Extra #5

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Haerin estaba en un gran aprieto. Vaya que sí, sentía la necesidad de quedarse dormida una eternidad y huir de la realidad. ¿Qué le sucedía? Lo mismo de siempre. Era muy obvio: Marsh Danielle. La chica más irritante, tierna y lenta del mundo. Todos en el Instituto pensaban que Haerin la odiaba, antes era así o al menos eso creía ella, ahora no estaba tan segura.

Según Minji, su mejor amiga había descubierto lo que le sucedía por andar de chismosa en su diario, decía que era una confusión. Haerin debería quemar ese jodido cuaderno, tal vez. Una confusión, se repetía ella, le repetía su amiga, le decía incluso el Internet.

Porque sí, Haerin había buscado en Google, incluso en Yahoo respuestas, como saber si estaban enamorada de una chica cuando también eras una.

¿Útil? La verdad, no. Decía lo mismo que esperaba ella, que seguramente era una confusión hormonal común a su edad. Haerin al principio se lo creía, pero ella no era tonta. Iba a más de una atracción física. La forma de pensar de Danielle, con las pocas veces que habían compartido ideas en la biblioteca, sus increíbles notas en biología, o con solo ver los libros que leía, le parecía maravillosa.

Como la rubia era tan amable con todos, trataba con cariño y afecto a sus amigas, le hacía sentirse enternecida. También lo lenta y adorable que parecía algunas veces cuando no comprendía inglés, era mucho que soportar para la pelinegra.

Además, Danielle dibujaba espectacular. Captando el arte en un objeto simple o creando dibujos que cualquier otro nunca pensaría. ¿Cómo lo sabía?

La mayor de vez en cuando dibujaba en la biblioteca, algunas veces parecía tan absorta que podía acercarse con sigilo y observar el dibujo a sus espaldas. Sobra decir que el arte de Danielle atrapó a Haerin. Incluso cuando le peleaba era astuta, siempre sabia con que responderle para molestarla y salirse con la suya.

Después estaban sus ojos. Joder, sus ojos. Le quitaban el sueño a Haerin, dejándola perdida en su oscura galaxia. Siempre sentía ganas de simplemente verla durante horas, su cabello, su nariz, sus cejas. Danielle era perfecta.

Oh, claro que Haerin no era idiota. Ella sabía que esto era más que una confusión, mucho más. Querer besar a alguien solo por encontrarla tierna, sin sentir algún deseo sexual, o darle abrazos todo el día no era normal. Haerin ya lo sospechaba, llevaba tiempo desde que tuvo una conversación con su madre. Pero no quería aceptarlo, y ahora que pensaba en la posibilidad, sentía miedo hasta la médula.

Posiblemente, tal vez, Haerin gustara de Danielle. Y puede que un indicio, uno muy pequeño, de enamoramiento hacia la rubia. Aunque no estaba del todo segura, creía. Obviamente no pensaba decírselo a Minji aún, esta sufriría un ataque cardíaco y Haerin no estaba segura de que tuviera seguro médico.

¿Qué has hecho, Kang? En qué momento, no podías fijarte en el repartidor de pizzas sexy y moreno, ¿verdad?

O sea ¡era el lote completo! Hermoso, alto y amaba la pizza. El chico soñado. Pero noo. Debía fijarse en una chica ¡vaya royo! Y además, una chica que la detestaba.

Maldecía el día en que cruzó palabras con la perfección que conformaba Marsh Danielle. También maldecía el día en que se interesó en conocerla, quedándose en la biblioteca, pensando que así la superaría, tuvo el efecto contrario y terminó enamorándose.

-¿Todo bien? - Eunchae, una de sus amigas, la sacudió en el pasillo.

Haerin había estado observando a la nada, pensando en su desgracia de vida. Ella estaba con Yunjin y Eunchae, acompañándola mientras recogía sus libros.

-¿Sabes dónde está Minji? - Yunjin preguntó mientras guardaba sus libros.

Ella se encogió de hombros, llevaba un rato sin verle.

RIVALES | DAERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora