Capítulo 5 ⭐

23 9 3
                                    

Astrid estaba en el hogar de su mejor amigo pasando el rato.

— ¿No deberías estar preparándote para ir al programa de televisión?— Preguntó Marcus, extrañado por mi repentina visita a su casa— Mis padres no están. ¿Quieres té o café?
Le sonreí con gentileza y acepté su oferta, opté por el café. Marcus fue a la cocina que quedaba en la habitación de al lado.
Desde muy pequeña conocía la casa, éramos amigos de la infancia.
La habitación en la que me encontraba era bella, contaba con una mesa de madera en el centro y varios muebles junto a piezas de decoración en torno.
Saqué mi teléfono, alertada de si había alguna urgencia que atender. Por el momento nada, solo tenía muchas notificaciones de fanáticos.
Ser una reconocida cantante cambió por completo el panorama de acontecimientos en mi vida.
Salté a la fama con mi álbum debut "Sword Line" aunque, ocho meses después, ya me enfrentaba a las expectativas de un segundo proyecto, solo que se encontraban atravesadas por el Festival del Florecimiento.
Antes de eso, era la inteligente del curso, muchos me denominaban como "perfecta" porque según ellos era bonita y a su vez intelectual, como si ambas cosas fueran incompatibles.
Fue fundamental el apoyo de mi pareja, de mi padre (con quien llegué a escribir varias canciones) y de mi mejor amigo.
Revisé de nuevo no tener ningún mensaje y guardé mi teléfono, mi mejor amigo ingresó al cuarto con dos tazas de café.
— Ahora sí, cuéntame, ¿Qué pasó?
— ¿Qué pasó con qué?— Cuestioné mientras tomaba el recipiente con ambas manos.
— Hoy tienes una entrevista en "Cocina de Chismes"— comentó Marcus a la vez que acomodaba sus gafas donde se reflejaba mi rostro moreno.
Cocina de Chismes era un programa cuya primicia era traer a una celebridad, o persona reconocida, a preparar una receta de comida a la par que se le hacían preguntas sobre su vida, la sociedad, también de economía y política.
— Ah, sí, eso— Respondí dando un sorbo a la taza— Pues, es dentro de una hora, y eso. No hay nada más que decir.
— Pero, ¿No tendrías que estarte preparando para eso?
— Llego a hacer todo eso en menos de 30 minutos, por ahora, quiero disfrutar de un rato contigo— Contesté, lista para asumir lo que se venía— Es que quiero decirte algo importante antes de ir allí.
— Oh, ¿qué pasó?— Preguntó él a la vez que tiraba un sobre de azúcar a su café.
Me quedé perdida en el sonido de su cuchara en contacto con la cerámica de la taza, aquel tintineo agudo al que nos acostumbramos en las mañanas y tardes.
— Mi mánager insistió, y la disquera dio su aprobación— Solté la bomba que aniquilaría su tranquilidad— Voy a participar en el Festival del Florecimiento.
— ¿Qué...?— Fue la seca respuesta que recibí a partir de la confesión, sus ojos se desorbitaron— Te puedes morir, ¿por qué te involucras en eso?
Sus palabras eran clavos acertados a lo que era mi angustiante ansiedad que surgía por el peligroso futuro.
— Yo no quiero, no sé a que se debe que hayan insistido tanto para que me uniera allí— Hice una breve pausa en la que tomé el café y recuperé el aire— Según ellos es para que genere "popularidad" al evento. Al parecer no tengo elección de mi propia vida.
Me derrumbé en la silla.
Tras la revelación, arremetió un fuerte silencio en la sala, ninguno era capaz de opinar sobre la situación, la esperanza era igual que un cuento infantil, irreal.
— Siendo sincera, estoy preocupada— Le miré sus ojos de color avellana, los míos eran verdes— Es que, últimamente, tengo que cumplir con lo que esperan que haga— Apoyé la taza en la mesa— Ya no veo la hora para que se acabe mi contrato y poder firmar con otro sello discográfico.
Ese contrato era mi sentencia de renuncia a mi libertad.
— No te preocupes, sé que vas a sobrevivir— Valoré su intento de subirme el ánimo— Eres una campeona, confío en que vas a salir de esta.
Ambos sonreímos, nuestra amistad era oro para mí.
Todavía me extrañaba el hecho de que quisieran que participara en el Festival del Florecimiento, entendía que sus intenciones eran para generar popularidad, pero podría haber otra manera de hacer eso, sin arriesgar mi vida.

Luego de charlar con mi mejor amigo, me dirigí a los estudios del programa.
Ya me encontraba en el set de grabación, con las luces y las cámaras apuntando hacia mí y la conductora del show, Nancy.
Ella era una mujer de mediana edad, trabajadora, carismática, una buena persona. Era el tipo de No Mágica que le agradaba a todos, por eso se ganó un puesto tan alto, con sus preguntas brillantes e inigualable simpatía.
Tenía pelo rubio canoso por los hombros en perfecto estado, era una envidia para muchos.
— ¿Estás lista, Astrid?— Preguntó con delicadeza antes de arrancar el show. Asentí con la cabeza, y ella añadió:— Hoy cocinaremos una tarta de calabaza, la receta está en la mesa, pero igualmente trata de seguir los pasos a mi vez.
Me sonrió y volvió a mirar al frente.
Las cámaras se encendieron y la conductora dio un cálido saludo a los espectadores, después me presentó para los que no me conocían.
— Buenas noches a todos, alabada sea la magia— Saludé con una sonrisa cálida y sacudiendo mis manos— ¡Que emoción estar aquí!
Nancy rio ligeramente e inició los pasos de la receta, cada tanto, metía una pregunta y esperaba que yo le contestara.
— Cuéntanos, Astrid, ¿Algún novio o chisme romántico del que quieras hablar?— Averiguó ella y amasó lentamente tanto la mezcla como lo que sería una tortuosa noche— Ya sabes, para calentar la cocina.
Por un motivo la pregunta me incomodó, mis movimientos se volvieron menos firmes.
No estaban delante mío, pero sentía la mirada de millones de personas sobre mí, era observada cual ave rapaz que ansiaba despellejar su presa.
— No...— Fue lo único que mis labios pudieron expresar.
Yo conocía mis propias mentiras.
— Oh, ya veo— Continuó con los siguientes pasos hasta que de nuevo surgió con otro comentario— Todos aquí presentes admiran tu estilo, dinos algún consejo de moda para los espectadores.
Con una sonrisa afable contesté la pregunta:
— Yo diría que da igual los demás, si te gusta una prenda y te hace sentir confiado te la pones, por más que la gente te diga que te queda mal— Cuando hablaba me dirigía a una cámara que desconocía si era a la que estaba enfocando— La moda no es sólo estética, es confianza y alegría.
— Que profunda, quién lo diría— respondió con supuesto humor— los televidentes quieren saber, ¿ya habías cocinado esto antes? ¿Te gusta cocinar en tu tiempo libre?
— No, prefiero leer.
Mi pulso se aceleró y mi sien comenzó a sudar.
Las preguntas superficiales me hartaron poco a poco.
— Otra prueba más de tu hermosura e inteligencia, inesperado— Intentó ocultar sus manos sucias y con fijación me observaba— Y por lo visto no tienes problemas con mancharte.
— Por supuesto que no, tú tampoco— Contesté al mismo tiempo que separé las semillas de calabaza del relleno.
Nancy me trataba de la misma manera que una alfombra, se creía que tenía el derecho de pasarme por encima y pisotearme.
— La cocina es eso, mancharse, y más en mi cocina, que es de chismes— Fingí una risa al chiste que hizo— Mi esposo detesta que ensucie la cocina, ¿Tú, querida Astrid, tuviste una relación seria alguna vez?
La mera pregunta era ofensiva, ¿Qué veía en mí que le hacía creer que era incapaz de estar en algo serio?
— Sí, tuve una relación— Y me hubiese gustado poder decir "tengo".
Nancy pareció percatarse de que no le daría mucha tela que cortar con ese tópico de conversación.
— Cuéntanos, ¿qué llevas hoy? Luces como una princesa.
— Pues, llevo ropa— Contesté con simpleza.
Nancy debió haber pensado que se trataba de algún comentario irónico porque continuó con sus ojos clavados en mí, en espera de que hablara.
Me vi en la obligación de describir cada parte de mi vestuario hasta el maquillaje y las personas que estaban detrás de estos.
