Edward es considerado el heredero más prometedor de la casa Rothschild, una dinastía europea muy poderosa; sin embargo, muere a la temprana edad de 15 años mientras salva la vida de un niño. Para muchos, sería una desgracia encontrarse con un destin...
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LOS PADRES DE PENNY estaban muy agradecidos con James por haber salvado a sus hijas.
Fue un momento embarazoso para el, ya que no paraban de repetir: '¡Gracias por salvar a nuestras bebés!'
Su hija menor, Sophie, estaba durmiendo, ya que casi había sido asesinada por un horrible troll y aún estaba asustada y cansada tanto mental como físicamente.
Penny también le agradeció pero no fue tan intensa al notar su vergüenza y después de un largo rato, se despidieron, diciendo que la próxima vez se encontrarían en Hogwarts y con suerte, en la misma casa.
James antes de irse del lugar, aprovechó la oportunidad y comenzó a buscar información sobre el incidente, especialmente escuchando la conversación de los magos mientras se hacía el tonto.
Descubrió varias cosas. Por un lado, los otros dos trolls también fueron matados por magos del ministerio y por suerte nadie resultó herido. En cuanto a los encapuchados, descubrió que tras matar a los muggles se marcharon rápidamente, sin matar a ningún mago, aunque dejaron a muchos heridos en su huida.
Un detalle importante fue que después de asesinar a la familia muggle, uno de los encapuchados lanzó un encantamiento que conjuró una imagen en el cielo.
Una calavera con una serpiente sobresaliendo de su boca igual a una lengua ardiente en una neblina de humo verdoso.
James no vio tal imagen mientras luchaba contra el troll pero la mayoría de magos y brujas del campamento lo habían notado toda la noche, como una especie de tarjeta de presentación.
Si sólo matan muggles, su objetivo es claro pensó con el ceño fruncido.
Los encapuchados eran magos y brujas sangre pura que defendían la supremacía y que estaban en contra del Estatuto Internacional del Secreto Mágico. Esto le recordó a Gellert Grindelwald, que también tenía un objetivo similar y quería que los magos reinaran sobre los muggles.
Luego de reunir un poco más de información regresó a casa con sus padres, quienes ya habían ayudado más de lo necesario y que como tal no eran miembros del ministerio.
Faltaban menos de 9 días para entrar a Hogwarts. James estaba muy emocionado. Sería la primera vez que asistiría a una escuela y podría hacer amigos.
En cuanto a Voldemort y sus seguidores, todavía no había mucho que pudiera hacer. Tenía que seguir entrenando y haciéndose más fuerte.
★★★
1 de septiembre de 1971.
Por fin llegó el día tan esperado, el expreso de Hogwarts partirá a las 11 de la mañana.
James se despertó a las seis muy emocionado y nervioso por el inicio de clases, algo que pocas veces sucedía, aunque en esta vida, era más común.
Se levantó y se puso sus jeans y una camisa blanca sencilla. Luego, volvió a revisar su lista para asegurarse de tener todo lo que necesitaba, se encargó de poner a Shadow a salvo en su jaula y luego bajó a la cocina.
Sus padres ya estaban allí.
—Cariño, estaba a punto de ir a levantarte —dijo Euphemia sorprendida de que su hijo se levantara primero.
—La entrada a Hogwarts siempre es muy emocionante —su padre tomó un sorbo de café—. El castillo es increíble.
—Ya quiero llegar al tren —dijo James tratando de ocultar su emoción.
Lo único malo era que estaría separado de sus padres durante mucho tiempo, demasiado, pero lo bueno era que podían comunicarse por lechuzas.
—Pero antes del desayuno te tenemos algo preparado.
—¡Cierto! —dijo Fleamont al notar la expresión del rostro en su esposa. Dejó la taza sobre la mesa y se levantó de la silla—. Sígueme hijo.
James alzó una ceja confundido y viendo como su madre también se iba los siguió con mucha curiosidad.
Se dirigieron a la oficina de su madre.
Al igual que su padre, ella también tenía una habitación donde investigaba sobre curación y otras cosas.
Fleamont sacó una llave de su bolsillo y se dirigió a un pequeño y largo armario empotrado en la pared. Introdujo la llave en la cerradura y la hizo girar.
James observaba con curiosidad. Había notado ese armario común y corriente en la sala de estar de su madre y no parecía gran cosa. A lo sumo, tendría libros o algunos artículos para investigar.
Fleamont abrió la puerta del pequeño armario y James observó que sólo había un gancho que sostenía lo que parecía ser una capa con un tejido delicado y suave, similar a la seda. Tenía un tono grisáceo y parecía lo suficientemente larga como para cubrir por completo a un adulto y más aún a un niño como James.
—¿Esto es...? —Su padre tomó la capa y avanzó hacia él.
—¿Qué crees que es? —preguntó Fleamont con una leve sonrisa.
—¡Una capa de invisibilidad! —respondió con entusiasmo.
Todos en el mundo mágico conocían las capas de invisibilidad, una prenda mágica muy cara y poco vista.
—¡Exactamente! Esta capa de invisibilidad es una reliquia familiar que se transmitió de generación en generación hace mucho tiempo. Tu abuelo me la pasó cuando entré a Hogwarts y ahora es el momento de que tu la uses.
¿Reliquia familiar?
Rápidamente cubrió su cuerpo, dejando solo su cabeza. Cuando miró hacia abajo, notó que su cuerpo desapareció.
—¡Genial!
En Hogwarts, esta capa sería muy útil para explorar el castillo en silencio y hacer bromas, entre otras cosas.
—Debes estar pensando en hacer bromas —comentó Euphemia y James puso una expresión de asombro, ya que parecía como si le leyera la mente.
—Está bien, se que te gusta hacerlas. En los últimos cumpleaños familiares, tus primos fueron tus principales objetivos —dijo con una leve sonrisa. James se sonrojó un poco.
Pensó que no lo habían pillado, pero su madre lo vio todo.
Desde que le hizo la primera broma a Gwen y sus secuaces hace varios años siempre pensó en nuevas formas, obviamente eran divertidas e inofensivas.
Sabe que hay un límite.
—Sabemos que en Hogwarts serás un gran estudiante, pero también debes divertirte. Debes conocer los límites de las bromas y no usar la capa para nada peligroso. Acepté dártela porque confío en ti.
Al oír esto, James comprendió por qué su madre accedió a darle un objeto mágico tan poderoso. En los años desde que Gwen y Emily se fueron, no hizo ningún otro amigo. La mayor parte de su tiempo lo pasaba estudiando y practicando con su varita, aunque en esta vida lo hacía porque amaba la magia.
Entonces era un fanático del quidditch, pero no tenía amigos. Por eso, sus padres parecían estar preocupados por su vida social y no querían que fuera un nerd solitario en Hogwarts.
—No te preocupes mamá, le daré un buen uso —asintió James.
Su objetivo también era conseguir amigos.
—Esta bien cariño, entonces vamos a desayunar. No querrás perder el tren —dijo su madre con una sonrisa.
La familia regresó a la cocina y desayunó feliz.
James no podía creer que hubiera conseguido un objeto tan valioso y útil.
Las posibilidades con una capa de invisibilidad en Hogwarts eran infinitas.