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Era perfecto, simplemente perfecto.

El fin de semana de Danielle fue un asco ya que estuvo todos esos días con un humor de perros, y para mejorarlo, el lunes tendría que comenzar su castigo. Debía limpiar los grafitis de los casilleros y los baños de las instalaciones del Instituto. Perfecto, era una maravilla. ¿Qué más podía suceder?

Al llegar el lunes a la escuela saludó a sus amigas y pensó que el día podría mejorar cuando comió un rico cupcake de vainilla, pero obviamente no iba a ser así cuando la perra de Kang Haerin apareció en el pasillo, tomada de la mano de su novio.

Danielle prácticamente rechinó los dientes al verlos pasar. Haerin vestía su uniforme de porrista  y Yeonjun una camiseta sin mangas junto con un pantalón apretado en las pantorrillas y suelto en los muslos, su cabello negro hacía juego con el cabello de Haerin. Para la desgracia de la rubia, los dos lucían bien juntos.

-Fenómeno - Se burló al pasar junto a ella.

-Perra - Devolvió Danielle, captando la pequeña sombra asesina que había en los ojos chocolate.

Un chico de primero que salía corriendo hacia una clase, pasó junto a ellos y Yeonjun lo hizo caer. Haerin comenzó a reírse de él, animando a los demás estudiantes del pasillo a burlarse. El pequeño niño se hundió en sus hombros y salió corriendo, Danielle suspiró. Parecía que cada año Haerin empeoraba más.

-Cada año es más zorra - Comentó Hanni y Danielle por un momento pensó que le había leído la mente.

Después de clases, y de haber cumplido con su asqueroso castigo, decidió ir a la biblioteca. Pensaba que encontraría a la pelinaranja allí, pero no fue así. Se sentó en la misma mesa de siempre, observando con decepción la mesa del fondo vacía. De alguna manera se sentía sola y terminó sin estudiar realmente, solo mirando hacia el techo.

Fue hasta las estanterías y comenzó a buscar un libro, no tenía ni idea de cual quería encontrar, pero sería alguno que le hiciera olvidar su asqueroso día. Terminó leyendo uno de Stephen King y prácticamente le ocupó toda la hora. Al terminar, lo volvió a guardar y se llevó otro diferente. Fue hasta la pequeña sala de estar, en la biblioteca tenían una en la cual había dos pequeños sillones de dos plazas, formando un cuadrado alrededor de una mesita ratonera. Se recostó en uno de los sillones, intentando leer su libro de Biología, y los párpados comenzaron a parecerle pesados. Antes de darse cuenta, cayó dormida.

Después de un rato comenzó a sentir como alguien acariciaba su rostro y apartaba un mechón de cabello de su rostro cuidadosamente, temiendo despertarla, provocando que Danielle arrugara la nariz. Casi de inmediato, sintió la pérdida de la cálida mano en su rostro cuando esta se alejó rápidamente. Danielle comenzó a parpadear y a restregarse los ojos, intentando quitarse el sueño.

Escuchó unos pasos apresurados y un golpe. Al abrir los ojos y enfocarlos se encontró con Haerin, quien estaba con los ojos abiertos y parecía haber tropezado sus piernas al borde de la mesa y ahora se había caído, sentada. Haerin la contemplaba con una mezcla de horror y miedo. Sus mejillas estaban rojas pero, muy pronto para su gusto, recuperó la mirada irritada que la caracterizaba.

-¿Qué tanto miras? - Preguntó levantándose y sacudiéndose la falda, llevaba una chaqueta de cuero encima que cubría su cuerpo bajo el uniforme y a Danielle le molestó saber a quién pertenecía.

-La pregunta es, ¿qué haces tú aquí? - Dijo muy a la defensiva y rascándose el cuello, había estado teniendo un lindo sueño hasta que la despertó.

-Yo iba a buscar un libro y justamente lo tienes tú. Intentaba tomarlo mientras dormías - Explicó, señalando el tomo de Biología y el de Charles Dickens que había bajo su brazo, Danielle la miró sorprendida.

RIVALES | DAERINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora