Capítulo 17

1.2K 85 20
                                    

Dos semanas después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dos semanas después

Denisse Fizgerald

En estas dos semanas de reposo pasaron varias cosas, mi relación con mi padre mejoró un poco, pero no confío en él, no puedo confiar en nadie.

<<El que confiado vive, traicionando muere>>

A las malas comprendí al haber pasado dos semanas viviendo con mi padre. Vi varias cosas, como que tiene una sala de entrenamiento para sus hombres y se pone nervioso cuando hablo con él.

Anoche lo vi entrar a mi habitación, pero me hice la dormida. Cuando se fue, vi que era mi propio traje de combate personalizado para mí.

<<Aunque no quiera aceptarlo, salté de felicidad>>

Me quito la toalla y me quedo en bragas de encaje negro. Me pongo el traje.

El traje es negro, ajustado a mi cuerpo, tiene algunos bolsillos, es elegante y poderoso a la vez. El color negro transmite fuerza y determinación, mientras que el diseño del traje resalta mi figura y me hace sentir confiada.

Camino hacia el espejo de mi habitación, me veo en él. Llevo el pelo suelto, me veo hermosa y sexy con el traje. Agarro una gomita para el pelo y me hago una coleta.

Suelto un suspiro mirándome. ¿No estaré muy flaca? ¿Y si papá me dice que no? ¿La coleta me queda mal? ¿El negro es realmente mi color? Pero me siento bien con el traje. ¿Y si las otras personas no piensan igual que yo? ¿De verdad me veo mal? ¿Y si Luisa tiene razón de lo que dice de mi cuerpo? ¿Soy una inútil?

Mis ojos se cristalizan, suelto otro suspiro aguantándome las lágrimas. ¿De verdad podré? ¿Podré salvarme yo sola? No quiero depender de nadie. ¿Y si de verdad no puedo? ¿Me veo gorda?

Sacudo la cabeza, saliendo de la habitación, bajo las escaleras, caminando directo hacia la cocina. Todas las sirvientas voltean a verme, les sonrío nerviosa.

—Buenos días señorita —dicen al mismo tiempo.

—Buenos días, ¿podrían tutearme por favor? —pido.

Niegan al unísono.

—Son las reglas señorita, no podemos —responde una asiento desanimada.

—¿Desea algo de comer señorita Fitzgerald? —pregunta la más mayor. Niego con la cabeza.

—Solo comeré una manzana —respondo. Asienten y una de ellas me pasa una manzana verde.

—Gracias.

Salgo de la cocina dándole un mordisco a la manzana. No puedo comer mucho, después engordo, pero si no como seré muy flaca. Veo un gran ventanal, me acerco a él curiosa. Veo un jardín lleno de rosas rojas, siento mi corazón palpitar rápidamente. ¡Son mis favoritas desde niña!

Ardiente Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora