Capítulo 11

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Denisse Fizgerald

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Denisse Fizgerald

Salí del baño con las manos todavía mojadas. Mientras me secaba el pelo, escuchaba el zumbido de actividad por la casa. ¿Qué?

Me pegué a la pared y espié por la puerta. ¿Eran limpiadoras? ¿Y mi madre?

Le hice caso a Enzo y me di un baño de burbujas, me relajé y me puse una camisa blanca con una bola de disco de estampado, regalo de Greyce, y pantalones grises anchos y cómodos. Tengo mucho sueño, decido salir de mi habitación.

Bajando las escaleras, me encontré con Enzo sentado en la sala, hablando por teléfono. Su atención estaba centrada en la llamada, pero su sentido de percepción era tan agudo que se dio cuenta de mi presencia casi instantáneamente.

He escuchado su voz severa. Lo he visto hablar en tono autoritario, con confianza.

Su tono de voz y sus palabras gentiles me hacen relajarme un poco, quitando el hecho de que casi mato a mi madre. Un nuevo sentimiento se cuela en mí, una agradable sensación de seguridad y tranquilidad.

Pero hay algo más. Hay algo en la compasión de sus ojos, algo que me atrae a su lado.

Enzo se levanta y viene hacia donde estoy, parándose justo frente a mí. Sus ojos me miran atentamente, y me quedo en un trance.

—Denisse, la noche ha sido terrible para ti. ¿Puedes sentirte a salvo acá conmigo? —pregunta Enzo en un susurro. Su voz se apaga, y mi corazón se acelera. —¿Me permites cuidarte?

El tono de su voz me toca el corazón, y la forma en que me mira con sus ojos grises me derrite.

—Puedes cuidarme —le digo, y la verdad de mis palabras resuena como un timbre dorado—. Enzo, puedes cuidarme.

Enzo y yo nos quedamos en silencio, sus ojos grises desvelando una mirada suave y cautelosa. Entonces, con un movimiento rápido, él se inclina hacia mí. Su mano apoya mi mejilla mientras la cabeza y la suya se mueven lentamente hacia mí.

Sus labios se unen a los míos. Su cuerpo fuerte y caliente se acerca a mí.

La presencia del cuerpo de Enzo sobre el mío me encierra dentro de una burbuja de calor y alegría. Al principio, me quedo quieta, sin saber qué hacer. Pero sus manos fuertes, sus brazos poderosos me tranquilizan. Toco su piel y siento el calor y la fuerza que tiene.

—Enzo... —digo con una voz que apenas puedo reconocer.

Me acerca más hacia él, como si quisiera abrazarme y protegerme con su cuerpo. Con un movimiento sutil, su cabeza se inclina más hacia mí. Sus labios me besan con más fuerza ahora, con una intensidad que mata el dolor y la confusión que había antes.

—Ay, Denisse —susurra.

Nuestros labios se separan con dificultad, y cuando lo hacen, mi corazón palpita con fuerza contra mi pecho. Me besa el cuello, y yo lo jalo más cerca de mí, mientras me da besos suaves en mi piel. Suspiro.

—¿Te sientes bien? —pregunta Enzo, alzando su cabeza para mirarme.

En ese momento, la suave melodía de un timbre lejano rompe el hechizo de nuestro beso. Enzo retrocede y saca el teléfono de su bolsillo, mirando el número de la llamada.

—Maldita sea, lo siento, tengo que contestar —me dice.

El hechizo se ha roto y regreso de nuevo a la realidad.

Asiento sonriendo y camino hacia el sofá, me recuesto en él cansada. Veo cómo Enzo se aleja hacia la puerta y parece discutir con alguien al teléfono. Suelto un suspiro cerrando los ojos.

Denisse

Denisse

—Mmm

Abro los ojos un poco desorientada y lo primero que visualizo es a Enzo sonriendo. Me siento en el sofá estirándome un poco.

