CAPÍTULO 23

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Fui a conserjería porque alguien me estaba buscando. Pensé que sería Javier para darme otro café, pero me encontré con el padre de Ester y me extrañé. ¿Qué hace él aquí?

Vino para visitar a su hija ya que la echaba de menos y quería entregarle un pastel que hizo él mismo. ¿No podía habérselo hecho el fin de semana que Ester regresó a su casa?

Le pedí disculpas al señor y le expliqué que nadie, a excepción de mis estudiantes y yo, podía entrar al recinto de los dormitorios de La Academia porque era el espacio privado de mis chicos.

Sonó mi móvil al recibir una notificación y lo encendí con la esperanza de que sería Paula.

Vargas010🥵 :
No dejes que nadie entre a los dormitorios, y menos si busca a Ester.

¿Cómo consiguió mi número?

Eso me importó un pimiento porque el padre de Ester desapareció, mierda.

Eché a correr detrás de él comenzando una persecución dentro del instituto. El hombre me tiró el pastel intentando despistarme, pero logré esquivarlo a tiempo dándole el pastel en la cara del director que se estaba tomando su café.

El sujeto corría muy rápido y no logré atraparle antes de que llegáramos hasta los dormitorios encontrándose de frente al profesor de educación física.

— ¡Quítese! — gritó desesperado el padre de Ester.

— ¡Ribaul, atrápalo! — le ordené.

El hombre le hizo un placaje derrumbando al padre y le puse las esposas para llevármelo a fuera del instituto, además de pedirle al director que nunca más deje entrar a este señor. No me costó nada convencerle porque fue él quien le llenó la cara de pastel y encima le tiró encima del traje el café.

💫 💫 💫

ESTER VALVERDE

Mi cuerpo empezó a temblar por sí solo del miedo. Caí encima de la litera de abajo y no me importó que fuera la de la bollera.

Me arrimé a la esquina y me abracé las rodillas para protegerme. Los recuerdos me recorrieron por el cuerpo como si estuviera viviendo ese día otra vez.

Cerré la boca para no dejar escapar ni un grito y las lágrimas empezaron a salir desconsoladamente de mis ojos. Todo fue por mi culpa, yo no tuve que quitarme la camiseta, yo no tuve que provocarlo. Todo fue mi culpa, yo me busqué mi propia ruina.

Sentí un dolor dentro de mí, como si estuviera desgarrandome mi piel otra vez al sentir un miembro penetrarme. Me arañé el brazo con las uñas por apretarme con fuerza como lo hice ese día al aferrarme fuertemente a los bordes de la mesa.

La puerta del dormitorio se abrió y me cubrí con el pijama de la bollera que se dejó encima de la cama después de cambiarse como si esa poca tela pudiera protegerme.

— ¡No me toques nunca más! — grité asustada.

Pegué con todas mis fuerzas a la persona que entró a mi cuarto. Sentí cómo agarró mis muñecas, entonces le pegué patadas como pude hasta sentir que le di en el pecho empujando a la persona hacia atrás. Cogí una almohada y se lo iba a tirar en la cara para huir.

— Eh, soy yo. — escuché la voz de Isa.

Lloré aún más fuerte aliviada de que no fuera él y ella se sentó a mi lado para rodearme con sus brazos.

— ¿Por qué me has dejado que te pegue? — me sentí mal al ver que había vuelto a abrir la herida de su labio.

— Nada, sólo estaba comprobando que te podrías defender sola.— se llevó los dedos hacia la boca para limpiase la sangre — ¿Te está buscando? — me preguntó, a lo que asentí con mi cabeza.

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