CAPÍTULO 7

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Judit Bravo, una estudiante mujer, no es un hombre, ni un bicho raro, ni un transformer, ni cualquier insulto de los que recibe

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Judit Bravo, una estudiante mujer, no es un hombre, ni un bicho raro, ni un transformer, ni cualquier insulto de los que recibe.

No tiene metas, estudia porque su abuela se lo suplica. No sabe qué hacer con su futuro.

Ha sido llevada a dirección en varias ocasiones por estar drogándose en el patio o a escondidas en el baño.

Desde que sus padres la abandonaron tras enterarse de que Judit les engañó con que era una simple operación de testículos cuando en realidad era para cambiar su aparato reproductor masculino por uno femenino, implante de pechos, entre otras cosas.

A ella le costó que sus padres entendieran que ella no se sentía identificada con el género con el que nació.

Después de salir del hospital sus padres ya no estaban en casa, se encontraba únicamente su abuela que viajó desde la otra punta del país para cuidar de ella.

El abandono de sus padres le marcó un antes y un después. Ya no puede concentrarse en las clases y ni siquiera hace el esfuerzo de coger el bolígrafo para escribir su nombre en el examen.

Huye de la realidad a través de las sustancias ilegales, para transportarse a un mundo imaginario, donde es feliz y sus padres la aman. Cuando en verdad está cayendo en una peligrosa adicción que la está llevando al abismo de la muerte.

💫 💫 💫

JUDIT BRAVO

Terminé de peinarme el cabello que me lo estaba dejando más largo, crecía poco a poco pero no me impacientaba por llevar algún día una coleta.

La abuela ya estaba en el comedor desayunando esperando a que yo terminara de usar el baño, esta mañana ella se quería poner a hacer la limpieza de casa.

Dejé el peine y bajé corriendo para comer algo por la mañana. Me tomé el café que me preparó y le di un mordisco al croissant.

— Abu, esta tarde no me prepares la comida. — le avisé — Que he quedado con mis amigas.

— Julio, ¿quieres que te prepare algo de comer para llevar? — se dirigió a la nevera.

El disgusto en mi cara era notorio. Ya se lo había intentado explicar en varias ocasiones y ella aún seguía llamándome por el nombre que me pusieron mis padres. Además, no soy hombre.

— Abu, me apetece un bocadillo de tortilla de patata con bastante mayonesa. — pedí — Y por favor, no me llames así, soy Judit.

— Cariño, el día que naciste me dijeron que te llamabas Julio. — dijo con inocencia — ¿No te gusta el nombre? A mí me parece un nombre muy bonito para un chico, y además, ahora que has crecido el nombre es perfecto, suena a un hombre muy culto.

— Abuela, soy mujer. — repetí ya por enésima vez, había perdido la cuenta — Si no me entiendes no me importa, mientras me quieras me da igual. Pero hazme el favor de llamarme por mi nombre.

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