Yo soy James Potter [Traducción]

90. Fin de año II

Por fin habían llegado los resultados de los exámenes y para alivio de Peter y Toby, que eran los más nerviosos, todos aprobaron con buenas notas.

James, como esperaba, obtuvo puntuación perfecta en Transformación, Pociones, Defensa Contra las Artes Oscuras y Encantamientos. En las demás materias, tuvo fe y logró obtener una puntuación no inferior a 90, encabezando la lista del mejor estudiante de primer año.

Luego de eso pasaron las horas y de repente, el dormitorio que compartía con sus amigos quedó vacío, los baúles llenos y las camas tal cuál se las entregaron.

—Dos meses sin magia, ¿cómo voy a vivir? —Sirius gruñó y tiró la nota dada a todos los alumnos donde advertía no usar magia fuera de la escuela.

—¡Ay! —se quejó Jasmine, que justo pasaba a su lado y le había caído en la cara.

—Ups, perdón.

Siguiendo el mar de estudiantes, todos se agruparon en dirección al expreso, donde según sus maletas iban a aparecer.

No era un camino largo, al menos no para los de primero que en lugar de seguir el trayecto de los otros años fueron llevados por Hagrid hacia los botes.

—Nos vemos en dos meses Hagrid —dijo James mientras avanzaba junto al semigigante.

Hagrid sonrió un poco triste y le dió una palmadita que casi lo manda al suelo—. Disfruten sus vacaciones muchachos.

En general, el hombre pasa sus años en Hogwarts ocupándose de sus propios asuntos, hablando un poco con Dumbledore y alguno que otro maestro.

Era... solitario.

Sin embargo, este año fue diferente. Desde que conoció a James, Sirius, Peter, Remus y Toby, su cabaña era visitada regularmente y tenía con quien contar sobre sus aventuras en el bosque, curiosidades sobre criaturas y su sueño de ser profesor.

—¡Nos vemos pronto! —Sirius esquivó la palmada de Hagrid y se apresuró a subir a los botes.

El resto no contó con esa suerte y tuvieron que sonreír luego de una palmada que enrojeció su espalda.

★★★

—¡Cuidado!

James, que estaba absorto en sus pensamientos volvió a la realidad luego del tirón de Remus, que lo hizo esquivar un carrito que salía de la pared.

—Gracias —se había mantenido en silencio pensando en una nueva rutina de entrenamiento.

Creo que si estoy medio loco

Después de esperar unos minutos en la fila, todos pasaron al otro lado.

—Tienen que venir a mi casa este verano —ofreció mientras empujaba su carrito.