Capitulo 29 🌸

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Las tensiones flotaron y a Robin disgustaron.

Todos tuvimos una discusión en algún punto de nuestras vidas con quien sea, pero, ¿En cuántas de ellas tuvimos razón efectivamente?
Porque yo no me equivocaba, Ashley era demasiado dependiente del esfuerzo inhumano.
Sin embargo, ella también tuvo razón al decir que estaba siendo cobarde, nunca conoció al verdadero Robin, el que vestía faldas y disfrutaba la vida.
Entonces, ¿qué ganábamos con los desacuerdos?
Me arrepentí de lo sucedido, así que empecé por aprender de mis errores.
Me inscribí al Festival del Florecimiento para introducirme bajo el foco de atención y demostrar que un verdadero hombre fuerte era capaz de vestir una falda y, de todos modos, no fui capaz de mostrar mi forma auténtica a mi amiga.
Nunca se podía ganar nada cuando se caminaba con la cabeza agachada, quizás solo se percibía una falsa sensación de protección que la confundí con la dominación que le daba a los demás el simple gesto.
Ashley debería estar en camino al hospital de su hermana, por la penosa situación compré un ramo de flores amarillas (su color preferido) como muestra de apoyo.
Ese era el verdadero Robin que quería enseñar.
Me encaminé al hospital con los latidos de mi corazón a su máximo esplendor, el no poseer certeza de cómo sería la reacción de la muchacha al verme me preocupaba.
Las calles estaban bañadas por el sol mañanero, una luz cálida que nos asotaba a todos.
El cielo despejado no se asemejaba a mi tormentosa mente repleta de nubes de temor.
¿Y si ella no era la excepción?
Si me acercaba siendo yo mismo y me rechazaba, entonces, ¿qué?
Era más fácil solucionar todo por mensajes de texto. Mi yo previo hubiese hecho eso, pero ahora me parecía una solución desalmada. ¿Por qué se nos dificultaba mirarnos a los ojos para hablar con el corazón?
No iba a pedir disculpas, ni ella tampoco, solo íbamos a hacer las paces.
Ambos tuvimos razón y ambos nos equivocamos, ¿para qué asumir toda la culpa uno o echársela al otro?
Se me hizo un nudo en el estómago al estar frente al imponente edificio blanco. Una balanza de platillos estaba ilustrada en la cima de la puerta, el símbolo de nuestra justa nación y religión.
Muchos No Mágicos entraban y salían. Respiré profundo y me obligué a ingresar.
Yo podría ser una persona de garabatos, un revoltijo de tinta sin sentido.
Quizás era un garabato por estar mal trazado, por estar fuera de la línea, o capaz por no sentirme importante, por lo que mis sueños y metas no valían nada, incluso para mí.
Era hora que yo mismo me permitiera expandir mis alas y volar.
Pensé que los nervios se calmarían al llegar. Dentro del vestíbulo, me di cuenta que no.
Me acerqué a una recepcionista y pregunté por la paciente Alice Godoy para saber cuál era su sala.
Mi intención era subir por las escaleras hasta que me dijo que se encontraba en el quinto piso.
Quería seguir mi plan original, de no ser por la pereza de la mañana, eso me hizo elegir el elevador.
Las puertas del ascensor estaban cerrando y, en un movimiento fugaz, introduje mi pie entre las puertas para evitar perderlo.
Logré mi cometido y se volvió a abrir ante mí.
Sin embargo, me quedé paralizado.
De todas las personas que habían en el mundo, Ashley era quien estaba allí adentro.
Ingresé a su lado, su mirada acompañó cada uno de mis movimientos y su boca abierta de par a par ya expresaba todo.
— Oye, Ash...
La contraria me interrumpió con un sorpresivo abrazo, sin importarle aplastar el ramo de flores.
— Me alegra verte— Murmuró con la cabeza en mi hombro.
Nos separamos y nos quedamos frente a frente.
— Quizás estás enojado por lo que pasó ayer, pero he estado pensando...
— Yo también estuve pensando— Agregué para tomar la iniciativa— No te equivocabas respecto a que fui un cobarde al no ser yo mismo en totalidad.
Negó con su cabeza, ruborizada.
— No, tú no te equivocabas al decir que pongo cualquier responsabilidad sobre mi bienestar.
— Supongo que los dos nos equivocamos.
Ambas partes admitían sus errores, ambas partes tomaban la culpa y ambas partes trabajaban en superarlo. Ese era el remedio de las peleas.
Un delicado sonido de campana acompañó a la apertura de las puertas.
Salimos del elevador con el dulce sabor de la sinceridad, las amarguras de antes eran otro eslabón más en la historia que compartiríamos juntos.
— Ahora vas a conocer a Alice— Comentó Ashley como si estuviera pensando en voz alta.
— No sé qué decir.
— No te preocupes, ella es buena sacando tema de conversación, solo déjame pasar primero para avisarle de tu visita.
Me dedicó una sonrisa antes de adentrarse en la habitación.
No sabía si cantar victoria, a pesar de solucionar las cosas con Ashley, aún me faltaba conocer el pilar de su vida, el motivo por el cual nos conocimos.
En poco tiempo, Ashley salió y me invitó a pasar.
— Hola, buenos días, alabada sea la magia— Procuré sonar respetuoso.
— ¿Este es el tal Robin?— Preguntó con ojos analíticos celestes, iguales a los de su hermana mayor el día que nos conocimos, enmarcados por unas profundas ojeras.
Ashley asintió con la cabeza.
Más allá de la coincidencia de gestos, eran similares en su aspecto físico, incluso en el cabello castaño.
La diferencia estaba en que Alice se veía apagada. Sus mejillas parecían huecas y pálidas en comparación de Ashley.
— Pensé que sería más alto— Sentenció la niña. Su mirada era brillante, pero encerrada en un rostro sombrío.
— Los modales ante todo— Con ironía Ashley puso en blanco sus ojos.
Una risita se escapó de entre mis labios.
— Vives en la capital, ¿todos los días sales de fiesta? ¿Te cruzas con celebridades?— A pesar de la enfermedad, al menos, conservaba la curiosidad característica de los niños.
— A ambas preguntas la respuesta es no— Contesté con una sonrisa— No soy una persona de fiesta y tampoco tengo vínculo con famosos.
— O sea, ¿no conoces a Peter?
Al parecer a Alice le gustaba el country.
— En persona no, pero si he oído su nombre, ¿el otro día no estuvo en un evento de Vivianne?
La niña sonrió de oreja a oreja tras la pregunta.
— Así es, con Ashley lo vimos en la TV.
Giré mi cabeza hacia mi amiga, sorprendido de su interés por las galas de celebridades.
La contraria meneó la cabeza en negación y añadió:
— No es un contenido que suela consumir, solo lo vi por ella.
— Pero no me niegues que te entretuviste, ¿viste el vestido de Astrid? Fue maravilloso.
— Astrid tiene los mejores vestuarios que he visto— Tercié en afirmación.
— Ojalá que cuando sea su turno en el Festival del Florecimiento también se vea igual de hermosa— Comentó Alice con inocencia.
Ashley y yo intercambiamos una ojeada nerviosa, la mención del evento me dio un escalofrío que viajó por mis vértebras.
— No tenía idea de que Astrid iba a participar— Dijo Ashley pensando en voz alta.
— Así es, me enteré el otro día.
— Consumes demasiada televisión en este hospital, Alice— Mi amiga frunció el entrecejo.
— Prefiero eso antes que morirme de aburrimiento— Luego de una pausa agregó:— Imagínate que te toque luchar contra ella en una ronda, mi hermana mayor contra una cantante famosa. Quiero creer que vas a apoyar a Ashley, Robin.
Por un momento apreté los labios, incómodo.
— En realidad, yo también participaré en el Festival del Florecimiento.
— Oh, bueno, quizás a ti te toque luchar contra la cantante famosa, en ese caso, más te vale apoyarlo Ashley.
— Por supuesto que lo haré— Ashley rió dulcemente. En el fondo debía desear que Astrid me matara cuanto antes, así no nos tocaría competir entre nosotros en una ronda.
No quise seguir robando más tiempo entre las hermanas.
— Creo que ya va siendo hora de que me vaya— Indiqué y señalé la puerta— Un gusto haberte conocido, Alice.
Tras una serie de despedidas abandoné la sala.
Una vez que la puerta se cerró, lancé un suspiro por los últimos diálogos, la cercana muerte me erizaba la piel.
Habían personas sentadas en sillas en espera y otras que estaban de pasada.
Inhalé profundamente, aún apoyado sobre la puerta. El olor a lavanda y naranja se filtró en mi nariz.
— Oye, Alice, ¿tú piensas que yo me esfuerzo demasiado por lo del festival?
La voz de Ashley llegó desde el interior hasta mis oídos.
— Estoy tan cansada de entrenar todo el tiempo, quisiera simplemente descansar un poco...
No quería escuchar conversaciones ajenas, pero eso me hizo recordar la pelea del día anterior.
— Si pudiera tener una máquina del tiempo para haberte cuidado más, la usaría...
El pleito nuestro no fue algo que se iba a borrar rápido, dejó marcas en ambos.
De lo contrario no estaría aquí, usando una falda, pretendiendo que nadie me miraba raro y susurraban críticas por lo bajo en todos los hechos que narré.

Traidores a la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora