Verso 4

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Khaotung


Ocurrió demasiado rápido.

Recuerdo las imágenes como una sucesión de coloridos y borrosos fotogramas encadenados. First abatido en el suelo. Jong abalanzándose junto a él para colocarlo de lado y gritar a cualquiera que pudiera escucharlo «¡que alguien llame a una puta ambulancia!» con el rostro desencajado.

Gente acumulándose. Y yo sin saber cómo reaccionar, confuso, con el cuerpo entumecido y destemplado tiritando de la impresión, de la incomprensión. Percibía el sonido como algo lejano, ajeno, voces distorsionadas que se colaban por mi oído y se mezclaban con un zumbido ininteligible. No comprendía la desproporcionada reacción del rubio. First se había mareado, había perdido la conciencia. No era tan grave, ¿no? ¿Por qué actuaba como si lo fuera? Me estaba asustando, instalando una sensación de vértigo en las entrañas que provocaba que el backstage diese vueltas y que tuviese ganas de vomitar.

Un taladro en la cabeza y vacío. Alguien enlazó sus dedos con los míos y presionó con fuerza para traerme de vuelta. Miré. Era Gawin, su hermano, quieto junto a mí, sereno, como transmisor de paz.

—¿Qué le pasa a Jong? —mascullé.

Tiene miedo.

—¿De qué?

De que First se esté muriendo. Piensa que la cuenta atrás ya ha empezado.

La Noche que Paramos el MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora