Ardiente Deseo cuenta la historia de Enzo kisngley, un jefe de la mafia que, obligado a mantenerse bajo perfil, se infiltra en una universidad haciéndose pasar por profesor durante una semana. Para él, se trata de una medida temporal, solo una estra...
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Denisse Fizgerald
Hamburgo Alemania
Dicen que por las noches el diablo camina, pero esta noche yo seré el diablo y tendrán que pedirme perdón de rodillas, suplicando, llorando, piedad por sus patéticas vidas. No pienso atrasar esto más, los días del señor Smith están contados.
Esta mañana Enzo pensó que me podía hacer cambiar de opinión, él me dio su apoyo, pero no lo quiero ni necesito. Voy a hacer esto por mi cuenta y no quiero a nadie metiendo sus narices en lo mío, esto es entre yo y ese maldito bastardo.
<<Agnes ya se divirtió todo lo que quiso, ahora me toca a mí>>
Estacioné el auto detrás de unos arbustos, me miré al espejo, perfecto. Tengo la ropa rota y desgastada, el pelo revuelto, estoy toda sucia y tengo sangre en la ropa. El plan perfecto. Salgo del auto dejándolo detrás de los arbustos y camino hacia la casa de la ex esposa del señor Smith, arrastrando el pie. Me paro frente a la puerta.
Cierro los ojos, hago salir las lágrimas y suelto un suspiro. Comienzo a tocar la puerta frenéticamente.
—¡Por favor! ¡Ayuda!
Llamo una y otra vez y, por fin, la puerta se abre y veo a la cara de la señora Smith.
—¿Qué está pasando aquí? —dice la señora Smith.
Su cara se aguanta cuando me mira, y se sorprende al ver la sangre en mi ropa.
—¡Oh, Dios mío, ¿qué le pasó!?
Me tambaleo hacia adelante y comienzo a llorar desconsoladamente.
—Intentaron violarme —sollozo, haciendo que la señora Smith se quede helada.
La señora Smith se queda en silencio durante un momento y luego se aparta para dejarme pasar a su casa.
—Ven dentro —dice, con una voz temblorosa.
Yo me seco las lágrimas y me dirijo al interior de la casa.
Me quedo parada al lado de la puerta temblando ligeramente. La señora Smith cierra la puerta con seguro.
—Ven, linda —dice caminando camino detrás de ella mirando todo a mi alrededor pasando hacia una sala anticuada—. Puedes sentarte tranquila, vengo ahora, haré una taza de té.
Solo asiento con la cabeza sentándome.
<<Esta casa está anticuada, sin color, muy pequeña y parece una casa de pobres>>
Oigo un pequeño sonido proveniente de las escaleras y dirijo mi mirada disimulada hacia dos niños pequeños que me están mirando escondidos, una niña y un niño. Mmm, interesante, me voy a divertir mucho esta noche.
Bajo la mirada al suelo al ver a la señora Smith viniendo de la cocina con una taza en sus manos, comienzo a temblar ligeramente.
—Ya volví y te traigo una taza de té para que te mejores del susto, linda —menciona, pasándome la taza. La acepto, dando una pequeña sonrisa de agradecimiento. Ella me devuelve la sonrisa y se sienta frente a mí.