Canción 2 • Dos mundos destinados a colisionar •Verso 1
Khaotung
Me despertó la claridad que se colaba por la ventana que, en mi penoso estado, había olvidado cerrar.
Rodé sobre mí mismo lamentándome. Tenía un asqueroso hilillo de baba colgando y la boca pastosa y seca en lo que ya podía denominar la primera resaca oficial de mi existencia. Había oído hablar mucho de sus síntomas, el fatal dolor de cabeza, las terribles náuseas, caca, sed y, la más inquietante, las famosas lagunas en blanco. Ojalá las hubiera sufrido. Ojalá parte de la noche anterior se hubiera borrado de mi mente. Pero no, lo recordaba todo, desde ponerme ciego hasta... «¿Llegué a mandarle la foto del calvo con la peineta a Force? —pensé—. Por favor, por la poca dignidad que me queda, que Mix me lo impidiera.»
Me tapé la cara con la almohada como si fuera a servir de algo y la aparté al segundo. Puaj. Apestaba a alcohol, toda la habitación lo hacía, incluido yo. Di una arcada del asco, porque mi borrachera no me ofrecía amnesia selectiva, pero malestar, un rato. Me puse en pie de un salto y corrí a abrir de par en par las ventanas de mi habitación para poder respirar. En ese momento, aprecié otro de los efectos colaterales de los chupitos del demonio. Seguía llevando la misma ropa de la noche anterior. Eso sí, como si me hubiera pasado un camión por encima y, por el dolor de mi cuerpo, tampoco podía descartarlo del todo. Tanteé mi cuello para quitarme el pañuelo agradeciendo no haberme ahorcado con él y aprecié que no lo llevaba. ¿Dónde estaba? En el perchero o en la silla, no. Estaba en...
Traté debloquear el recuerdo que me ofrecía la pista definitiva al mismo tiempo que observé una cadena de plata que no me pertenecía encima del tocador. Si hubiera tenido una pistola cargada, me habría disparado allí mismo. Ya no era solo que la noche anterior me hubiese dado la borrachera, era que me había caído de culo en medio de un pub de mala muerte, tras robarle el micrófono a uno de los cantantes y decirle que sus labios eran bonitos y, para más inri, en pleno intento de mantenerme sobre las dos piernas le había arrancado la cadena del cuello.
Aquel desastre no lo solucionaba cambiándome de ciudad. Como mínimo tendría que mudarme de continente. Chasqueé la lengua y cogí el fijo para llamar a Mix. —¿Anoche evitaste mi suicidio social?
—Sí, te salvé el culo. —Bien, bien, por lo menos me había quitado el teléfono antes de que cometiese el error de enviarle a Force la fotografía de mis posaderas y el dedo corazón.
—Gracias a Dios.
—No, gracias a mi habilidad para robarte el móvil. Eras un saquito de malas ideas. Estabas pletórico, nene —pronunció con orgullo. Apoyé la espalda en la pared y suspiré avergonzado.
—Me quiero morir.
—Toma paracetamol.
—No necesito medicarme. Necesito una lobotomía para olvidar lo que ha pasado en las últimas veinticuatro horas. Qué ridículo más horrible.
— Khaotung, te enteraste de que tu novio te la pegaba con tu amigui y se te fue un poco de las manos, ¿y? —«¿Y?, dice, cómo se nota que no es a él al que Lindsay Lohan poseyó ayer durante unas horas», pensé—. Cariño, relativiza, no es por desilusionarte, pero lo que hiciste no fue nada novedoso, se repite cada jueves en distintos puntos de la geografía. Estaba claro que Mix no era capaz de valorar la gravedad de la situación.
Me vi en el deber de refrescarle la memoria. —Pagué más de diez chupitos y la mayoría me los tiré por encima.
—Cuestión de puntería, así estabas más fresquito.
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La Noche que Paramos el Mundo
FanfictionKhaotung tenía la vida ordenada y segura que creía desear. Hasta que aquella noche que tenía que ser perfecta cayó el telón y todo voló por los aires. First vivía el presente. Despreocupado. Sin futuro. Con sus propias normas. Hasta que el solista d...