Ashley caminaba por las calles de la ruidosa capital.
Siempre tuve un buen sentido de la ubicación, pero en la ciudad estaba sumamente perdida.
Tenía el GPS del teléfono dando indicaciones de las rutas que debía tomar, aunque eso no evitaba que yo me despistara.
Mi cometido era llegar al Edificio de la Torre Agraciada, abreviado E.T.A, donde se hacían las inscripciones al Festival del Florecimiento.
El solo hecho de pensar en mi herida hermana, enferma y débil, me retorcía, ¿por qué las cosas tenían que ser así?
Alice era buena persona, hizo lo que creyó correcto, fue un error de confianza, no merecía ser condenada por eso. Si cada persona fuera condenada por sus errores, la humanidad se hubiese extinguido hacía milenios.
Cuando les di la noticia de que me anotaría como participante, los ojos de mis padres se inundaron de lágrimas. Ellos creían que perdería, pero yo confiaba en mí misma, iba a ser fuerte por Alice.
La ciudad nunca fue de mi agrado, prefería las zonas residenciales. Detestaba los vertiginosos edificios y el colapso de gente en las calles que impedían el paso, era tedioso. Este no era el lugar de mis sueños, solo era un medio para salvar a Alice.
Observé mi celular para corroborar si el camino que tomaba era el correcto. En el instante que recibí una notificación por falta de señal me invadió una ola de pánico, ¿ahora que haría?
Intenté recordar el camino, en vano. Necesitaba una solución.
Mis manos sudaron, mi pulso se aceleró y el estrés me poseyó.
No me gustaba hablar con extraños, que vergüenza, pero esta vez era necesario. No dependía de lo que yo quería, lo hacía por Alice.
La fuerza y motivación humana era descomunal cuando se trataba de proteger a un otro.
— Hum... Disculpe— Le palmeé el hombro a un chico para llamar su atención— ¿En qué dirección se encuentra la E.T.A?
El muchacho se dio vuelta ante el llamado. Era joven, probablemente de mi edad. Sus ojos eran verdes cual esmeralda y su pelo oscuro relucía bajo la luz del sol.
— Oh, ¿tú también vas allí?— Preguntó con una sonrisa cálida— Déjame adivinar, ¿primera vez en la ciudad? La verdad es que la capital es algo grande, con el tiempo te acostumbrarás— Pasó su peso de una pierna a otra— Yo también voy a la E.T.A, solo que para anotarme al Festival del Florecimiento, ¿qué me habías preguntado?— Vaciló por un momento— Ah, tienes que ir hacia la derecha unas cinco cuadras, luego girar para la izquierda y seguir derecho durante un kilómetro y volver de nuevo a ir por la derecha, creo que así era el camino.
Parpadeé desconcertada por unos momentos mientras mi cerebro trataba de procesar las indicaciones, ¿qué tanto me costó nacer con un buen sentido de la orientación?
— Perdón por todo el palabrerío previo, me dicen que suelo charlar mucho, pero eso no saca que sea buen oyente— Se disculpó con una risa incómoda.
Empaticé con él, si se estaba disculpando de algo tan simple, debía ser que alguna vez le señalaron como molesto.
— No te preocupes, no pasa nada— Contesté con tal de brindarle paz— ¿Me podrías acompañar al edificio, por favor?— Hablar con desconocidos estaba terriblemente mal, casi siempre eran locos disfrazados de cuerdos y generosos, mi hermana valía cualquier riesgo.
El muchacho lo pensó, él también tenía su respectiva distancia, ninguno de los dos confiaba en el otro.
— Bueno, está bien— Respondió una vez que acabó su replanteo interno— ¿Cuál es tu nombre? Yo me llamo Robin.
— Mi nombre es Ashley, que lindo nombre el tuyo.
— Gracias— Comentó, se le notaba un poco avergonzado.
Dio inicio a la marcha y yo le acompañé.
Robin daba pasos cortos y rápidos, como si una bestia al acecho lo persiguiera. Me costaba seguirle el paso, estaba acostumbrada a mi ritmo tranquilo, sin prisas.
Él guiaba el camino hacia el edificio donde anotaría mi nombre para participar en una competencia que posiblemente acabase con mi vida. Esa idea en mi mente iba y venía frecuentemente, como el mar en una playa, era constante y ruidosa.
Mi hermana estaba al borde de dejar toda su vida en un blanco eterno al igual un libro el cual nunca se terminó de escribir.
Sus sueños, sus metas, su juventud, todo eso y mucho más estaban en riesgo de desaparecer como si nunca hubiera existido.
Avanzamos unas calles y Robin rompió el silencio.
— ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?– Trató de generar un tema de conversación, eso fue lindo, permitió distraerme de los fúnebres pensamientos que eclipsaban mi mente.
— Soy de las zonas rurales de Battletown, prácticamente el campo, casi siempre me la paso debajo de un árbol leyendo un libro— El aroma a pan recién horneado se filtró en mi nariz al pasar frente a un negocio, evocando una imagen de mi casa, el lugar donde me sentía segura.
Mi madre me comentó que mi padre volvería a la hacienda a trabajar en el mantenimiento de los cultivos e intentar reunir más dinero para nuestra estadía en la capital. Regresaría con nosotras cuando el Festival del Florecimiento diera comienzo.
Mis palabras iluminaron a Robin, como si hubiera dicho que descubrí una ciudad perdida y en secreto era multimillonaria.
— A mí también me gusta leer— Asintió con la cabeza y añadió:– Siempre quise conocer el campo, casi nunca estoy fuera de la ciudad, pero cuando voy de viaje durante las vacaciones y veo en la ventana las tierras pienso en que es un bello paisaje, debe ser hermoso allí— Frenó la caminata por la luz roja del semáforo, respetaba las normas viales, que bien— y hay ovejas, me encantan las ovejas, son tiernas, ¿cierto? No me digas que son más macabras de lo que creo.
Me reí, era la primera vez desde que llegué a la capital. Robin era una compañía agradable.
— Pues... yo no tengo ovejas, cultivamos manzanas y uvas— Intenté no explotar su burbuja de ilusión con brusquedad— "Manzanas verdes y rojas, dulces y deliciosas", ese es nuestro lema.
— Oh, bueno, me gustan las manzanas— El semáforo ya nos indicaba que podíamos reanudar nuestro viaje— No te conté mis pasatiempos, ahora que me doy cuenta. A mí me gusta patinar, deberías intentarlo, te va a alegrar el día.
— Voy a considerarlo, gracias por la recomendación.
— De nada, realmente me gusta ver a la gente en una actividad que les despeje la mente. No hay día en el que algo malo suceda, por eso es mejor tener una entretención que te aleje de todo eso y que únicamente puedas encontrar paz— Su opinión era profunda, pero su tono amistoso lo hacía ver más adorable de lo que era. Volteó su cabeza hacia mí con el entrecejo fruncido— ¿En serio no te molesta que te hable mucho? No quiero ser irritante.
— No me irrita, me gusta que hables, quizás esa sea la actividad que despeja mi mente, escucharte— Para él fue una broma de la que se rio sonrojado, para mí era una confesión— Ahora yo tengo una pregunta, ¿cuál es tu color favorito?
— Azul, es relajante.
— El mío es el amarillo, casi lo contrario.
Robin contestó con una risita, luego sus pasos se achicaron de forma drástica y su ritmo disminuyó, de ser los latidos de su corazón ya se hubiese quedado inerte.
— ¿Te puedo preguntar algo?
— Está bien...— Contesté dudosa, me rasqué la parte baja de la cabeza, ¿cuál sería la pregunta que me haría?
— ¿Por qué quieres llegar a la E.T.A?
Tras decir esas palabras ambos nos frenamos en seco. El contrario se volteó y me miró directo a los ojos en busca de respuestas.
— Quiero ir para anotarme en el Festival del Florecimiento...— Solté las palabras al igual que un cuchillo que destruía la ilusión de una amistad.
— Ya veo...— El breve silencio fue incómodo— Pensé que podíamos ser amigos, pero está el riesgo de que nos enfrentemos juntos en alguna ronda o que fallezcamos rápido.
Este momento de algún modo me marcó, era tan cruel depender de un "festival" donde solo una persona sobrevivía. Era una sabia tortura hecha para la gente que necesitaba con urgencia una salvación en su desgracia, al menos en este caso.
— No te preocupes, daremos lo mejor de nosotros, y aprovecharemos estos días juntos para poder conocernos hasta que uno o el otro pierda— Apoyé mis manos sobre sus hombros, quise sonar optimista y subirle el ánimo a Robin, no deseaba ser testigo de su tristeza.
Mis palabras parecieron funcionar en parte, se le asomó una sonrisa extasiada.
— Tienes razón, Ashley— Luego miró para el edificio adyacente y dijo:— Aquí está nuestro paradero, bienvenida al Edificio de la Torre Agraciada, la E.T.A
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Traidores a la Magia
Teen FictionEl mundo jamás volvió a ser el mismo gracias a la codicia humana. Es así como nos encontramos en Edania, siguiendo las historias de cinco jóvenes, cuyos destinos se ven entretejidos en felicidades y desdichas dentro de una sociedad que se estamentab...