Verso 5 - Khaotung

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Khaotung

«¿Ya me echabas de menos, chico bonito?»

¿Perdona? ¿Podía ser aquel musicucho más impresentable? Sí.

—Antes de que sigas, me veo en la obligación de confesarte que mis labios no están interesados en ninguna proposición indecente.

Si hubiese acompañado su desafortunada intervención con un guiño socarrón, chulesco, habría tenido un pase. En plan este tío es un cretino y punto. Pero no. Con First no funcionaba así. Él mantenía un gesto serio, inescrutable, con la boca recta y el reflejode una ligera curvatura de labios que tan solo pude intuir y que me pareció toda una provocación dadas las circunstancias. El muy maldito no solo recordaba la noche anterior con todo lujo de detalles, lo peor era que no tenía ningún reparo en restregármelo por toda la cara.

Debía reponerme al embiste, y pronto. —¡Serás...! —Ardí de rabia con los morritos fruncidos, lo que no fue mi mejor estrategia, ya que no solo no le afectó, sino que dejó de lado lo que estaba haciendo para aguardar curioso con el rostro ladeado un insulto a la altura de las expectativas que el tono rojizo de mis mejillas había creado.

Sin embargo (minipunto para mí), me mantuve sereno, no sé cómo lo logré, pero me templé—. Fue una apreciación puramente objetiva, como cuando valoras arte. No te hagas demasiadas ilusiones.

—Entre tú y yo, si quieres que alguien no se haga demasiadas ilusiones, deberías probar a no compararlo con una jodida obra de arte.

El pelo mojado le caía por encima de la frente delatando que no hacía mucho que había salido de la ducha y masticaba chicle con un movimiento contundente de mandíbula que me pareció insultantemente sugerente, enmarcando el contorno de su incuestionable expresión masculina. Para más inri, empezó a sonar Cry to me, la única canción del universo musical que, por lo que sea, desde siempre me había parecido que tenía un toque picante, sexual, que te invitaba a desear contonear las caderas con la cadencia de la sedosa voz del cantante. Parpadeé para escapar del embrujo. —¿Siempre eres tan odioso?

—Solo los viernes.

—Venía a devolverte la cadena, pero ahora no estoy del todo convencido de que me apetezca.

Le mostré la joya artesanal plateada con una esfera en la que se podía leer GAWIN y me la arrebató de las manos. Recuerdo sus ojos chocolate observándola como si fuera el mayor tesoro de la humanidad, la nuez de su garganta subir y bajar al tragar saliva aliviado, y sentir el absurdo deseo de que ojalá alguna vez alguien me mirase a mí como él a esa chatarra.

—Mi cadena.

—Dile a tu novio que lo compadezco.

First se apresuró a abrochársela alrededor del cuello y aproveché el paréntesis para echar un vistazo detrás de él al cartel que estaba colgando antes de mi interrupción. Daba la sensación de que lo había hecho un niño de ocho años que acababa de aprender a usar Paint. Mix, estudiante de Diseño Gráfico, se habría arrancado los ojos de cuajo. Anunciaba dos días de casting para ser vocalista de Al Borde del Abismo ese mismo fin de semana. —Parecen desesperados.

—Podrías presentarte a la audición. Pagamos bien y anoche lo hiciste medio decente. —Sonreí con sarcasmo y, al darme cuenta de que no lo proponía de broma, mi sonrisa se transformó en una carcajada.

—En serio, mi respuesta a cualquier cosa que suponga que tú y yo volvamos a coincidir en el universo es una rotunda negativa. —Me di la vuelta coqueto negando divertido con la cabeza y él me llamó.

—Chico Bonito.

—¿Sí?

—Tus labios también son bonitos, de un modo puramente objetivo, claro.

Tuvo que darse cuenta del escalofrío que trepó por mi columna vertebral y el respingo que di, pero no hizo ningún comentario al respecto. Volvió a lo suyo y los dos pensamos que aquello era una despedida definitiva.

Qué equivocados estábamos...

La Noche que Paramos el MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora