Izan Peña, un estudiante escandaloso. No abre la boca cuando hay que participar en las tareas de clase pero sí para reírse de los demás.
Le gusta ser el gracioso de clase, ser un machirulo y despreciar a todas las mujeres, porque según él, los hombres son los que deben de gobernar el mundo.
Los exámenes los deja en vacío, a excepción de que deja varias representaciones de la evástica nazi.
Cuando hay que presentarse se lleva siempre el dedo índice encima de los labios a modo de bigote y alza el brazo con la palma abierta.
Habla de manera positiva de los dictadores, del español, del italiano y del alemán del siglo veinte.
Él mismo cree ser un dictador y su única pasión es ser presidente de gobierno en el futuro, no tiene ninguna otra meta.
Últimamente tuvo una gran movida con la profesora de matemáticas. La profesora Álgebra está harto de estudiantes como él que pierden el tiempo de la clase y se puso a gritarle. Y como Izan le respondió, ella le lanzó el borrador de la pizarra que por suerte no le dio al joven.
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IZAN PEÑA
Pasé toda la madrugada jugando a la play encerrado en mi habitación hasta las seis porque mi amigo me traicionó diciendo que tenía que dormir y me dejó solo en la partida.
Me acosté pasado una hora porque me había quedado mirando el móvil y no fue hasta las una de la tarde que me levanté de la cama para bajar a ver fútbol.
Mamá estaba en la cocina preparando la comida de la tarde ya que le pedí que la cocinara antes porque tenía que salir.
Papá estaba en el salón viendo el fútbol a través de la televisión y con su taza de café en la mano.
Me vio y me hizo un hueco al lado. Me acerqué y me senté en el sofá. Nuestro equipo favorito iba ganando por dos goles y el momento en el que llegué en el campo estaban sacando al capitán para cambiarlo por otro delantero.
El suplente llamó la atención de todos. Tenía las uñas pintadas y el pelo recogido en una larga coleta tintado de rosa.
— Pedazo de maricón. — mi viejo tiró la caja vacía de cigarros a la pantalla.
— No tiene ni masculinidad. — saqué el dedo en cuanto enfocaron al princeso — Le falta la tanguita para jugar. Yo no sé cómo han podido convocar a un gay como este. — miré con asco el partido ya que el pelo rosita destacaba entre todos los jugadores — Para eso que llamen a mi primo de tres años que hasta juega mejor.
— Tú no me vengas un día así, que te quede claro. — papá me dio unas palmadas en la mejilla y pellizcó mis orejas que tenían pendientes de aro de hombre — Me dijiste que esto era por moda. Pero yo no voy a permitirte que vuelvas un día a casa con el tatuaje de una mariposa o las uñas pintadas o el pelo rosita. ¿Lo tienes claro, chaval?
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LA ACADEMIA
Teen FictionDiez estudiantes decididos en dejarse ayudar, para ser unos dieces en exámenes y ceros en problemas en vez del revés, ingresan en una academia. Seis profesores decididos en cooperar, para que el plan de la recién llegada funcione, aceptan salvar a l...