desde lejos, sin querer acercarse.

Ya comenzaba a desesperarse, porque Danielle quería ver ese color chocolate que le quitaba el aliento. Se sentía como una necesidad, una ridícula y patética necesidad de ver sus ojos para poder estar en calma consigo misma. No había ayudado en nada el nuevo pensamiento acerca de la pelinaranja: querer besarla.

La quería besar y eso la asustaba, era otra necesidad que le hacía temblar de pies a cabeza cada vez que la veía. Observaba el rostro de Haerin y sin poder evitarlo los ojos se le iban a su boca, tenía los labios más hermosos del mundo y Danielle solamente tenía unas desesperantes ganas de morderlos y besarla hasta que le dolieran sus propios labios.

Suspiró.

¿Qué mierda le estaba sucediendo? No creía que fuera muy normal, el soñar todos los días con la misma chica y desear besarla. Más si no era su amiga, más bien lo contrario. Era la chica que le hacía la vida imposible y allí estaba Danielle, suspirando por la pelinaranja.

¡Masoquista!

Cada vez... Cada vez más las palabras de Haerin hacían eco en su mente "¿No será que estás enamorada de mí?" Y en verdad, Danielle intentaba convencerse de que no era así, imposible. No, era una locura.

-¿Danielle, estás bien? - Preciosa Hanni, acercándose a su amiga. Llevaba una gorrita de oso en la cabeza, que había ganado en unos Juegos.

-Sí, claro - Mintió bien mal, sabía con antelación que si le contaba a sus amigas respecto a su problema, ellas comenzarían a delirar.

-¿Quieren ir a las tazas giratorias? - Preguntó Chaewon al llegar, habían rastros de azúcar en sus labios.

-¡Será divertido, vamos! - Ánimo Hanni, jalando a Danielle y a Hyein de las manos, hasta llegar a la atracción y montarse a ella.

Estaban bajándose de los carritos cuando vieron a lo lejos al grupito del salón, parecía que la realidad despotricara sobre la suerte de Danielle. Todo le salía mal, y para joder más las cosas allí estaba Haerin, igual de hermosa que siempre. Llevaba un vestido blanco con pequeños puntos de varios colores, reía mientras iba de la mano con Yeonjun y entrelazaba su brazo con el de Minji. Quería besarla, quería besarla.

Quería que la tierra se tragara a Yeonjun. Esa era una gran idea rondando en su cabeza.

Soltó un gran suspiro y tomó a Hanni de la mano, quería alejarse de ellos a como diera lugar.

-Hanni, ¿Quieres ir a la montaña rusa? - Preguntó con una sonrisa a su amiga, ella parecía feliz.

-¡Claro!

-Vamos todas - Dijo alegremente Hyein y las cuatro se fueron a la atracción, dejando a los otros atrás.

Danielle logró respirar tranquila por unos segundos, eso hasta que fueron a comprar palomitas de maíz y casualmente allí estaba Haerin.

RIVALES | DAERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora