51. Mortifagos

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LOS DÍAS POSTERIORES al partido de quidditch pasaron muy lentamente para James debido a todas las tareas que tenía, aunque era muy capaz y tenía un gran intelecto, muchas veces con solo ver el largo título lo volvían perezoso

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LOS DÍAS POSTERIORES al partido de quidditch pasaron muy lentamente para James debido a todas las tareas que tenía, aunque era muy capaz y tenía un gran intelecto, muchas veces con solo ver el largo título lo volvían perezoso.

Por otra parte, tras presenciar los dos partidos sus ganas de jugar aumentaron notablemente e incluso había soñado con el en el cielo y llevando una copa.

Entrenar con el equipo era eso, entrenar y no se podía comparar con un partido real contra otra casa.

Pero McGonagall ya había hecho suficiente al permitirle tener su escoba y estar con el equipo. Además, si podía jugar, sería un suplente, ya que William elegiría obviamente a Alex, un buscador más experimentado y establecido.

—¿A dónde vas? La clase es aquí —Remus detuvo a James por el hombro.

—Has estado muy distraído últimamente —comentó Sirius.

—No pasa nada, entremos.

Tener tanto entrenamiento de quidditch y no poder ponerlo en práctica en uno real no era una sensación agradable pero debía aguantar hasta el próximo año.

Hoy, en la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras los merodeadores se sentaron en la parte de atrás.

Unos minutos después llegó la profesora Antennae y la sala quedó en silencio ya que tenía una personalidad muy estricta y severa, como la profesora McGonagall, su sola presencia era suficiente para hacer que todo se callara.

Lo más llamativo fue que esta vez trajo una jaula, o eso parecía, ya que estaba cubierta por un manto negro.

Nadie se atrevió a preguntarle de qué se trataba.

—Antes de empezar pasaremos lista.

Después de unos minutos, dejó el pergamino con los nombres marcados sobre su escritorio y miró a la clase

—En la clase anterior, estábamos viendo la teoría del hechizo flippendo y ha llegado el momento de practicar —comenzó y vió que alguien levantaba la mano—. Lily Evans —añadió, dándole permiso para hablar.

—¿Cómo lo practicaremos, profesora?

Lily sabe por los libros y la lección que el hechizo se puede sentir como un golpe en el pecho, por lo que era algo doloroso y no se podía practicar con otros compañeros porque se lastimarían.

Como la vez que James hizo volar a Mulciber y Avery y los dejó inconscientes.

La mujer sonrió levemente—. Practicaremos con esto —dijo mientras quitaba el manto negro y destapaba la jaula y lo que había dentro.

En la jaula se vió varias criaturas de pequeño tamaño. Cada una entre seis y quince centímetros, piel gris y ojos amarillentos.

Las criaturas al ver la luz comenzaron a apiñarse y querer romper la jaula mientras tenían una sonrisa burlona en sus rostros.

Yo soy James Potter [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora