𝟎𝟏

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Law tamborileaba con un dedo en la mesa, su mente vagando lejos de la conversación que su tío mantenía con sus subordinados. Los sonidos de las voces parecían distantes, amortiguados por el peso de sus pensamientos. A sus espaldas, Bepo, siempre leal y atento, vigilaba con ojos penetrantes a los hombres que rodeaban la mesa. Eran simples peones, piezas descartables en el juego cruel de Doflamingo. Si uno fallaba, sería eliminado sin piedad. Pero Law, más por necesidad que por lealtad, había aprendido a navegar esas aguas turbias, ganándose la confianza de su tío a base de paciencia y astucia.

La libertad que Corazón le había dado se sentía ahora como una ilusión lejana, un sueño roto en las garras de la realidad. Después de haber sobrevivido por méritos propios, el destino lo había arrastrado de nuevo al círculo vicioso de Doflamingo, quien lo veía no solo como un posible heredero, sino como una herramienta en su interminable búsqueda de poder.

Cuando la charla finalmente cesó, los hombres se levantaron y comenzaron a salir de la habitación. Law también se dispuso a marcharse, deseando escapar de la opresión que se cernía sobre él. Pero justo cuando estaba a punto de dar el primer paso, una mano fuerte lo detuvo. Doflamingo, con su sonrisa cruel y ojos fríos, lo miró fijamente, como si estuviera observando algo insignificante y a la vez valioso.

—Sabes, alguien ha destruido mi fábrica en Punk Hazard. Investiga quién fue y encárgate de los traidores

Doflamingo lo agarró por la nuca y lo empujó con fuerza contra la mesa. La madera fría y dura se estrelló contra su rostro, y un dolor sordo se extendió por su cabeza. Sentía las manos de Doflamingo como garfios de acero en su cuerpo, inmovilizándolo.

—No te atrevas a hacer algo imprudente—su voz cargada de veneno—. Ni a traicionarme como lo hizo mi hermano

El peso de esas palabras cayó sobre Law como una losa, helando su corazón. Con una risa baja, Doflamingo presionó más fuerte, deleitándose con la desesperación en los ojos de su sobrino.

—No hagas nada que me enfurezca, o acabarás con una bala entre los ojos. Sé un buen chico

Entonces, con un tirón cruel de su cabello, lo arrojó al suelo como si fuera un juguete roto. Law permaneció allí, sintiendo el frío del suelo bajo su cuerpo, mientras la figura de Doflamingo se alejaba, su risa resonando en la habitación vacía.

Law se levantó del suelo y sacudió su ropa. Bepo lo esperaba a poca distancia, su preocupación evidente en la forma en que lo miraba. Ninguno de los dos dijo una palabra; el silencio era suficiente. Juntos, se dirigieron a la oficina de Law, donde él finalmente dejó escapar una mueca amarga. Si tan solo supieran que el verdadero traidor era él. Cada movimiento, cada estrategia, había sido meticulosamente planeada por Law, manipulando los hilos a su conveniencia mientras mantenía su fachada intacta.

El castillo, con toda su opulencia y lujo, no era más que una prisión adornada. Cada habitación estaba repleta de muebles finos y costosos, símbolos vacíos de un poder que se sustentaba en la opresión y la violencia. Law conocía bien la desesperanza que impregnaba a la gente de su tío, quienes ni siquiera se atrevían a levantar la voz en su contra. Bajo el dominio de Doflamingo, no había lugar para la disidencia.

—Alteza—murmuró Bepo, mirando nerviosamente a su alrededor antes de continuar en un susurro apenas audible—, alguien de la Marina ha llamado

Law no necesitaba más explicaciones; sabía exactamente de quién hablaba. Asintió y continuaron su camino. Antes de dirigirse a su oficina, hicieron una parada en su habitación. Law buscó una carpeta de archivos que había reunido con información crucial. Junto a Bepo, revisó algunos de los documentos, asegurándose de que todo estuviera en orden antes de guardarlos con cuidado.

EL HARÉN DEL REY:  𝙴𝙻 𝙸𝙽𝙸𝙲𝙸𝙾   𝙻𝚄𝙻𝙰𝚆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora