Verso 2

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Khaotung


La competencia para ser los teloneros de Balazo al Corazón era feroz y francamente buena. Algunas bandas superaban (y con creces) la calidad de los componentes del grupo principal, que estaban tirados en primera fila medio groguis a consecuencia de los porros que no dejaban de fumar y no ocultaban su nulo interés por el casting, como si este fuese más una elaborada estrategia de su manager para blanquear su imagen y que la prensa dejase de hablar de cierta pelea a la salida de una discoteca que se les fue de las manos que una prueba formal para ayudar a despuntar a una banda desconocida.

Una completa decepción que compensaba con los brutales conciertos gratuitos de nuestros rivales que teníamos el placer de presenciar. -Tú..., tú..., tú...

-Sí, Neo, sí, a mí también se me han caído los huevos al escucharlos -dijo Jong cortando el balbuceo del guitarrista, y chasqueó la lengua ofuscado. Luego frunció tanto el ceño que las cejas se le unieron formando un arco.

-Son un KO asegurado para la banda que suba detrás y da la casualidad de que somos nosotros. Estamos vendidos.

-Cállate.

-No puedo. Cuando me pongo nervioso se me sueltan la tripa y la lengua. -Nam asintió-. Joder, ni en pelotas y haciendo círculos con la polla lograríamos que los olvidasen. Lo menos humillante es retirarse.

-Nadie va a retirarse -siseó el rubio, y añadió menos tenso-: En contra de sacarnos la polla y hacer círculos no tengo nada.

El resto los observábamos como a una pelota moviéndose en mitad de un partido de tenis de lado a lado. Dragones y Magnolias eran de lo bueno lo mejor, como había dicho Neo, pero no los veía insuperables, quizá porque confiaba más en las cuatro personas que me acompañaban y en su talento que ellos mismos. Por una vez, la rueda de la inseguridad viraba de dirección. Miré a First. Me sorprendía que no hablase y al contemplarlo creí adivinar el motivo. Jong, el desligado y poco comprometido Jong, había tomado las riendas de la situación y parecía realmente involucrado en solventarla. Quería dejarlo hacer. Darle alas. -Nosotros éramos mejores, el problema es que nos hemos acomodado. Hacemos siempre lo mismo, finde tras finde, y el público lo nota. Nos falta magia y es hora de recuperarla.

-¿Qué propones? He oído maravillas de unas setas alucinógenas que...

-Propongo improvisar, Neo, hacer algo que nadie, ni siquiera nosotros, esperemos. Así, a las bravas, espontáneos, jodiéndola descomunalmente o reactivando la chispa. Pasárnoslo de puta madre arriba. -Carraspeó-. First, Dinamita, propongo que ustedes dos interpreten a dúo Desnúdame con la lengua.

Se me desencajó la mandíbula. La emoción del discurso motivacional dio paso a la más absoluta perplejidad. ¿Cómo...? Desnúdame con la lengua era un tema que no habíamos ensayado, bastante subidito de tono y... ¿Nadie iba a decirle nada? ¿Poner el grito en el cielo? ¿Oponerse? Por lo visto, no, las personas no se indignaban cuando a mí me convenía. Me tocaba hacerlo con las mejillas ardiendo. -Es tu canción. Nunca cedes ni un acorde de protagonismo con ella. Estaría feo por nuestra parte adueñárnosla -traté de sonar sincero, hacerlo entrar en razón.

-Es una canción sexi, morbosa, y ustedes dos juntos déjense llevar y liberando química pueden transforse en sexo. Si tenemos alguna oportunidad, este es el camino. Que la gente los oiga follar, los vea follar y se sumen al polvo masturbándose extasiados.

-¿Perdón? -Abrí los ojos como platos. ¿Estaba sugiriendo hacer una bacanal en directo?

-No es literal, Dinamita, es... Una buena canción debe ser como un orgasmo. Si Balazo al Corazón se corre, serán nuestros, ¿verdad, First? -buscó su apoyo. El bajista lo examinó con detenimiento y afirmó con la cabeza.

La Noche que Paramos el MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora