Capítulo 37 🌄

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La pierna de Ashley se movía de arriba a abajo en un frenesí nervioso.

Aguardar sentada a que la matanza comenzara fue una tarea más difícil de lo que consideré.
Robin era el primero en luchar, técnicamente, él debutaría el Festival del Florecimiento. Aunque, probablemente, las personas hablarían de las vestimentas de la Familia Real con la misma importancia que el asesinato que se iba a cometer. Un pedazo de tela se robaría la atención de la sangre que correría, la vanidad humana perdía de foco el crimen.
Mi mamá apoyó su mano con firmeza en mi pantorrilla para que se mantuviera quieta en el suelo.
— Suficiente, ¿puedes parar de hacer eso? Ni que los conocieras tanto— Janet se equivocaba, allí mismo podría perderlo todo. Quizás le debí contar sobre Robin o tal vez se debería normalizar tener empatía con lo extraños. Acto seguido, se comenzó a morder las uñas, intranquila.
En el fondo le molestaban las emociones humanas ajenas a las suyas que las manifestaba inconscientemente porque, de darse cuenta, se reprimiría como lo hizo conmigo.
El estadio giraba en torno de la arena de batalla, en cualquier sitio podías verla.
Lo único que se diferenciaba de lo demás era el palco de la realeza, habían asientos lujosos y, el mero hecho de sentarse allí, te daba un estatus inigualable.
En la estructura interna del estadio se encontraban distintas habitaciones, pero las principales eran la enfermería y la armería, donde cada concursante elegía un arma junto a una armadura para el combate.
Sabía que habían distintos tipos de armaduras, desde algunas de cuerpo completo hasta simples corazas, aunque no creía que nadie fuera a usar una armadura de cuerpo completo, sería humillación social. Por supuesto priorizábamos la imagen pública antes que nuestra propia vida.
La multitud estaba expectante al inicio que parecía no llegar más. Había familias con sus niños intercambiando juegos y risas, algunos hombres adultos en charlas animadas con cervezas en sus manos. Luego, unos pocos adolescentes sacaban fotos con sus teléfonos de última generación.
Todos vestían ropa de casas de moda que podría tener el mismo valor que la producción de una temporada entera de mis cultivos. La naturaleza del campo jamás estaría al mismo valor que una marca lujosa
Aislados de esa burbuja de glamur, estábamos los concursantes con sus respectivas familias, la mayoría muy diferentes a ese ostento. Éramos intrusos en su diversión y a su vez el evento principal; aunque, me pareció ver cómo algunos de los participantes convivían con esas personas. Tal vez se debía a que eran de clases más altas que el resto. Que feo ser "el resto".
Todos los príncipes y princesas eran iguales que una fruta que crecía fuera de estación: excepcionales, y por lo tanto, perfectos. Sus sonrisas, sus miradas, la manera en la que se sentaban, todo era encantador como un imán que atrae a un metal.
Cuando la Familia Real hizo su aparición en el palco supe lo que se estaba por avecinar.
Mi cuerpo contaba con las temperaturas elevadas, no supe si era mi propia tensión la que sofocaba a mi cuerpo.
El sol estaba en su punto más alto, sentía las perlas de sudor en mi frente, me gustaría tener una sombrilla o algo con lo que cubrirme.
— El sol va a terminar matándome primero— Murmuré por lo bajo, malhumorada de nervios— Y todo gracias a que Alice hizo magia...
— ¿¡Cómo dijiste!?— Mi madre pareció escuchar y se giró hacia mí, consternada.
Si no fuera porque la reina Ivonne se levantó de su asiento, hubiese tenido que confesar ciertos secretos.
La Familia Real lucía antigua y jovial, eran el pasado y el presente de Edania, pero, ¿Qué sucedía con el futuro?
Todos los presentes en el estadio nos paramos junto a la reina para cantar el himno solemnemente, yo lo hice para ocultar las verdades.
— Larga vida a la Corona. Sean bienvenidos a este día tan especial que con ansias vimos llegar— El príncipe Crystal tomó la palabra con la cabeza en alto.
Su corona emitía un gran resplandor.
— No te creas que no nos debes explicaciones, jovencita— Murmuró Janet y mi padre asintió.
— Ahora nos vemos honrados con el inicio del primer combate que marcará este Festival del Florecimiento, espero que todos los presentes puedan apreciar la valentía de nuestros ciudadanos. ¡Que pasen los luchadores!
Y mi corazón dio un vuelco al oír una trompeta resonar mientras dos rejas se abrían en cada extremo del estadio y que de una de ellas salía Robin.

Traidores a la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora