CAPÍTULO 15 PARTE II

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ISA VARGAS

De camino a casa me quedé anonada por los efectos de la pastilla. ¿Seguro que no me habrá drogado?

Aparcó enfrente de mi casa y cuando bajé del coche me di cuenta de que ella aparcó medio coche encima del arcén y la otra mitad fuera de la línea del aparcamiento. No sé cómo se ha podido sacar el carnet de conducir.

Desde donde estábamos podíamos ver a mi padre adentro del bar rodeado de mujeres más jóvenes que él, un poquito más mayores que yo por cinco años como mucho, y ya llevaba siete jarras vacías sobre la mesa.

— ... Gracias por traerme. — agradecí.

Me despedí de ella porque la siguiente hora de clase le tocaba a ella. Se fue con su chatarra al instituto de nuevo y yo subí a mi habitación.

Ver mi propia cama fue un alivio, la de La Academia era un poco pequeña, y más para lo alta que era yo, encima estaba más dura que una piedra.

Me lancé directo a la colcha e intenté cerrar los ojos para dormir hasta que volviera mi padre del bar. De ninguna manera logré descansar ni un poco, la tos me despertaba cada minuto y se me había tapado la nariz.

Escuché las llaves de casa y cómo alguien abrió la puerta. Miré mi teléfono para descubrir que llevaba siete horas en la cama e igual me sorprendió que mi padre volviera tan pronto del bar, si suele emborrarse hasta la hora de la cena, que regresa y pone al horno una pizza del congelador.

— ¿Isa? — Bel abrió la puerta de mi dormitorio.

Mierda.

— Madre mía, tienes unas pintas horribles. — se asustó nada más verme.

¿Tan mal me veía? Eso hiere un poco mis sentimientos.

La chica dejó su bolso encima de mi escritorio, eso significa que viene directamente del instituto. No sé por qué hay gente que se molesta tanto por otras personas, no merezco que me trate así de bien, yo nunca lo he hecho con ella ni con nadie.

También trajo una bolsa del supermercado y desapareció un rato para regresar a mi cuarto con un cuenco de sopa de fideos. Vi que ella no soltaba la cuchara que supuestamente era para que yo me bebiera ese caldo, ni de coña voy a permitir que me dé de comer, no soy un bebé.

Le quité la cuchara y me alimenté por mí misma, mientras que ella me estaba preparando una infusión o algo raro para mi resfriado que trajo de la farmacia. ¿Había comprado todo esto por mí?

Sonó mi teléfono por las notificaciones y estaba encima de la mesa, así que no llegaba a ver quién era. Ella que estaba en mi escritorio preparando la bebida estiró la mano y miró los mensajes por mí.

— ¿Me das mi móvil? — dejé mi cuenco vacío a un lado de la cama para alargar mi brazo — Nadie me envía mensajes, así que debe de ser importante.

A veces odio que mire mi móvil, no tengo nada que esconder, pero ella es tan cotilla y celosa que a la mínima puede sacar las cosas fuera de contexto.

— Ya, tú misma has dicho que debe de ser importante. — sonó a una bronca lo que me dijo.

Me dio el móvil y vi las notificaciones que eran de Eda. ¿Esta de qué tenía que hablar conmigo? Todos los mensajes estaban marcados como leídos, sabía que Bel los leería. La delegada de clase me había enviado todos los apuntes de las clases de hoy, los deberes corregidos de ayer y los de hoy hechos. Y aún seguía en línea.

Eda_Sandoval:
cualquier cosa pídemelo y si tienes alguna duda hazmelo saber, estoy disponible a todas horas. cuídate mucho, gracias x lo de ayer y el chocolate ❤️❤️❤️

Vargas010🥵:
Dnada

Sentí un poco de culpabilidad porque sólo les escribí una palabra después de que ella me enviara literalmente todas las tareas, debo de agradecerle por lo menos.

