Capítulo veintiuno.- Mi chica.

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Summer.

Desperté sintiendo como alguien me apretaba la cintura, sonreí mientras ponía mi cabeza en su pecho sintiendo los latidos de su corazón. Respire inhalando su olor, me gustaba despertar a lado de Nikolai.

Volví a cerrar los ojos, no tenía ningún pendiente como para quedarme despierta. No supe cuánto más fue lo que dormí ya que al momento que me desperté me encontraba sola en la cama. Confusa me senté y talle mis ojos. Me levanté de un brinco y camine hasta el baño para hacer mis necesidades, lave mis dientes y mire cara mientras sonreía.

Al salir del baño Nikolai venía entrando con una mesita, le sonreí viendolo. No me imaginé por nada del mundo que él prepararía el desayuno.

—Buenos días, preciosa.

—Buenos días, Nikolai. —Saludé.

—¿Cómo has dormido?

—Espectacular. ¿Y tú?

—Igual, feliz por qué dormí contigo.

La sonrisa en mi rostro no se borraba, me acerque a él y él me extendió el desayuno así que lo tome. Era un omelette, fruta a lado con un poco de hot cakes, junto a un café. A lado de la mesita había una jarrón con tres gerberas.

—Me encanta, gracias.

—Me alegro que te guste, ahora come que estoy se enfriará.

—¿No comerás conmigo?

Él negó.

—Es demasiada comida para mi, así que ven, acércate.

Él se sentó a mi lado mientras acomodaba un mechón de mi cabello atrás de mi oreja, tome un poco de omelette y lo lleve a su boca, él me sonrió con diversión mientras lo tomaba y comenzaba a masticar, después realice lo mismo conmigo, estaba muriendo de hambre, realmente.

Ambos comimos en silencio, después él se levantó después de besar mi frente y tomar los platos de la comida junto con la mesita, me levanté de la cama y camine hasta él.

—Gracias por el desayuno, te quedó espectacular. —Puse mis manos en su cuello, Nikolai era mucho más alto que yo, el media uno noventa y tres. Y yo media uno sesenta y cinco, siempre que quería besarlo tenía que tomarlo del cuello y atraerlo hasta mi.

—Que bueno que te gustó, Evangeline. —Él sonrió mientras llevaba mi mano a su boca y dejaba un pequeño beso en ella.

Él se alejo con una sonrisa así que aproveche para verme en el espejo, tenía un ligero chupetón en el cuello y aún se notaba un poco rojizo, sonreí.

Mi móvil comenzó a sonar, así que lo tome y contesté la llamada, era Kinsey.

—Hola, Kinsey.

—¿Cómo es posible que estés saliendo con Nikolai y no me hayas contado nada?

Ni un hola, como estás. Kinsey realmente se alimentaba de los chismes.

—¿De dónde sacas eso?

—Estan en todas las redes. Hay fotos de ustedes caminando de la mano, y se nota que el te da unos cuantos besos, todo eso han captado los paparazzis.

—No estamos saliendo.

—¿Entonces que es eso?

—Bueno, quiero decir que no somos novios.

—Aun. Pero ese no es el caso.

—¿Entonces cuál es?

—Que están saliendo y no me habías dicho nada.

Finge que me quieres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora