EDA SANDOVAL
Al llegar debajo del toldo ninguna de las dos tomó algún asiento en las gradas, nos quedamos de pie la una al lado de la otra en silencio.
Ella sacudió el agua de su chaqueta y la puso sobre mis hombros como manta. Luego se cruzó de brazos para protegerse de la helada brisa de la lluvia.
— Gracias. — susurré.
Se me hizo raro esta situación con ella. Habíamos empezado con mal pie, pues el día que me mudé al lado de su casa fue una borde y anteriormente nunca nos habíamos dirigido la palabra.
Desde hace dos días que estuvimos en un espacio más reducido en clase ella tampoco no hizo nada más que pelearse con Álex, cosa que hoy también y me molestó más de lo normal porque ahora era mi novio.
Sin embargo, en este mismo instante no tenía razones para estar enfadada con ella. Era algo inexplicable, me había olvidado que estaba llorando.
— Las personas con diálogo necesitan dolor... — Isa mientras observaba la lluvia empezó a decir cosas sin sentido — Osea, el dolor necesita a una persona para dialogar... — sentí sus nervios — Quiero decir, un diálogo tiene que tener dolor para las personas... Mierda, me refería a que cuando una persona siente diálogo, necesita dolerse con otra persona para soltar esos sentimientos y dejarlos ir... Mejor me callo ya.
Cerró la boca y se quedó mirando fijamente a la nada. Por primera vez vi cómo en Isa no estaba esa barrera protectora que ella misma había construido para mantenerse lejos de los demás. Tenía una inocencia marcada en su rostro por los nervios que le estaba pasando porque su intento de consolarme había sido sin sentido.
— Estúpida. — me reí al darme cuenta de que ella estaba intentando copiar las palabras que dijo Noa en las clases de ayer para hacernos hablar.
— ¿Entonces me cuentas lo que te pasó? — me miró disimuladamente — Es que Mei y Judit estaban muy preocupadas, pero como no tenían paraguas no las dejé salir. Seguramente estén muy enfadas conmigo, así que para que me perdonen quiero traerte de vuelta sana y salva.
Comencé contándole el principio del problema, que fue cuando mi hermana Hande les contó a mis padres que estaba saliendo desde hace tiempo con una chica y la tiraron de casa por su orientación sexual, no por ocultar una relación.
Entonces desde ese día me sentí muy sola en casa porque ella era la única que me quería, tenía un vacío que me estaba matando.
Y hoy me había llamado para despedirse de mí porque ya no tenía dinero para donde vivir, que hasta tuvo que devolverle a los tíos al hermoso perro Yage porque probablemente se irá a la otra orilla por falta de necesidades primarias.
Saqué el móvil y le enseñé una foto de mi hermana. No era hora de clase, así que podía sacar el teléfono.
Isa escuchó con atención todo lo que le conté aunque me estuviera mirando de reojo y con una distancia por sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón.
Cuando se lo conté no lloré porque ya no me quedaban lágrimas y de verdad que hablar sobre lo que me dolía fue un gran peso que me quité de encima.
Ella se mantuvo en silencio pensativa y me reí porque ella se estaba conteniendo por no decir nada para evitar que metiera la pata como antes. Entonces me pareció buena idea molestarla un poco haciéndola hablar.
— Oye, ¿tú cómo les contaste a tus padres que te gustaban las mujeres? — realmente tenía curiosidad porque a Hande la trataron muy mal.
— Mi padre no lo sabe. — contestó fríamente, volví a sentir cómo levantó un muro sobre ella.
— ¿Y tu madre? — seguí preguntando porque me pareció curioso de que a ella no la mencionara.
— Mi madre nos abandonó. — exclamó.
Me mordí la lengua, acababa de meter la pata. Y lo peor de todo es que noté cómo ella estaba molesta.
— Perdón, yo no quería recordártelo, no era mi intención. — lo lamenté avergonzada.
— Cuando digo que lo que me pasa a mí no te debe importar me refiero a que no te entrometas en los asuntos de los demás para evitar estas situaciones. — me señaló refiriéndose al rubor de mis mejillas.
Ella misma era un poco injusta.
— ¿Antes no estabas preguntando tú por mí?
— ¿Entonces quieres que me vaya? — sonó a amenaza o lo que fuera pero me dolió lo secante que estaban siendo sus palabras, yo lo estaba estropeando todo.
A Isa de verdad no le gustaba hablar sobre su vida, yo estuve insistiéndole y al final he acabado molestándola. Hande me contó una vez que hay personas como mi padre, que por más que le duelan las cosas se hace el fuerte por fuera hasta al final acostumbrarse a guardarse todo. Entonces cuando está muy mal, por más que le des la oportunidad de expresarse le cuesta contar las cosas porque nunca las contaba. Por esto hay que darles tiempo para que ellos mismos vayan a abrirse de nuevo.
Me rendí con Isa y las dos regresamos adentro del instituto. Nos cruzamos con la profesora Palacios por los pasillos y por su sonrisa supe que ella nos había estado vigilando.
Cuando llegué hasta la puerta de mi habitación iba a entrar, pero Isa tomó de mi mano y me estiró para que la siguiera.
Sus dedos estaban congelados, así que puse mi otra mano sobre las nuestras para calentarselas. Enseguida giró su cabeza para dirigir sus ojos sobre nuestras manos, a lo que aparté mi mano que estaba libre. Siento que Isa ya está muy harta de mí.
Me llevó a cafetería donde Ester estaba rogándole a la profesora Álgebra de matemáticas para que le subiera la nota de sus últimos exámenes que había suspendido.
No quedaba nada de comida, ni un trozo de pollo frito. Isa se dirigió a la barra y compró una tableta de chocolate para dármelo. Justamente cuando me rugió la barriga por el hambre y se me pusieron rojas las mejillas.
— Petarda, hasta aquí se ha acabado mi compañía gratis. — me quitó su chaqueta — Ah, sí. — se inclinó a mi oído — Y recuerda, mantente alejada de Álex, él aún no se olvida de Summer. Solo eres un juguete para él, te está utilizando. Si vas a querer reparar su corazón roto, tú misma procura en no salir herida.
Me llevó de vuelta a mi dormitorio y tocó la puerta por mí. Mis dos amigas abrieron la puerta y Mei abrazó a Isa para agradecer por traerme de vuelta. A lo que la chica inmediatamente la apartó, no por algún motivo de racismo o lo que fuera, me enteré de que ella odiaba el contacto físico, por eso hasta rechazaba los abrazos de su mejor amigo.
Recordé cómo yo me había pegado a ella bajo la lluvia y encima no fueron unos cuantos segundos. Ella debe odiarme a muerte en estos instantes.
Y estuve de acuerdo en lo que estaba pensando porque Isa se fue sin despedirse de nadie, lo único que logro en esta vida es que la gente me odie, siempre soy una carga para los demás.
Hasta empiezo a pensar que mi hermana ni intentó volver a casa por mí, que cuando vivía con todos nosotros yo estaba encima de ella.
Entonces volví a sentirme hundida. Ni siquiera me cambié de ropa y me subí a mi litera para abrazar mis rodillas. Mei se acercó para rodearme con sus brazos y Judit hizo lo mismo. No hacía falta que dijera nada, ambas sabían que no me encontraba bien.
Luego, la advertencia de Isa sobre Álex me estuvo inundando la mente llena de confusiones. ¿Era real lo que ella decía? Álex no parecía un mal tipo, me trata muy bonito. ¿Pero para qué Isa me iría a mentir sobre algo así?
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LA ACADEMIA
Teen FictionDiez estudiantes decididos en dejarse ayudar, para ser unos dieces en exámenes y ceros en problemas en vez del revés, ingresan en una academia. Seis profesores decididos en cooperar, para que el plan de la recién llegada funcione, aceptan salvar a l...