71. Compañero responsable

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James dormía plácidamente en la cama doble, la habitación estaba completamente a oscuras y no había ventanas que dejarán pasar la luz del sol

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James dormía plácidamente en la cama doble, la habitación estaba completamente a oscuras y no había ventanas que dejarán pasar la luz del sol.

—¿Por qué está tan oscuro? —murmuró mientras su cerebro se ponía en marcha—. ¿Que hora es?

Las antorchas volvieron a encenderse y pudo observar el viejo reloj, entrecerró un poco los ojos para enfocar la vista y darse cuenta de la hora.

—Ah.. son las nueve y media —James volvió a recostarse, pasaron unos segundos y se levantó con los ojos bien abiertos—. ¡LAS NUEVE Y MEDIA!

James tomó su varita, recogió sus cosas y salió de la habitación lo más rápido que pudo, no sin antes asegurarse de cerrar bien la puerta y echarse a correr hacia el aula 1 en el primer piso.

Como ya sabía que iba a dormir en la habitación no trajo consigo su capa de invisibilidad, de lo contrario, tendría que haberla llevado al dormitorio.

De todas las materias que tengo, ¿por qué debo de llegar tan tarde a Transformación?

James quedó parado frente a la puerta del aula, desde ahí podía escuchar la voz severa de McGonagall que daba la lección.

Pensó seriamente en ir a la enfermería y crear una excusa de que estaba enfermo o algo así, pero Madame Pomfrey podria descubrirlo y hay si que se metería en problemas.

¿Y si me autolanzo un hechizo? rapidamente negó con la cabeza, prefería hacerse responsable de sus actos.

Sin pensarlo más agarró el pomo y abrió la puerta, la madera pronto dio un leve chirrido y McGonagall dejó de hablar y lo miró.

Todos los estudiantes lo miraron también.

James trago en seco ante el rostro severo de la mujer y un sepulcral silencio reinó en todo el aula.

—Señor Potter, ¿sabe qué hora es?

—9 y 35 profesora.

—Exactamente, han pasado más de treinta minutos desde que empezó la clase —se cruzó de brazos—. ¿Puedo saber el motivo de su tardanza?

—Me quedé dormido —James rascó su enmarañado pelo, que a estas alturas parecía un verdadero nido de aves.

Ni siquiera tuvo tiempo de desayunar y ya sentia su estómago rugir.

Ante la respuesta de James muchos rieron en voz baja, algo que a McGonagall no le gustó para nada.

—¡Silencio! —gritó y no se escuchó ni una mosca pasar—. Vaya a sentarse, pero después de clase hablaremos —sentenció y muchos, incluido James, se sorprendieron de que no lo hubiera castigado inmediatamente.

Temiendo que la mujer cambiara de opinión James comenzó a caminar apresuradamente hacia atrás para sentarse con Sirius que agitaba disimuladamente la mano.

Yo soy James Potter [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora