16. Callejón Diagon

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8 de julio de 1971

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8 de julio de 1971.

JAMES SE LEVANTÓ TEMPRANO. Hoy sería el día en el que iría a comprar todo lo que necesitaba para comenzar su primer año en Hogwarts.

El Callejón Diagon es una zona mágica comercial ubicada en Londres, Inglaterra. Allí los estudiantes de Hogwarts pueden comprar todo lo que necesitan para su año escolar.

Lo que más emocionó a James de eso, fue que estaría comprando su varita, no una usada por alguien más, una varita acorde a sus características, aunque se había encariñado con la varita de su abuela el sabía que sus habilidades mágicas aumentarían al tener una varita propia.

James miró su figura en el espejo de su habitación mientras se arreglaba antes de salir, en este tiempo había crecido mucho, su estatura era un poco más alta que el promedio, su complexión era delgada pero atlética.

Además de sus ojos azules, lo más llamativo era su pelo negro azabache y desordenado. Intentó peinárselo hacia atrás pero le resultó muy difícil. Así que lo dejó ser.

Si su madre Elizabeth viera a Edward con ese pelo, se pondría furiosa.

—Todo listo —murmuró mientras abría la puerta y se dirigía a la cocina.

Después de desayunar con sus padres, se dirigieron a la chimenea.

Al igual que él, ambos vestían de forma extraña en comparación con un muggle.

Fleamont llevaba una túnica azul oscuro y un sombrero puntiagudo del mismo color. Su madre vestía una túnica verde claro y un sombrero más pequeño.

James estaba con una túnica negra sencilla pero elegante, no pensando ni por un segundo en colocarse sombrero.

Toda la ropa de la familia tenía elementos clásicos y atemporales, con un toque de estilo antiguo. Al principio, a James le costó acostumbrarse a estas prendas, pero poco a poco lo hizo y ahora eran algo normal para él.

Dado que el Callejón Diagon era una zona mágica, usar ropa muggle estaría fuera de lugar.

—¿Todo en orden? —le preguntó Fleamont a su familia. Ambos asintieron—. Bien, nos encontraremos con mi padre en la tienda de Ollivander —James asintió y luego su papá le indicó a su madre que viajara primero.

La forma que utilizarían para viajar sería a través de polvos flu, unos polvos mágicos capaces de transportar a una persona de un lugar a otro a través de una red. Esta red conectaba la mayoría de las casas y edificios del mundo mágico.

James ya había viajado varias veces, por lo que estaba acostumbrado.

Además que era muy sencillo, solo hay que tirar los polvos por la chimenea, entrar en ella y decir en voz alta y clara el lugar al que se quería llegar.

Si no lo decía bien, podría acabar en el lugar equivocado.

Euphemia tomó una pizca de polvo brillante de una olla, se acercó al fuego y lo arrojó. Se escuchó un rugido como un relámpago y la hoguera se volvió verde esmeralda. Rápidamente caminó hasta el fuego y gritó—. ¡Al Callejón Diagon! —y desapareció.

Su padre hizo un gesto indicando que era el turno de James.

James hizo lo mismo que su madre—. ¡Al Callejón Diagon! —y repitió fuerte y claro.

Desapareció rápidamente. Parecía como si lo hubieran succionado por un agujero gigante.

Mientras viajaba, cerró los ojos y mantuvo los codos pegados a los costados para no chocar y terminar en otro destino.

Un poco mareado llegó. Su madre lo esperaba a unos pasos.

Minutos después llegó su padre.

—Vamos a buscar a tu abuelo. Estoy seguro de que lo primero que quieres comprar es tu varita, ¿verdad? —preguntó Fleamont con una sonrisa.

—¡Sí, vamos! —dijo James emocionado mientras comenzaba a caminar.

No era la primera vez que visitaba el Callejón Diagon.

La primera vez que lo visitó fue cuando tenía 7.

Acompañó a sus padres a sacar dinero de Gringotts, donde la seguridad de este banco era muy alta y como su familia posee una riqueza considerable, tienen una bóveda en la que se guarda la fortuna Potter.

En esta época tambien su padre vendió su empresa que fabricaba la poción para el cabello Sleekeazy, obteniendo grandes ganancias.

★★★

La familia de tres se acercaba cada vez más a la tienda de varitas.

Mientras pasaban por las calles del callejón, se cruzaron con muchas personas peculiares que estaban de compras. James notó que había varios niños de su edad con sus padres. Lo más probable es que hubieran recibido su carta de Hogwarts al igual que él.

En este momento, varios niños de la edad de James estaban pegando sus narices a un escaparate de escobas.

—¡Miren!, ¡el nuevo Nimbus 1001 luce genial! —gritó un niño con baba en la boca mientras miraba el escaparate.

James giró la cabeza y vio hacia la ventana también con deseo, su escoba actual era la Nimbus 1000 un modelo más antiguo, aunque seguía siendo una escoba muy buena. Es capaz de alcanzar velocidades de hasta cien millas por hora y puede girar 360 grados en el aire en un punto fijo.

—¿La quieres cariño? —preguntó Euphemia, que estaba dispuesta a comprarle a James cualquier cosa. Sabía que a él le encantaban las escobas para jugar quidditch.

James estaba acostumbrado a que su madre y su padre cumplieran cualquiera de sus caprichos. No le disgustaba, ya que demostraba lo mucho que lo querían.

—No mamá, de todos modos, no me permiten tener mi escoba en Hogwarts y solo podré unirme al equipo en mi segundo año —respondió James en un tono que no sonaba muy convincente.

—Tambien puedes practicar en casa para acostumbrarte a la velocidad y cuando estés en segundo no tendrás problemas —sugirió Fleamont, queriendo convencer a James.

—Bueno, tienes razón... entonces lo compraremos cuando consigamos todo lo de la escuela —accedió James rascándose la mejilla. No podía negarse cuando insistían tanto.

Ambos sonrieron al escuchar la respuesta de James. Les hacia muy felices poder cumplir los deseos de su hijo, ya que se alegraba mucho cuando poseía algún objeto relacionado con el quidditch.

Otro entrenamiento que realizó James durante esta época fueron las clases de vuelo, aunque muy controladas, ya que su madre era muy protectora.

Sus habilidades habían mejorado gracias a eso, y estaba deseando unirse al equipo de quidditch de Gryffindor, aunque por desgracia, tendrá que esperar hasta su segundo año.

Finalmente lograron ver la tienda de varitas.

Su abuelo estaba de pie cerca hablando con una bruja de aspecto formidable, alta, delgada y algo huesuda. La bruja lleva un sombrero con un buitre disecado encima y un bolso rojo brillante.

Al lado de la bruja estaba un niño que parecía un poco mayor que James, su expresión era seria, pero se podía ver algo de aburrimiento, parecía que había estado allí mucho tiempo escuchando la conversación de Henry con la bruja de aspecto severo.

—¡Papá, Lady Longbottom! ¡Cuánto tiempo sin vernos! —saludó Fleamont, captando la atención de estas tres personas.

Yo soy James Potter [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora