First
Cerrábamos todos nuestros conciertos con una cover de What’s Up, de 4 Non Blondes, a dos voces.
Manteníamos el ritual desde que tocábamos en bares cutres a cambio de cerveza fría hasta entonces, cuando lo hacíamos en un local medio decente con gente que realmente disfrutaba con nuestra música. Era nuestro talismán y, gracias a que Jong la había jodido con el solista, me veía en la encrucijada de tener que cantar.
Empezaría él, como siempre, yo me uniría en «And I say, hey-ey-ey-ey», me cedería el mando en «And I try, oh my God do I try» y nos juntaríamos de nuevo en el estribillo. A diferencia de la traca final, este tema nos gustaba interpretarlo de un modo íntimo, como si le estuviéramos haciendo el amor a la letra y prolongásemos el orgasmo en la garganta. Neo paraba de hacer llamativos malabares con la guitarra y Namtan entornaba los ojos extasiada mientras la voz de Jong, más irreverente y vibrante que nunca, empastaba con la mía rota. Lo teníamos dominado. Al cabo de cinco minutos estaríamos despidiéndonos.
El mellizo y yo arrancamos al unísono las primeras notas a las cuerdas y Jong se incorporó justo a tiempo. Sostenía el micrófono con ambas manos pegado a la boca y ladeaba la cabeza de un lado a otro mirando fijamente hacia abajo, como si viese a las personas que se agolpaban enfrente del escenario en lugar de estar cegado por los focos. Cada movimiento estaba medido, pero él lograba que pareciese natural.
Deshacía al público, no hay otra manera de decirlo. Todo iba sobre ruedas cuando desencajó el micro del trípode para acercarse a mí. Los asistentes bailaban mecidos en un mar en calma y nos estaba quedando una canción muy buena para que cayese el telón. Me saqué el chupete de la boca e iba aempezar a entonar cuando algo inesperado entró en escena para perturbar nuestra paz.
Parpadeé un par de veces confundido mientras seguía el rumbo que me marcaba el gesto disimulado de mi amigo, y es que allí, bajo las tablas, estaba él , el chico bonito. Se aproximaba como una apisonadora tambaleándose como si se hubiera bebido todas las botellas de ese bar y hubiese atracado el siguiente. El pelo revuelto, parecía una bola de paja enmarañada de las que cruzan el desierto y había perdido el sentido del oído, porque era imposible que no escuchase las quejas de la gente a la que apartaba para llegar a la primera fila. —Dámelo. —Levantó su mano exigente.
Jong y yo nos miramos sin saber muy bien qué hacer. —¡Que me lo des...! —Saltó e intentó atraparlo. No era la primera vez que un espontáneo quería que le dejásemos el micrófono a toda costa. Normalmente cedíamos, salvo en dos excepciones: que la persona en cuestión fuese pasadísima o que el tema que estuviésemos tocando en ese momento se tratase de What’s Up. Él cumplía las dos. Era un no rotundo—. ¡Tengo que cantar! —Balbuceó no sé qué rollo de hacer locuras y arrepentirse—. Venga, chico, no puedes estar aquí —me imitó y se partió de risa solo—. Vaya, así, de cerca, tus labios son tan bonitos... —Hipó ido y sus dedos se desplazaron hacia ellos—. Seguro que besas bien, seguro que... —Le enchufé el micrófono antes de que el resto de los asistentes, que ya lo abucheaban sin piedad, lo echasen a patadas a la calle, y me preparé para ser testigo de cómo destrozaban una de mis canciones favoritas—. ¡Por los idiotas que engañan a sus novios y los atrapan! —chilló.
Lo oí carraspear y entorné los ojos con resignación. Al terminar, cumplió su amenaza de echarse a cantar. Estoy seguro de que todos en ese pub nos sorprendimos. Maldición con la voz que se gastaba este chico bonito, mataba del gusto. Despegué los párpados poco a poco porque necesitaba verlo para creerlo. Ese timbre, su inexperta afinación, la musicalidad, el ritmo... Joder, cubría agudos inalcanzables como si se tratase de un maldito juego en lugar de una genialidad.
Era impactante. Sublime. En aquel momento lo distinguí a través de su voz, y él ... él perdió el equilibrio.
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La Noche que Paramos el Mundo
FanfictionKhaotung tenía la vida ordenada y segura que creía desear. Hasta que aquella noche que tenía que ser perfecta cayó el telón y todo voló por los aires. First vivía el presente. Despreocupado. Sin futuro. Con sus propias normas. Hasta que el solista d...