Extra #8

248 15 0
                                    

-¿Las estás mirando, Min? - La pelinegra reclamaba a su amiga, las dos entrenando en el campo de fútbol - ¡Minji!

La castaña dejó de estirarse para darle atención a su mejor amiga.

-¿No ves que estoy ocupada aquí? - Señaló la posición en la cual se encontraba, con la pierna estirada hasta arriba al igual que un gato.

Haerin apretó los labios, señalando a las gradas, nada feliz por la falta de interés.

-¡Lo mío es más importante! - Rectificó, clavando sus ojos en el pequeño grupito de tercer año - ¡Solo míralas, parecen buitres!

Minji decidió obedecer a su amiga, para que dejara el berrinche. Llevaba una hora soportando las quejas interminables de la pelinegra sobre las niñitas en las gradas que rodeaban a su novia.

Sí, eso. Haerin y Danielle llevaban un tiempo de novias, prácticamente meses. Ahora las dos cursaban su último año en la secundaria, habían iniciado clases tan sólo hace unas dos semanas. La pelinegra se sentía nostálgica al pensar que este año se graduarían. Pero, Danielle. Era una novia creativa, cariñosa, atenta, inteligente, hermosa, perfecta, con ojos más profundos que... Haerin podía durar horas enumerando cada virtud que amaba de la rubia. Y era sexy, no mal interpreten. Haerin siempre la había considerado atractiva, pero últimamente las personas comenzaban a notarlo también, exageradamente.

La pelinegra maldecía el día en que no detuvo a su novia, cuando Danielle quiso iniciar una clase de pilates en el gimnasio cercano a su casa, se arrepiente. Antes, apoyó la idea por el simple hecho de que para ella todo lo que hacía la Danielle le salía bien y además, así podría ver su abdomen aún más marcado.

Ahora, sabe que fue un error. Ya que la rubia había adquirido un cuerpo atlético muy provocativo, sonreía y sus ojos brillaban todo el tiempo. Haerin sabía que tanta alegría de su novia era por ella pero hacía parecer a Danielle más atractiva de lo estrictamente prohibido y eso no le agradaba ni un poco.

No por ella, claro que no. Haerin seguía enamorada hasta la médula de esa chica de ojos marrones. Era por las chicas, chicos y más chicas, por todas partes. ¡Se multiplicaban como conejos!

Acosaban a la pobre Danielle de arriba para abajo, sin importarles si quiera o parecer tener consciencia de que la rubia tenía una novia muy celosa y que en cualquier momento podrían sufrir una muerte accidental.

O sea, ¿desde cuándo asistían tantas chicas gays a su Instituto? ¿Era posible o solo se les caía la tanga por Danielle? ¡Qué rabia! Haerin no se preocupaba tanto por Danielle, la rubia respiraba y sonreía por ella solamente, obvio. Aún así, no podía evitar sentir la sangre hervirle en las venas y los impulsos homicidas acudir a ella, al verla cerca de chicas que obviamente querían llevársela a la cama.

Nuevamente en Minji. La castaña entrecerró los ojos, ubicando al grupo de la de ojos marrones en las gradas más cercanas. Danielle reía con Hanni mientras que un grupo de cinco chicas, contó, intentaban charlar con la rubia. Haerin esperaba, con las manos en la cadera, sin importarle ni un poco el estiramiento. Primero su novia, antes que todo.

-¿Ves? ¿Verdad que son unas zorras? - Fulminó con sus ojos chocolate a las chicas, considerando terminar temprano el estiramiento y darle una severa charla de protección contra acosadores a Danielle.

-Son menores que nosotras - Declaró la chica de ojos miel y era cierto, esas chicas tenían quince años.

-Dale, entonces son unas zorritas - Dijo Haerin, sarcásticamente, nada conforme por la tranquilidad de su amiga - ¡No actúan como tal! ¿Acaso estás ciega? ¡Miran a Danielle como si fuera... No sé, algo comestible! - Alzó los brazos, necesitando consuelo.

RIVALES | DAERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora