Capítulo veintisiete.- Tu eres mi prioridad.

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Nikolai.

Mire como Summer se alejaba, quería caminar y detenerla pero sabía que la había cagado, ella estaba molesta conmigo y tenía sus razones. Me había comportado como un idiota.

Pase las manos por mi cabello mientras entraba nuevamente al hotel, me acerque a la mesa y mi madre me miró confusa.

—¿Y Summer?

—Se ha ido.

—Yo lo siento mucho, lo menos que quiero es que haya problemas entre ustedes. —Elsie suspiro.

—Es mi culpa. —Dije con molestia.

—Deberías de irte con ella. —Menciono Elsie

—No, mi deber es estar aquí.

—No te preocupes, yo puedo hacerme cargo, ella debería de ser tu prioridad.

—Esto es muy importante

—¿Más importante que ella? Es momento que dejes de poner otras cosas como tú prioridad, si no ella se cansará y te dejará.

De tan solo pensar en eso sentía un dolor en el pecho, no quería a Summer lejos de mi.

Elsie tenía razón, debía de ponerla como mi prioridad. Si no Summer se cansaría y me dejaría, como lo hizo ella.

—Tienes razón.

—Siempre la tengo.

—¿Pero la subasta?

—Yo me hago cargo. —Ella sonrió.

—Te tomaré la palabra, lo más importante es arreglar las cosas con ella.

—Que bueno que pienses así.

—Entonces debería de irme.

—Sí, pero estás perdiendo el tiempo hablando.

Si, eso era verdad, me levanté de mi silla mientras suspiraba y tomaba mi saco mientras me acercaba a mí madre y dejaba un beso en su mejilla

—Nos vemos luego. —Susurré.

—Esta bien, Nikolai.

—Cualquier cosa podrías avisarme —Mire a Elsie.

—Estaré bien, no te preocupes. —Asentí, alejándome.

Salí y de inmediato me entregaron mi auto, subí y coloque mi cabeza en el volante mientras suspiraba, necesitaba disculparme con ella, he sido un idiota esta noche con ella.
Subí el ascensor, nervioso.

Ella se notaba dolida y molesta y realmente estaba en su derecho de sentirse así. Toque el timbre de su apartamento, espere unos segundos pero ella no abría.  ¿Y si estaba dormida? Lo dudaba demasiado, aún era temprano.

—Summer, abre la puerta. Por favor, preciosa.

Segundos después la puerta se abrió, ella estaba en pijama, su cabello estaba peinado en un moño despeinado mientras me miraba con fijeza.

—¿Que haces aquí? —Parecía molesta.

—Vine a hablar contigo.

—¿Y el evento?

—Eso no es tan importante, es más importante hablar contigo.

—Yo no quiero hablar contigo. —Ella murmuró.

—Por favor, hablemos preciosa.

—Quiero estar sola.

—No tienes por qué estar sola, cuando me tienes a mí.

Finge que me quieres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora