CAPÍTULO 13 PARTE I

26 9 79
                                    

Regresé más cansada que ayer a mi dormitorio por el desastre de día que había tenido hoy con ellos.

Realmente me lo esperaba, pero no me llegué a imaginar que iría a ser así de pesado.

Izan y Mei se pasaron todas las horas insultandose el uno al otro. Aparte, Borja también se unió a la disputa apoyando al chico. Ester se burló del cuerpo de Eda y de Judit, a lo que estas dos también discutieron con ella. Álex provocó a Isa dándole un codazo y tomaron una revancha de la pelea del solar. Y por último, Cris aprovechó el jaleo para robarle dinero de la mochila a su compañero de cuarto.

Lo peor fue cuando las madres de Eda y Ester, que son trabajadoras de limpieza del instituto, pasaron sin disimulo por el pasillo de la clase para ver cómo estaban sus hijas y definitivamente estaban insultandose.

Quien me sorprendió fue Will, el más problemático, a quien tuve que ir a rescatar en plena noche por haberse metido en un problema muy gordo con los matones del pueblo, fue el único que se quedó callado.

Al día siguiente me levanté con un dolor de cabeza increíble, no dormí nada. En mi mente rondaba todo tipo de preocupaciones, esos chicos literalmente eran mi pesadilla.

Ayer les dejé suficiente libertad como para pelearse los unos con los otros, hoy les demostraré el verdadero significado de llevar el apellido Palacios, por algo siempre me han temido aparte de mi apariencia.

Me arreglé y después de ponerme una sudadera nueva salí de los dormitorios para dirigirme a la entrada principal del instituto, pues me avisaron de que tenía visita.

Había un hombre rubio vestido con su uniforme de policía y sujetaba un vaso de café. Era mi mejor amigo.

— Javi. — me alegré de verlo que le di un abrazo — ¿Qué tal estás?

— Eso debería de preguntartelo yo a ti. — se rió el rubio — Ten, para ti, no creo que aquí tengan tan buenos cafés como los que hace mi novia. — me dio el vaso y lo acepté.

— ¿Ya te han dado un caso? — pregunté.

— Sí, ahora estoy investigando sobre un secuestro, no es nada del otro mundo. — suspiró — ¿Sabes? Tuve que encargarme de hablar con la madre del niño desaparecido y al principio no quería decirme nada porque estaba muy triste, pero al final la convencí. Y todo gracias a la técnica del diálogo. Le dije que si me contaba lo que le dolía le serviría para soltar un poco el dolor y luego me lo agradeció.

Sonreí para mí. Su caso me ayudó a plantearme un ejercicio para ayudar a mis estudiantes. Hoy les haré hablar, que se expresen sobre ellos mismos, en vez de malgastar la voz haciendo sentir mal a otros.

— Tu trabajo sí que es duro, mira que si el jefe podría haberte dado otro. — Javier se apenó por mí.

— Tranquilo, sé que me lo ha dado a mí porque confía en mis habilidades. — presumí.

— Lo sé, eres la mejor de todos nosotros. — asintió — Suerte. Que yo ya tengo que irme. El deber me llama.

— Igualmente. — nos despedimos con un apretón de manos — Y saluda de mi parte a Laura.

— Claro.

Lo vi marcharse y yo fui a cafetería para tomarme algo de desayuno aparte del café que me trajo Javi.

No vi a ninguno de mis estudiantes, tienen la mala costumbre de no desayunar, cuando es uno de los alimentos más importantes del día, por eso es que tienen tan bajo rendimiento académico. Si se acostumbrasen a comer algo cada día no se quejarían de que no les entra nada a primeras horas de la mañana.

LA ACADEMIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora