Al ser sábado se notaba la felicidad de mis estudiantes porque podrían volver a casa después de haber pasado la primera semana en La Academia obligados a perderse los botellones que se hacían en mi mansión, mi antigua casa.
Mi padre y yo nos habíamos mudado a la casa de su esposa Irene para dejar atrás nuestro vínculo con la mafia por nuestro apellido Palacios, que había sido la más poderosa en su tiempo. Al principio me tuve que acostumbrar al pequeño espacio porque yo había crecido en un dormitorio que equivalía al salón más el comedor de su casa.
Los únicos familiares que vinieron a recoger a estos diez adolescentes fueron los padres de Ester, los de Cris y la abuela de Judit. Aparte, habían dos personas parecidas, como si fueran mellizos. A una la reconocí, que era la misma chica de ayer, Bel se llamaba.
Saqué una tarjeta bancaria de mi bolsillo y me acerqué a los padres del chico para dárselos. A lo que me miraron sorprendidos. Tampoco es que hubiera dejado mucho dinero adentro, únicamente eran los dos mil euros que les prometí si Cris estudiaba.
No estaba forrada, pero tampoco me ganaba la vida con el sueldo que me daba el director del instituto. De aquí es donde me sacaba el dinero para dárselos a esta familia. El salario de mi verdadero trabajo es más elevado que lo gasto para mi familia y para mí, además de ahorros.
Los padres de Cris me agradecieron varias veces y me di cuenta que la madre recuperó la vista, seguramente mediante una operación, ella ya no forzaba la mirada para verme. Pensaba que esto sería un gran motivo de felicidad para su hijo, sin embargo, él estaba molesto y si no me equivocaba, era a causa del mellizo de Bel. ¿Ellos dos se conocen?
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CRIS MARTÍN
Recogí todo lo que había en el dormitorio y me pertenecía a mí. Conté las camisetas que recordaba haber traído y entonces me di cuenta que faltaba una. Miré hacia la maleta que estaba haciendo Borja y vi que él se la había guardado. ¿Qué demonios?
Cuando puse la mano en su maleta para recuperar mi prenda se asustó pensando que le iba a robar el monedero. Señalé mi ropa y entonces asintió avergonzado para darme el permiso de cogerla. Últimamente lo estoy viendo un poco raro, le fastidia mi presencia pero tampoco me quiere echar del dormitorio, al saber qué significado tendrá eso.
Salí antes que él del dormitorio y justamente me topé con Will, que también había salido del suyo con una mochila cargada en la espalda, que guardaba tanto los libros como sus pertinencias.
— ¿Qué tal compartiendo habitación con Borja? — pasó un brazo por encima de mi hombro para atraerme más hacia él y ahorcarme del cuello.
— ¿Qué? — me extrañé por la pregunta.
— ¿Sabías que Borja es gay? — el moro me lo susurró en el oído.
Algo no me cuadraba.
— Pero si él odia a los gays.
— Te equivocas. — negó Will mientras me daba cachetadas en el moflete — Él no odia a los gays, él odia serlo.
Antes de que pudiera preguntarle salió a toda prisa del instituto porque seguramente le esperaban los gángsters en algún rincón del pueblo dejándome con las dudas que tenía sobre Borja. Quería preguntarle cómo es que él sabía que era gay si para serlo lo ha guardado muy bien el secreto.
Hace 6 días, el domingo de la semana pasada, salieron en las noticias que por la noche los gángsters habían vuelto a rondar por las calles para destrozar tanto propiedades públicas como privadas. Pero con un buen abogado lograron salir de la cárcel pagando con dinero que les sobraba. Will seguro que estuvo involucrado en el incidente, ¿cómo logró al día siguiente presentarse a La Academia y sin ningún cargo? ¿Noa lo ayudó? ¿Tanto poder tiene por llevar el apellido de una antigua familia mafiosa?
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LA ACADEMIA
Teen FictionDiez estudiantes decididos en dejarse ayudar, para ser unos dieces en exámenes y ceros en problemas en vez del revés, ingresan en una academia. Seis profesores decididos en cooperar, para que el plan de la recién llegada funcione, aceptan salvar a l...