Yo soy James Potter [Traducción]

13. Primera varita

JAMES YA TENIA 8 AÑOS. Los había cumplido hacía unos días y hoy finalmente tendrá su primera varita.

Aunque era una usada, estaba muy emocionado.

¿Por qué tardan tanto? pensó ansioso y sin apartar la vista de la chimenea.

Hasta ese momento, también consiguió que sus padres le dieran más libros para estudiar. Cuando cumplió 6, le dieron 3. Sin embargo, los terminó en menos de dos meses, además de leerlos varias veces y practicar a traves de los movimientos de sus padres.

Así, con su "encanto", consiguió convencer a sus padres para que le dieran libros más avanzados. Antes de eso, le demostró a su padre que conocía absolutamente todo el material. El examen teórico que debía hacer a los 8 años, lo hizo a los 6 y lo aprobó perfectamente.

Al ver esto tanto Fleamont como Euphemia no pudieron negarse a darle a James más libros, gracias a esto pudo seguir estudiando encantamientos, pociones y curaciones.

Pero por fin hoy tendría su primera varita y podría empezar a hacer magia. Toda la teoría de los encantamientos que estudió la podría poner en práctica hoy, incluso aprendió la teoría de algunos hechizos básicos de curación de los libros de su madre.

-Tranquilo cariño, ya llegarán pronto -dijo Euphemia con tono cariñoso, mientras apoyaba una bandeja con pastelitos sobre una mesita ratonera que se encontraba frente al sofá.

-Sí, tienes razón -dejó de golpear el suelo con la planta del pie.

-Toma, están deliciosos -dijo Euphemia tomando un pastelito y poniéndolo en la boca de James, quien aceptó la comida obedientemente.

Si Emily o Gwen vieran lo manso que es con su madre se sorprenderían mucho.

Euphemia lo vió con una sonrisa amorosa mientras su hijo devoraba felizmente el pastelito.

Desde que tuvo a James con Fleamont su vida era la más feliz del mundo. Además, ella consideraba que su hijo era perfecto, se portaba bien, estudiaba, era muy inteligente, tenía amigos (no tantos) y era muy cariñoso con ellos.

Después de comer unos 3 pastelitos con su madre, por fin, hubo movimientos en la chimenea. El primero en llegar fue su abuelo. Detrás de él, llegó su padre.

-¡Abuelo! -saltó James con una sonrisa mientras iba a saludar al anciano.

-¡Vaya, estás cada día más grande! ¡Y mira qué pelo tienes, igual que todos los Potter! -dijo Henry alborotando el pelo azabache de su nieto.

James sonrió feliz, su abuelo era una persona muy importante en su nueva vida, cada fin de semana iban junto a su padre a ver a su equipo favorito de quidditch, por lo que su relación era muy buena.

-¿Trajiste la varita? -preguntó tratando de ocultar su emoción.

-Sí, la tengo aquí -respondió el mayor, mientras de uno de sus bolsillos revelaba una fuerte varita marrón-. La varita de tu abuela.