Apagué el móvil porque Bel me estaba matando con la mirada. ¿Y ahora qué he hecho? Fingí que no sabía sobre su enojo y volví a encender el teléfono para ver el nuevo mensaje.

Eda_Sandoval:
Xq tienes ese nombre? 👄

Vargas010🥵:
Pq soy sexy, no t mola?

Me reí sola.

Bel me quitó el móvil de las manos y lo tiró a la cama que al rebotar casi se cayó al suelo. Inmediatamente me empujó hasta tumbarme sobre el colchón y se puso encima mía. Vi que tenía intenciones de besarme, así que giré mi cuello y me mordió en la oreja. ¿Me iba a morder los labios?

— Te voy a contagiar. — la aparté con brusquedad hacia un lado y me puse de pie — Es mejor que te vayas a tu casa.

— ¿Qué tienes con esa niña? — me enseñó mi móvil para hacer referencia a ella — ¿Por qué le escribes de vuelta?

Empecé a enojarme más de lo normal, se venía una discusión fuerte que lo sé por las tantas experiencias.

— Si sólo me ha mandado los deberes. — me defendí sin más.

— ¿Tú dónde has visto que alguien le mande literalmente todas las tareas del instituto? — me riñó — Además, Ester me ha dicho que ayer estabas con ella cuando yo estaba en mi casa llamándote para una videollamada. — encendió mi móvil para enseñarme el chat de Eda — ¿Tú ves normal esos corazones?

Bel estaba exagerando demasiado las cosas. Eda sólo me ha agradecido por el chocolate de ayer porque llegamos tarde a la hora de la comida y habían vaciado todo. Está siendo muy celosa.

— Bésame si es que me quieres. — la ricitos estiró de mi chaqueta del chándal para acercarme a ella.

Una cosa es que la besara porque no me apetecía enrollarme con nadie más y otra cosa era besarla porque me está pidiendo muestra de amor.

Negué con la cabeza y me alejé para quedarme de pie en la esquina de mi habitación con la mirada fija en la ventana. ¿Cuándo volverá mi padre para echarla de casa?

Noté una sombra y vi que era porque Bel levantó el brazo. Pensé que me iba a pegar una bofetada y por eso le agarré de la muñeca, pero vi que la palma de su mano iba en dirección a su mejilla directamente. ¿Iba a pegarse a sí misma?

— Si es que soy una idiota. — me miró furiosa a los ojos — ¿Cómo pude enamorarme así de ti? Si es que hasta parezco una loca, no debí ilusionarme nunca con cualquier cosa que venía de ti.

Se le humedecieron los ojos y enseguida me empujó hacia un lado para irse de mi casa cerrando de un portazo tras coger su bolso.

Me quedé mirando a la nada preocupada por lo que pasó, ella nunca se había enfadado así. Las otras veces me echaba en cara que estaba siendo muy seca con ella o que no le prestaba atención. Sin embargo, esta vez pude notar cómo le rompí el corazón en pedazos.

El ticket de las compras que realizó las vi en el fondo de la bolsa de la farmacia viendo que se había gastado casi cincuenta euros entre la compra que hizo para llenar la nevera de mi casa y los medicamentos que se quedaron a medio preparar encima de mi escritorio, y el bol de fideos aún seguía sobre mi cama.

Por estas cosas no quiero que nadie en absoluto haga nada por mí, no soy capaz de querer a nadie y menos de devolver todos los favores. Todo por culpa de una persona que ya no está en mi vida, pero que me cambió en absoluto.

Suspiré profundamente, dolida por el resfriado y por el llanto de Bel que vi con mis propios ojos. El miedo del abandono me invadió otra vez por completo. Empecé a hartarme de que en los momentos donde quería ser más fuerte es cuando más débil era. Mis manos temblaban solas al igual que mi pierna izquierda, me mordí las uñas. Furiosa por no saber cómo evitar que se me asomasen lágrimas le pegué un puñetazo al armario que tenía a mi lado y tiré el cuento al suelo rompiéndose a pedazos, como estaba yo, hecha añicos.

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