—Por fin despiertas, llevaba rato intentando despertarte —dice dándome su mano. La cojo y me ayuda a levantarme.

Veo cómo se sienta y me jala hacia él, sentándome en su regazo. Abro un poco los ojos por la sorpresa.

—Miranda, trae la cena —demanda. Miro a mi alrededor interrogante, que yo sepa no tenemos sirvienta. De repente veo cómo entra una chica hacia la sala con mala cara.

Dirijo mi mirada interrogante hacia Enzo, él solo sonríe agarrándome la cintura.

—Vamos, Mon amour, no me mires así —dice enterrando su cabeza en mi cuello. Suelto una risita, me está haciendo cosquillas.

—Aquí está la cena que me pidió, señor —escuchamos a la sirvienta frente a nosotros. Enzo sale de donde estaba y su mirada se vuelve severa. Volteo mirando a Miranda, que está temblando ligeramente.

No me cae bien esta tipa, tiene cara de mustia.

A mí tampoco, veo la mirada que le da a Enzo. Está ridícula.

Ja, cree que me lo va a quitar. Ya lo pensé bien y Enzo ahora es mío y me importa muy poco lo que se crea. Está ridícula.

—Ya te puedes ir, Miranda —demanda. Volteo a mirarlo con un pequeño puchero en mis labios. Él voltea a mirarme con una mirada cálida, sonríe y me da un beso.

—¿Qué tiene la señorita? ¿No le gusta la comida que trajo Miranda? —dice enseñándome la comida, es pasta con un poco de pollo. Niego con la cabeza.

—No me gusta la pasta —digo haciendo un mohín.

—¿Y qué quieres? —dice sonriendo.

—¡Quiero salchipapas! —grito emocionada, dando un pequeño salto.

—Mon amour, no saltes así por favor —murmura tembloroso. Dejo de saltar un poco, sonrojada.

—Lo siento —murmuro bajando la cabeza. Me agarra la barbilla haciéndome mirarlo.

—Nena, no es que no me guste que saltes, pero primero quiero que cenes para después poder romper ese bonito coño que tienes —afirma, besándome.

¡Dios mío, mi pequeño corazón parece estallar! La mera idea de lo que Enzo quiere hacer conmigo me hace sentir que voy a desvanecerme en sus brazos.

—¿Y qué quieres más, Mon amour? —me pregunta mientras me mantiene contra su pecho con los brazos fuertes y abrazadores.

—Bueno, realmente quisiera preguntarte, ¿si quieres ver una película conmigo? —digo casi en un murmullo, mirándolo con los ojos llenos de esperanzas.

—¿Cómo podría decirte que no a ti? —cuestiona, besando mi cabeza.

Con una gran sonrisa, Enzo me besa con ternura y luego me lleva hasta mi habitación, donde una caja de salchipapas espera. Me siento frente a la mesita de luz en un alféizar con sus brazos envolviéndome. Con la caja de salchipapas entre nosotros, comienza a alimentarme. Abro la boca con pena y mastico.

Vuelve a intentar darme de comer y niego con la cabeza.

Levanta una ceja autoritario y vuelvo a negar con la cabeza.

—Denisse Fitzgerald, abre la boca ahora mismo o me veré en la obligación de darte unas cuantas nalgadas, tú decides —demanda, agarrándome las mejillas, metiéndome la cuchara en la boca. Mastico con dificultad, mirándolo mal.

Nota
¡Hola! ¿Cómo están? Espero que estén bien. ¡Aww, qué momento tan bonito con nuestra parejita! 😍 Parece que Agnes ya se decidió, ¡ya sabe lo que es suyo! ¡Eso Agnes, demuestra quién decide aquí! 🫢 ¿Qué les pareció? ¡Comenten, no me dejen así! 😞 Adoro leer sus comentarios, me dan motivación y me hacen reír un rato. Bueno, adiós, las amo, muak 💋

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