32. Aullador

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—Cuánto tiempo Emily —saludó James con una leve sonrisa

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Cuánto tiempo Emily —saludó James con una leve sonrisa.

Emily levantó la mirada y sus ojos se iluminaron, pero al instante volvió a su expresión apática—. Hola James —dijo y volvió a concentrarse en su plato de comida.

—¿Qué pasó la última vez? Nunca más escribiste.

—La lechuza es de Gwen y ella estaba en Hogwarts en ese momento.

—¿No tienes una lechuza? Dudo que tu familia no tenga dinero para comprar una —preguntó con una expresión extraña.

—No, no tengo lechuza —Emily frunció ligeramente el ceño.

—¿Qué, en serio? —dijo sorprendido.

Aunque ella siempre respondía con la lechuza de Gwen, él pensaba que se trataba simplemente de enviar una carta y no perder tanto tiempo.

Emily asintió y se concentró nuevamente en su comida mientras leía un libro que tenía abierto.

—¿Qué te pasó con Gwen? Las vi muy separadas estos días, ¿se pelearon? —volvió a preguntar, no pensaba irse en ese momento.

—No pasó nada, James.

James miró a Emily en silencio, pensando si debía seguir insistiendo o no.

Al final, decidió que era inútil seguir preguntando, por lo que lo mejor era volver a su mesa con Sirius y los demás, con quienes era más divertido hablar.

—Bueno, adios...

Antes de poder despedirse de su 'amistoso reencuentro', alguien habló, llamando su atención—. ¿Qué estás haciendo en la mesa de Slytherin, traidor a la sangre?

James giró la cabeza y vio a un chico de pelo corto y castaño y mirada altiva.

Era Rabastan.

Lo había conocido cuando estaba en el expreso y tuvieron una pequeña confrontación antes de que Gwen los detuviera.

Detrás de él había otros tres chicos, todos de Slytherin. James frunció el ceño al ver a la pandilla.

Su reunión con Emily no había ido como esperaba y ahora tenía que lidiar con esos idiotas.

—¿Existe acaso alguna regla que diga que no se puede hablar en las mesas de diferentes casas?

—No me importa si hay o no, no quiero comer con un traidor. Será desagradable y luego tengo clases —dijo Rabastan con una sonrisa y los otros chicos rieron.

—Parece que vivir tanto tiempo con tus padres te ha atrofiado el cerebro —respondió James—. o tal vez siempre lo tuviste así —añadió con verdadero desprecio.

Emily y los otros chicos que oyeron el comentario de James se quedaron muy sorprendidos por eso.

Las mejillas de Rabastan se sonrojaron—. ¡Cómo te atreves! —exclamó furioso.

Yo soy James Potter [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora