Capítulo 20

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Enzo Kingsley

Mis ojos se abrieron de repente al escuchar una risa estridente y cómica.

Frente a mí estaba Dante, mi guardaespaldas de confianza, con las manos en las caderas, mirándome con una amplia sonrisa.

—¡Mira quién está aquí!—dijo Dante, riéndose tanto que estaba llorando de risa—¡Ay, Dios mío! ¡Jajajaja!

—Se ve que la fiesta te fue muy bien, Enzo —Dante se acercó y examinó las ataduras en mis manos con su mirada, y su risa no se detuvo.

—¿Quién te atacó así?—preguntó, bajando su tono de voz y volviendo a reír.

—Dante, si te sigues riendo voy a matarte—dije —¡Haz algo, maldita sea, y deja de reírte!

Riéndose, Dante se acercó a mí y comenzó a desatar las ataduras de mis manos. Cuando estuvo listo, hice un movimiento rápido y le golpeé el hombro, pero no podía tomar la situación en serio y me miró con una expresión estúpida en su rostro.

-Carajo, Agnes, te juro que de esta no te salvas.

Dante se aleja de mí riéndose, ruedo los ojos, me doy la vuelta, arreglo mis pantalones, meto la polla en el boxer, subo el zipper y me arreglo la camisa.

Suelto un suspiro de frustración y me doy la vuelta hacia Dante, que me mira como un payaso.

<<Maldito estúpido>>

Dante comenzó a reírse nuevamente, con los estremecimientos estremeciendo todo su cuerpo.

—¡Dante, carajo, deja de reírte, maldita sea! ¡Oh, juro por mi madre que te asesino!

—Ok, ok, ya, ya, Enzo, l..lo siento—dijo, tratando de mantener una expresión seria, pero fracasando rotundamente.

Me cruzo de brazos, alzando una ceja.

—Para ya, idiota. Oh, juro que voy a matarte y no estoy bromeando—ordené.

Levanta las manos resignado, aguantando la risa.

—Ya, ya, tranquilo, amigo.

—No soy tu amigo, inepto.

—Sé que me amas, pero si se puede preguntar ¿Quién te hizo eso?—pregunta.

—Fue Agnes—respondo. Veo cómo baja las manos lentamente y abre la boca impactada.

—¿Qué? ¿De verdad la Barbie ha vuelto?—dice asombrado. Solo asiento con la cabeza
—!Maldita sea, la Barbie ha vuelto!—celebra.

Sonrío negando con la cabeza.

—¡Sabía que solo ella podía hacer eso! ¡Esa es mi Barbie!—grita celebrando.

—Bueno, vámonos, tenemos a una Barbie que buscar—ordena, caminando hacia la puerta. Lo sigo detrás, sonriendo.

Pero antes de salir, lo agarro por la camisa.

—Le cuentas a alguien de esto y te asesino a ti y a toda tu familia. ¿Me oíste?—aclaro. Asiente, soltando una risa.

—Tranquilo, amigo, soy una tumba.

Lo suelto y salimos de la habitación.

Agnes Fitzgerald.

—¡La emperatriz ha vuelto!—grita el árbitro—¡Y parece que viene más sedienta que nunca!

Estoy de vuelta. Estoy lista para la acción. Estoy lista para poner mi vida en juego.

Me pongo de pie en el ring de pelea, con los gritos de los espectadores resonando en mis oídos. Mi adversario, un gigante fuerte y musculoso, se acerca a mí con una mueca en el rostro.

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