Eric, perdido en sus pensamientos, daba minuciosos pasos de un lado a otro en la habitación.
No contaba con una certeza clara, pero, de algún modo, sabía que Mary Margaret aún dormía en el cuarto adyacente.
A veces me sorprendía la magia de que mi cabeza podía carcomerse en busca de soluciones y, al mismo tiempo, existían personas que se encontraban en su mejor momento.
Mis pensamientos daban cortocircuitos cuando mi memoria evocaba los recuerdos que viví la noche previa, fui mesero de Astrid, la cantante que más admiraba. Además, recibí una paga por aquello, lo hubiese hecho gratis, ¿Qué mejor paga que conocer a tu figura ideal?
Era una experiencia que nunca olvidaría, estar tan cerca de la cantante fue maravilloso. A lo que se le sumaba el hecho de que resulté ser de gran ayuda.
No obstante, no era eso lo que saturaba mi conciencia, coincidir con la paz mental se tornaba difícil con la deuda pendiente que tenía.
Hoy se anunciaron los candidatos del Festival del Florecimiento, entre ellos me encontraba yo.
Llegué a ver que en las redes sociales se generó revuelo por el camarero simpático de la gala de una revista influyente también participaba en un evento de vida o muerte. Mi nombre se hizo conocido. Eric Freeman entró al mapa.
Muchos se arrojarían a aprovechar la oportunidad de popularidad, pero contaba con prioridades diferentes.
Todas las personas hablaban sobre la fama como algo que se vivía una sola vez porque uno podía perderlo todo. Por otra parte, las cosas que he vivido me llevaban a creer que existía otra cosa que era única en la vida:
La familia.
Familia solo teníamos una; aunque, a veces, estaba llena de defectos y pleitos, junto a mi madre teníamos nuestras diferencias de igual manera que compartíamos alegrías y penurias.
Era por eso que, cuando se daban discusiones entre nosotros, reconocíamos nuestros errores: haber levantado el tono de voz, contestar mal, entre otros.
Durante nuestra infancia, y me atrevería a decir que adolescencia también, no podemos darnos cuenta del valor de la familia ni del tiempo desperdiciado hasta que sea tarde.
Yo me di cuenta a los catorce años que mi mamá no era eterna, algún día tendría que dejarla ir.
Desde aquel entonces supe que debía apreciar el tiempo que compartíamos y dejar de lado los rencores.
Me propuse vivir sin arrepentimientos a futuro.
Algún día miraré hacia atrás y podré decir que disfruté la vida con mi madre.
Y, para poder decir eso, necesitaba superar la situación actual.
Busqué su contacto en mi celular y la llamé.
El sonido que el teléfono soltaba mientras la respuesta se hacía aguardar me producía un remolino de nervios en el estómago.
— Eric, alabada sea la magia— Fue lo primero que escuché de Olivia— Hijo, no tienes ni idea de lo mucho que te extraño, estoy tan contenta de que hayas llamado, quiero oír sobre cómo llevas tu viaje a la capital.
— Alabada sea la magia. Por ahora todo bien, y tuve la fortuna de conocer a Astrid, o como le dices, astróloga.
La risa de mi mamá fue el sonido que necesitaba para apaciguar el fuego de la intranquilidad.
— Supongo que ya habrás notado que, de manera oficial, soy un participante del Festival del Florecimiento— Las palabras comenzaron a soltarse como si fueran agua escapando de una represa— No te puedo explicar el sentimiento de angustia que me provoca eso. Estoy asustado, ¿Qué tal si me equivoqué? ¿Soy egoísta por no haber hecho caso a tus súplicas para que me quede?
