ISA VARGAS
Al día siguiente volví a La Academia. No tenía ganas de estar sola en casa con mi padre y todavía menos cuando volvió a la noche me riñó por estar enferma pensando que lo había hecho a propósito para liberarme del instituto.
Llegué diez minutos antes de que empezaran las clases y los de conserjería me dejaron entrar antes que el resto de alumnos que esperaban en la puerta porque yo traía el certificado de La Academia, entonces mi obligación era estar adentro del instituto toda la semana menos los findes.
Me encontré con Bel en la puerta, pero ella se dio la vuelta y se juntó con su grupo de amigas populares ignorándome. Siempre he tenido el miedo de que la gente acabe abandonandome, por eso es que casi siempre la ignoraba para no encariñarme con ella. Y al final, por más que la evitara, acabé sintiéndome mal por ella.
Por los pasillos me encontré con Noa que estaba revisando que sus alumnos ya se estaban preparando para las clases y al encontrarse conmigo se extrañó.
— ¿Qué haces aquí, moribunda? — se acercó para poner su mano en mi frente — Ya no tienes fiebre, pero por tu mal aspecto es que todavía no te has recuperado. Sólo te has ido un día.
— Estoy bien.
Levanté mi mochila como si fuera una pesa para mostrarle que ya había recobrado las fuerzas, aunque mi cara parecía la de una muerta. Es que ayer no pude dormir, y no sólo porque los mocos me habían tapado la nariz o que el tos me despertaba a cada hora.
Noa se rió y me dejó sola en los pasillos de los dormitorios. Una puerta se abrió detrás de mí. Del dormitorio salieron las tres chicas que dormían ahí adentro. La primera a la que vi fue a Eda y nada más verme apartó la mirada. ¿Será que Bel tenía razón?
Tampoco es que quiera comprobar si le gusto o no. Nada más quiero agradecerla por los deberes. Fotocopié todas las fotos y no hice nada más en la tarde de ayer gracias a ella.
— Oye. — la cogí del brazo cuando vi que tenía intención de irse — Los deberes de ayer... quiero darte las gra...
— Preciosa, gracias por los deberes. — me interrumpió Álex, que la abrazó, a lo que le solté del brazo de inmediato.
Varios de nuestros antiguos compañeros de bachillerato se asomaron a los pasillos del dormitorio y agradecieron a la delegada por los apuntes que les hizo aprobar el examen de historia. Más bien le estaban haciendo la pelota para que a la próxima les volviera a hacer los apuntes.
Un grupo de niños más pequeños, creo que de cuarto de secundaria, también vinieron para agradecerle por pasarles los deberes de matemáticas y le dieron unas nuevas tareas para que las hiciera.
Y hasta Borja e Izan le dieron las gracias por los deberes hechos de ayer.
— ¿Me querías decir algo? — Eda giró su rostro para verme.
— No, nada. — contesté fríamente.
Bel era una idiota, se puso celosa por una cosa absurda. A todo el mundo le manda los deberes y todo lo que le pidan. Yo también he sido demasiada estúpida como para pensar que a ella le gusto, si está ciega por Álex.
Me dirigí a mi clase y me senté en el fondo. Dejé la mochila en el suelo y cerré los ojos después de cruzarme de brazos. No estoy de buen humor como para soportar a los gilipollas de mis compañeros.
— Parece que Bel y tú habéis discutido. — escuché la voz de Cris y al abrir los ojos le vi — Lo siento si fue por mi culpa, yo no quería traeros problemas. De verdad que voy a intentar que arregléis lo vuestro, perdóname.
— Fue por mi culpa. — suspiré.
El resto llegaron a la clase junto a la profesora América de inglés y desvíe la mirada a la ventana para no tener que mirar a nadie.
La profesora comprobó que tuviésemos los deberes hechos y nos dio una nueva ficha de actividades para practicar el examen que lo teníamos cerca.
Acabé los ejercicios en media hora y me tumbé encima de la mesa para pegar una siesta al igual que Cris.
Todos estaban en silencio y mi propio cuerpo me traicionó. Me entró un ataque de tos que asustó a mi propio amigo que se despertó de su profundo sueño.
— Señorita Vargas, ¿se encuentra bien? — se acercó la profesora.
Fingí seguir durmiendo, hasta que puso una mano suya encima de mi cabeza para intentar despertarme.
— No me toques. — la miré de manera amenazadora.
Apreté fuertemente la mano y enseguida la retiró de mi cabeza. Me miró molesta por el tono de voz con el que le hablé y regresó a su asiento.
El resto de la clase se me quedaron mirando y les saqué el dedo del medio.
Finalizadas las clases, América se fue y mis compañeros se levantaron de sus asientos para hablar entre ellos.
Con la cabeza apoyada en la mesa y escondida entre mis brazos escuché cómo Mei estaba insistiéndole a su amiga que le hiciera los apuntes de inglés para estudiar para el examen.
— A mí también, por favor. — suplicó Álex.
— Lo siento, pero hoy tengo que hacerle un trabajo a un niño de tercero, no me da tiempo. — se disculpó Eda.
— Va, por favor, seguro que no tardas nada. — Mei siguió insistiendo — Sabes que a mí se me da mal únicamente el inglés.
— De verdad que no tengo tiempo.
Mei la chantajeó con subir las fotos que le tomó a ella y a Álex si no le hacía los apuntes para estudiar. Álex le manipuló diciendo que hiciera el resumen por la bonita relación que tenían.
Sus discusiones me estaban dando dolores de cabeza y furiosa me levanté de mi asiento. A rápidos pasos me dirigí hacia ellos y separé a los dos molestos de la delegada.
— ¡¿No habéis entendido que un no es un no?! — les grité a ambos, luego me dirigí a Eda — Y tú, deberías de dejar de ser tan tonta. Yo ayer no te pedí los deberes y no deberías de hacérselos a nadie más que para ti misma.
— ¿Qué le acabas de llamar a mi amiga, puta bollera? — Mei me sujetó del cuello, de por sí ya no podía respirar bien por el resfriado.
— Mira chinita, estudia por tu propio coño y deja a los demás en paz. — le demandé.
Quité su mano de mi cuello para recuperar la respiración y le cogí de la ropa para asustarla. De pronto alguien me dio un puñetazo en las costillas empujándome a un lado y choqué contra la esquina de una mesa.
— Bollera, déjala en paz. — me amenazó Will con el puño bien alto.
Se me formó una sonrisa en el rostro a pesar de que me hubiera golpeado antes.
— ¿Quién iría a decirme que te has enamorado de ella? — me reí acercándome a su rostro.
— Eres una mentirosa. — expresó cabreado.
— Puto moro, déjate de meterte en mis peleas. — se quejó Mei sin tener ni idea de lo que le dije a Will.
El moro regresó a su asiento y yo al mío. Mei no volvió a insistirle nada a su amiga y Álex se pasó el día pegado a ella como una lapa.
Cris se extrañó por mi repentino cambio de humor, porque esta mañana tenía muy mal genio y ahora estaba sonriendo. Encontré una debilidad de Will.
Cuando por fin se acabaron las infernales clases me di cuenta de que Álex me siguió a la cafetería. Estaban algunos profesores comiendo y por eso es que se acercó a mi oído para susurrarme que robara el examen de inglés por él para saberse las preguntas.
El puñetazo que le di enfrente de todo el mundo me costó una charla en dirección junto a Noa y el director, pero me sentía satisfecha.
ESTÁS LEYENDO
LA ACADEMIA
Teen FictionDiez estudiantes decididos en dejarse ayudar, para ser unos dieces en exámenes y ceros en problemas en vez del revés, ingresan en una academia. Seis profesores decididos en cooperar, para que el plan de la recién llegada funcione, aceptan salvar a l...