LA ACADEMIA

CAPÍTULO 1

Eda Sandoval, una estudiante con unos resultados académicos excelentes, sin embargo, su falta de respeto hacia el docente la acabó llevando a varias sanciones.

Recientemente, durante las clases de historia con la profesora Asia, tenía que presentar su exposición de la guerra civil. Sin embargo, se negó a salir a la pizarra y tras las varias exigencias de la profesora, Eda le aventó una bofetada en la cara y salió corriendo del aula. Y lo que no hay que pasar por desapercibido, la profesora de historia después de la bofetada también se la devolvió, pero no recibió ninguna amonestación. Los padres de la alumna ni siquiera se presentaron ante la reunión convocada por el director ni denunciaron la situación.

Aparte de este incidente, años anteriores, con frecuencia se iba de clases sin permiso, cosa que hace cada vez que hay que presentar una exposición oral de un trabajo.

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EDA SANDOVAL

Papá giró el volante hacia la derecha para salir de la avenida y adentrarse en la tercera calle.

La carretera se redujo a un carril. Los árboles que estaban a los lados cambiaron a una hilera de casas adosadas, todas pintadas de blanco con ventanales gigantes.

Papá contó dos casas y frenó en seco el automóvil. La tercera casa de la izquierda será nuestro futuro hogar.

Los dos adultos se bajaron para abrir el maletero e ir sacando el equipaje. Mientras que mi hermana pequeña seguía mirando vídeos en su móvil y yo no podía bajar por la puerta que tenía a mi izquierda porque papá aparcó el coche muy pegado a la pared.

Le pegué un codazo a mi hermana para que dejara el móvil y moviera el culo.

Bajamos del coche. Ella siguió con el móvil y yo ayudé a sacar todo el equipaje para que nuestros padres las cargaran al portal.

Miré malhumorada a mis alrededores. Todas las casas tenían gente viviendo. Nuestra antigua casa era la mejor, lejos de la humanidad, rodeada de vegetación, libre del bullicio... Y mis padres decidieron mudarse cerca del instituto sin decírmelo.

Subí arrastrando mis pies por las escaleras y me encerré en el dormitorio donde dejaron mis maletas.

Me tiré a la cama y le pegué un ojo a lo que será mi refugio. Por lo menos tenía una estantería y podría poner todos los libros que leo.

Suspiré, echaba de menos a Hande, mi hermana mayor y a su perrito Yage que le regalaron los tíos. Mis padres echaron a Hande de casa cuando se enteraron de que tenía una novia, porque le gustaban las mujeres, no por haber mantenido una relación a escondidas.

Fue muy valiente al decírselos cuando tenía mucho miedo, pero ellos a pesar de ser nuestros padres, la trataron como si fuera una desconocida.

Hande era la única que me entendía, era como mi mejor amiga. Escuchaba todos mis problemas y me proponía soluciones. Desde que se fue, ya no tengo el valor para nada.