Ardiente Deseo cuenta la historia de Enzo kisngley, un jefe de la mafia que, obligado a mantenerse bajo perfil, se infiltra en una universidad haciéndose pasar por profesor durante una semana. Para él, se trata de una medida temporal, solo una estra...
—Bebe, ¿de verdad no me vas a decir por qué tengo que estar con los ojos vendados?—pregunta por cuarta vez.
—Amor, no me vas a convencer con el apodo. Tranquila, sé que te va a gustar, o eso espero—murmuré lo último.
La paré encima de las rosas y me arrodillé frente a ella. En este momento, todos los flashback comenzaron a llegar a mi cabeza. Fue la vez que juré nunca arrodillarme ante alguien y aquí estoy, arrodillándome ante el amor de mi vida y la madre de mis hijos. Si tengo que entregar toda mi fortuna, lo haré por ella y siempre por ella.
—Amor, puedes quitarte la venda de los ojos—mi voz se estremeció un poco. Era el momento perfecto y nada lo arruinaría.
Su cuerpo se quedó helado, y yo esperaba que me respondiera.
¿Qué…?
—Puedes quitarte la venda de los ojos—vuelvo a repetir.
Al mismo tiempo, veo una mano temblorosa quitarse la venda, y la imagen desde mi posición arrodillado era tan hermosa y especial que casi no pude contener las lágrimas.
Su expresión de sorpresa inicial desapareció, y sus ojos se abrieron llenos de asombro.
—Denisse Fitzgerald—susurro, mientras levanto mi cabeza y la miro a los ojos—Me encantaría que me dieras el honor de ser tu novio. Estoy arrodillado aquí porque sé que me volveré a arrodillar ante ti y quise que este momento fuera especial para ti. No solo pienso decirte palabras, sino también mostrarte hechos, darte el amor, el respeto y el amor que te mereces. Si tengo que quemar el mundo para que tú seas feliz, lo haré cuántas veces sean necesarias, incluso si me lo pides ahora mismo, lo haré sin pensarlo dos veces, porque solo tú estás en mi corazón, Denisse, solo tú pudiste entrar con tu ternura, tu personalidad, a mi corazón, solo tú, mi amor.
Los ojos de Denisse comenzaron a llenarse de lágrimas cuando entendió lo que le estaba diciendo. Me miró, y su cara se iluminó con una sonrisa radiante.
Me miró en silencio por un momento antes de responder.
—¡¡¡Sí!!! ¡¡Claro que quiero ser tu novia!!
Saltó encima de mí y las dos caímos en la nieve blanca, riendo y abrazándonos entre risas.
La besé, un beso suave, cariñoso y cálido, a pesar de la helada brisa que soplaba alrededor de nosotros.
—Amor, date la vuelta—le digo sonriendo. Ella me hace caso dándose la vuelta.
Cuando se dio la vuelta, vio un hermoso yate lujoso de color blanco y oro, con su nombre escrito en grandes letras doradas.
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Y un hermoso camino de rosas hacia el yate. Me levanté de la nieve ayudándola también. Ella se queda hipnotizada con lo que ve.
Denisse se quedó mirando el yate, la sorpresa y la felicidad dibujadas en su rostro. Entonces, con una gran sonrisa, saltó de alegría y me abrazó, poniendo la cabeza sobre mi hombro.
—¡¡¡¡¡Esto es increíble!!!! ¡Lo amo! ¡Lo amo!
—Me alegra, dulzura. ¿Quieres subir al yate?—ella asiente eufórica, agarrando los tulipanes contra su pecho.
La ayudé a subir al interior del yate, ayudándola a subir a bordo, y ahí está nuestro mayordomo.
—Denisse, amor, te presento a Richard, nuestro mayordomo. Richard, esta es Denisse, mi novia—los presento feliz. Richard ha estado ahí desde que era un niño.
—Me alegra, señor Kingsley, de que la señorita le haya dicho que sí.
—Yo también, Richard.
—Hola—saluda Denisse moviendo su mano. Richard le sonríe.
—¿Quiere que le traiga un vino, señor?—asiento viendo cómo se va.
La llevo a Denisse hacia la mesa, donde hay una cena romántica con velas y comida. Jalo la silla y ella se sienta. Me siento y destapo la comida, su favorita, puré de papa y carne, algo que le encanta, la verdad.
Comemos tranquilos, reímos, bebemos vino y la pasamos bien, un buen momento de tranquilidad.
—De niña, cuando estaba en la piscina, vi una abeja ahogándose y quise salvarla. Entonces la cogí y la puse en la palma de mi mano, y cuando la saqué del agua, me picó la maldita. Entonces grité y la lancé lejos y se murió—cuenta feliz. La escucho atentamente, entretenido.
—Amor, era lógico que te picara—digo riéndome.
—Yo solo quise ayudar—dice haciendo un puchero.
Nota
Hola, hola, me inspiré esta mañana, ¿sí? Así que aprovechen un lindo momento entre los dos, ¿verdad? 😍 Corto porque sí, ¿ok? 👺 Denisse les contó un lindo relato de lo que me pasó de pequeña, maldita abeja 😔, no las vuelvo a ayudar nunca más.