CAPÍTULO 15 PARTE I

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Desayunaba sola en cafetería mientras me estaba leyendo un libro de Dylan Davis Collins que hablaba sobre la muerte y la enfermedad, el hecho de que te arrebaten la vida de un ser querido. Casi a primeras horas de la mañana este libro me iba a hacer llorar al recordar el día que Luisa disparó a Emma.

Me quedé petrificada viendo mi propio reflejo en el vaso de café pensando en mis años jóvenes y lo mal que lo pasé.

Sentí cómo alguien posó su mano en mi hombro y me giré bruscamente para sujetarle fuertemente de la muñeca.

— Ey, tranquila. — se asustó más que yo el profesor Ribaul de educación física — Venía a hacerte compañía, no es nada delicioso desayunar sola, la comida sabe mal.

Le solté y le hice un hueco a mi lado para que dejara su bandeja en la mesa.

Comimos en silencio porque no teníamos de nada que hablar y más porque yo aún seguía leyendo el libro que me dejó ayer por la noche Emma en conserjería.

— Yo también he leído un libro suyo. — señaló el que estaba leyendo — Creo que se titulaba Mi corazón de cristal, deberías también de leerlo.

El título de ese libro me pareció que lo vi en algún momento. Entonces recordé el día que mis amigos y yo nos detuvimos enfrente de una librería para descansar porque habíamos terminado de huir de un señor gruñón de la frutería porque una de mis amigos le tiró un tomate a la cabeza de otra. Y en ese entonces me había fijado en el título de ese libro que aún hoy en día no me he leído todavía porque sonaba demasiado cursi.

Alguien más apareció en la cafetería y enseguida Ribaul se fue, ¿desde cuándo un profesor le tiene más miedo a una estudiante? ¿No debería de ser al revés?

Isa no tenía muy buena pinta, así que inmediatamente dejé mi bandeja sobre el mostrador y la acompañé a conserjería para que le tomaran el termómetro, ella tenía una fiebre de cuarenta grados, me pregunto cómo ha sido capaz de salir de su dormitorio sin haberse desmayado y sin ayuda de nadie. Supongo que al igual que yo, a las dos no nos gustaba preocupar a nadie de nuestro alrededor y menos en pedir ayuda.

💫 💫 💫

ISA VARGAS

Desperté con un dolor de garganta, eso ya era mala señal, siempre que me resfriaba empezaba con este síntoma.

Ayer por la tarde cuando volví a mi dormitorio no paré de estornudar aunque me hubiera quitado la camiseta mojada.

En la litera de arriba Ester aún seguía durmiendo, ella nunca se despertaba hasta que no faltara media para empezar las clases porque utilizaba ese tiempo únicamente para maquillarse.

Fui al baño para darme una ducha rápida y a ver si se me bajaba la temperatura corporal porque sentía demasiado calor.

No pude evitar no toser y me agarré al grifo de la ducha para no caerme. Mi cuerpo se sentía muy débil, hasta ponerme de pie se me hacía muy pesado.

Salí del dormitorio cuando me puse un chándal que tenía por el fondo del armario y me dirigí a la cafetería para buscar a Noa.

Iba a aguantar el día para luego esta tarde descansar, pero como estaba en serio que no podía ni moverme.

Por el camino me encontré en el pasillo con mi mejor amigo que estaba sentado en el suelo haciendo los deberes. ¿No tiene un escritorio en su dormitorio?

— ¿Qué haces aquí? — carraspeé al darme cuenta que estaba afónica de tanto toser.

— Nada, hacer los deberes. — Cris suspiró por el dolor de culo que tenía de sentarse en el suelo — Borja me ha tirado del cuarto porque se estaba dando una ducha y le incomoda que un gay como yo esté en el mismo cuarto.

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