— Ay, Eric, niño, ¿realmente consideras que fue un error? Quizás sea la llave para abrir la puerta de otra fase de tu vida. No existen decisiones incorrectas, solo éxitos y caídas que nos conducen a otros caminos— Fue la respuesta de mi mamá tras la confesión. Un ruido de llaves siendo apoyadas en una mesa se oyó de fondo, la llamé antes de que fuera a su trabajo— Sé que es normal tu arrepentimiento, pero yo estoy orgullosa de tu decisión. Te estás convirtiendo en una persona gentil y amable, solo mira el sacrificio que haces por nosotros, añades un esfuerzo verdadero por conseguir tus objetivos, eso no te hace egoísta, te hace merecedor de tus logros. Además... entiendo porqué lo hiciste, todo está bien, no podría enojarme por tan noble sacrificio.
Escuchar que perdonaba mi irreverencia me permitió respirar con un peso menos.
— También existe posibilidad de que fracase...
Me llevé un mechón de pelo detrás de la oreja.
— Ey, deja de ver las dos caras de la moneda, ¿cómo vas a lograr que salga "Cruz" si siempre miras la "Cara" también? Simplemente lanza la moneda y, si tu apuesta fue la correcta, disfrútalo.
— Solo estoy siendo realista, mamá, no puedo entregarme a la muerte con el sueño de triunfar. No vivimos de sueños, ni si quiera la princesa Emily.
— Quieres ganar, pero no quieres luchar por ser el ganador, mientras te centras en los fallos, más perderás la confianza en los aciertos. Hazme caso, la vida estará llena de enigmas e injusticias y por eso siempre tienes que ser tu mejor versión. Sé agradecido con lo poco que tienes, en lugar de maldecir lo que te hace falta— Las palabras de mi madre eran vendas para mi agujereado corazón— Yo gasté gran parte de mi vida deseando cosas materiales que no se igualan a las experiencias que viví por no tenerlas. Muchos aman el dinero por las cosas que pueden conseguir con él, yo lo odio por las cosas innecesarias que me hace anhelar. Así funciona la vida, necesitas trabajar duro para ganarla. La plata es sinónimo de poder, lo quieras creer o no, y tener mucha te ayuda a cumplir todos tus caprichos.
Me mordí el labio, avergonzado de que era cierto que el dinero permitía los deseos sin asegurar tener amor o disfrutar de algo.
— Si hubieras podido comprarte todos esos juguetes caros que querías, no hubieras aprendido a apreciar los pocos peluches que podías concederte, esa es la lección más grande de la vida, ser agradecido— Luego de la enseñanza que Olivia me otorgó, quedé unos segundos en silencio digiriendo sus palabras.
El dinero no compraba la felicidad, solo quitaba las preocupaciones básicas que atormentaban la rutina ordinaria; eso no era felicidad, era desligarse a los desafíos.
Nada se podía comparar con el verdadero regalo de apreciar la vida, esa era la clave real.
Por supuesto que antes creí que era posible comprar la felicidad, pero lo decía porque no atravesaba esa situación.
Las personas sin la necesidad de ganarse la vida eran las más preocupadas por asuntos banales y no eran capaces de adjuntar valor a lo que tenían porque siempre se podían comprar más hasta que se percataban que su vida carecía de un faro que les diera dirección, una motivación más grande que marcara el motivo de su existencia.
Si todos tus días de la vida se basaran en no hacer nada y no luchar, con el tiempo te darías cuenta de que tu existencia carece de significancia y la falta de rumbo sería tu tumba. En cambio, salir a dar frente con el mundo hacía que, esos pocos momentos de no hacer nada, lo valieran todo.
Lo que era una condena para el adinerado, era una fortuna para el empobrecido.
El dinero era importante porque nosotros le adjudicamos un valor importante, incluso por encima de las vidas y el amor humano.
Seguiría luchando por tenerlo, al igual que todos, pero no permitiría que nublara mi juicio ni haría que mi existencia se basara en eso, materialismo y envidia.
— Gracias, en serio. Soy afortunado por tenerte como mamá.
— Y yo soy afortunada por tenerte como hijo.
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Traidores a la Magia
Novela JuvenilEl mundo jamás volvió a ser el mismo gracias a la codicia humana. Es así como nos encontramos en Edania, siguiendo las historias de cinco jóvenes, cuyos destinos se ven entretejidos en felicidades y desdichas dentro de una sociedad que se estamentab...