— Eres tan divina— Acotó con una alegría algo falsa, seguro no se notaba para quienes veían el programa en la televisión, pero en persona era bastante evidente— Bueno, es momento de una breve pausa mientras la comida se calienta, ya volvemos.
Una vez apagadas las cámaras, le arrojé una mirada fulminante. A todos los invitados les hacía preguntas interesantes y con temas importantes, ¿por qué era la excepción?
— Oye, Nancy— Le llamé la atención— Quería consultarte, ¿Por qué recibo preguntas que no se asemejan en nada a las de otras personas que vinieron antes?
— La producción me da las preguntas— Acto seguido, movió su pelo detrás de la oreja, allí portaba un pequeño auricular— Aunque recién me dijeron que haga una pausa así las cambiaban. No te preocupes, a mí tampoco me gustaban esas preguntas, solo sigo órdenes.
Ella seguía órdenes, como todos cuando lanzaban la piedra y escondían las manos. ¿Por qué las personas permitían perder su humanidad solo para acatar órdenes por más que no fueran con las creencias propias?
Observé a la gente detrás de cámara, había un montón de personas esforzándose por llevar a cabo el show, Nancy intentaba de hacer su mejor esfuerzo por cumplir con lo que la producción decía para no echar a perder todo ese trabajo.
Me seguía pareciendo algo injusto que me interrogaran sobre mi apariencia y vida amorosa, pero no de mi carrera musical o de mis futuros proyectos.
No estaba de acuerdo con mi menosprecio ni la falta de responsabilidad de este bajo la excusa de seguir ordenes cual robot, pero mantuve mi calma.
Gracias a la magia que David no pudo venir, se hubiese escandalizado.
Después de la breve conversación volvimos al aire.
— Astrid, me acaban de comentar de qué tienes un anuncio importante que hacer.
— Sí, así es— Intenté transmitir positividad y no demostrar mis nervios— Participaré en el Festival del Florecimiento del príncipe Crystal.
— Impactante revelación, jugosa primicia, diría yo— Se puso guantes— ¿qué te llevó a tomar esta decisión?
— Emm...— No tenía respuesta para eso, no me inscribí por voluntad— Los motivos son privados, aunque soy una fiel admiradora de nuestros monarcas— Improvisé algo para no tener que dar explicaciones. Una regla no dicha era echar flores a la Familia Real en cada oportunidad, era un aumento de aceptación asegurado.
— Entiendo, entiendo. Este es el primer Festival del Florecimiento Reina Ivonne y el Primer Ministro, ¿qué opinas sobre él?
— Creo que las personas deberían respetarlo más. Jesee Thomas, a pesar de no ser un devoto de la actual Familia Real, no merece ser condenado, al fin y al cabo, la gente lo votó.
El resto del programa transcurrió con naturalidad, hubo preguntas que buscaban mi opinión y variedad de temas más profundos.
Cuando por fin llegué a mi casa me arrojé a mi cama como si pudiera fusionarme con las sábanas y descansar eternamente sin tenerme que volver a levantar.
Había veces que quería renunciar a ser una celebridad para poder ser libre, pero, una vez que se entra en contacto con la cúspide de la fama, era muy difícil salir de ella ileso.
Se me escapó un bostezo intrépido, la sola idea de cumplir con lo solicitado por parte de los demás era agotadora.
¿Qué opinaría la cantante de cafeterías de la Astrid que perdió el derecho a la decisión propia? ¿Se reconocería en el espejo?
Poco a poco me fui quedando dormida gracias al cansancio que pesaba sobre mí.
Solo tenía una certeza: si llegaba a ganar el Festival del Florecimiento, iba a poder ser libre de nuevo ya que mi reputación se vería destruida debido a los asesinatos que cometería.
No me importaba, o eso creía, pero en momentos de anhelar una libertad, los comentarios despectivos quedaban de lado.
Necesitaba apartarme de mi camino soñado y hallar mi libertad.

Traidores a la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora