Crystal levantó su cabeza de la almohada con la intención de despegarse de una pesadilla.
El amor se hallaba en peligro.
Una ensoñación brusca que comenzaba en tragedia no llevaría a nada más que luto.
En mi sueño surgió una lluvia de sangre sobre una boda. No había nadie, solo un arco vacío, sillas sacudiéndose bajo la tormenta, decoración estropeada y serpientes que se deslizaban por todo el suelo.
Desconocía el motivo que me llevó a esa imagen, pero, claro como el agua, sabía que era una advertencia.
Consideraba que los sueños eran el mayor enemigo de una persona, le hacía desear más de lo que tenía. Cuando dormíamos podíamos encontrar todo lo que queríamos; sin embargo, al despertar, nos dabamos cuenta que seguíamos en la triste realidad. Más de una vez deseé que un sueño se cumpliera y acabé decepcionado.
Las pesadillas, al contrario, eran advertencias. Los sueños te hacían desear y las pesadillas valorar, le designabamos el rol del villano al aliado juzgado.
El susto que daba despertarse de una pesadilla en la que casi se perdía la vida te hacía apreciar seguir sintiendo los latidos de tu corazón, se trataba de un aviso de que no estabas apreciando la vida. Esa respiración profunda que se hacía para despertar por completo era el símbolo fijo de la advertencia.
Así que, si en una boda llovía sangre, debía existir un fallo en el amor, mi especialidad.
El miedo se aferraba a mis pensamientos y me removía el estómago de nervios.
Necesitaba del consejo de una persona con mayor experiencia.
Y lo encontraría en la mesa del desayuno.
Jalé de una cuerda que se conectaba a la habitación del servicio para que un mayordomo viniera a asistirme.
Aguardé con paciencia a que alguien respondiera a mi llamado a la vez que ideaba mis prendas de hoy.Ingresé al comedor a tiempo del desayuno vistiendo unos pantalones claros junto a un suéter-chaleco rosa, con rombos de color celeste, sobre una camisa.
— Buenos días, principito, larga vida a la Corona— Saludó Emily con una sonrisita— ¿Cómo has estado?
— Una pesadilla arruinó mi mañana, ¿Tuviste que ver en eso?— Inquirí, directo al grano. Me crucé de brazos.
Elena abrió los ojos con sorpresa a la vez que daba un sorbo a su taza.
— Cariño, que me especialice en los sueños no significa que sea responsable de cada cosa que sueñan las personas— Llevó su mano a su pecho, ofendida por mi pregunta— Solo a veces.
— Perdón, estoy preocupado.
— Tranquilo— Apoyó su mano en mi espalda y me guió a la mesa—Ven, siéntate y toma un té para relajarte, como Elena, que también está inquieta.
Dirigí mi mirada hacia ella, no hizo falta palabras para que entendiera lo que quería saber.
— No es nada, únicamente, me quedé pensando en las constantes amenazas de Miranda en la noche de la cena.
— Una loca elfa sanguinaria no tiene chance contra todos nosotros, sería una paliza que ni su "Señor" podría salvarlos.
Revoleé mis ojos, ella creía en un ser omnipresente, la Familia Real era de carne y hueso, vivos y verídicos, la sangre fluía por nuestras venas, éramos dioses reales, no como el suyo fantasioso.
— Crystal, si ya desde temprana edad tienes esos modales, en el futuro crecerás con mal carácter— Albert me regañó desde su habitual sitio, el umbral de una de las ventanas.
Él siempre observaba allí como si un dragón fuese a venir volando para atacarnos.
— Cambiando de tema, quiero hacerles una pregunta— No quería darle excusas para regañarme. No quería sus regaños, deseaba sus aplausos— ¿Alguna vez tuvieron temor de que su especialidad se extinguiera?
Mis palabras perturbaron la calma previa, cada uno adoptó una expresión que denotaba preocupación.
— Bueno, las personas siguen soñando— Fue la respuesta que soltó Emily.
— Aún se continúa usando las bellas artes como forma de expresión— Contestó Albert apartándose de la ventana para aproximarse a Emily que estaba parada— Y dudo que las personas se opongan a la medicina que caracteriza a Ivonne.
Los tres de manera automática miramos a Elena que seguía sentada con su taza de té.
Todos sabíamos que desde la Guerra Celeste y el fin de la dictadura no hubo más batallas, a partir de entonces, el reino era pacifista.
— Técnicamente, está extinguida, pero, la gente, sigue recordando lo que una guerra significa, mi museo de historia militar es un gran atractivo turístico y seguimos teniendo ejército, si nadie creyera en la guerra, no existiría.
Colocó una manzana de nuevo en el cesto, al parecer decidió no desayunar.
— Tienes razón. Tú tienes tu museo, Emily su clínica del sueño, Albert su escuela de artes, ¿Qué no todos los hospitales tienen que ver con Ivonne? Yo no tengo nada— levanté mi cabeza y contuve mi decepción— Me preocupa que la gente deje de lado al amor.
Elena se levantó de su asiento y se acercó a la ventana, ahora ella era la que buscaba dragones inexistentes.
— Si te hace sentir tranquilo, el amor es una emoción que todos tenemos. ¿Qué tal si vas a la oficina de peticiones de la E.T.A? Quizás allí encuentres algo en lo que puedas trabajar.
Elena tras decir eso abandonó la habitación y murmuré a la puerta cerrada:
— No creo encontrar nada interesante, pero iré. Tomaré tu "consejo", Elena.
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Traidores a la Magia
Teen FictionEl mundo jamás volvió a ser el mismo gracias a la codicia humana. Es así como nos encontramos en Edania, siguiendo las historias de cinco jóvenes, cuyos destinos se ven entretejidos en felicidades y desdichas dentro de una sociedad que se estamentab...