Capítulo 26 ⭐

19 5 2
                                    

Finas gotas sobre la ventana de Astrid y burbujeantes emociones sobre su conciencia.

Las nubes lloraron pequeñas partículas de lluvia que despidieron un sonido armonioso al estrellarse.
Cada vez que las gotas caían eran música para mis oídos; algunas emitían ruidos estruendosos, unas más leves, otras sonaban agudas, y al contrario, graves, como si una partitura climática siguieran.
Una caricia aliviadora recorría cada nervio de mi cuerpo, se plantaban banderas de paz a mis tensiones gracias al húmedo clima.
Desde que encontré placer en las melodías de la naturaleza mi vida cambió.
Nada me sentaba mejor que aves cantando, la fluidez del agua de un río y, en especial, la lluvia.
Al igual que se renovaba el aire, se limpiaba mi mente, los trazos del ayer se disipaban y nuevas ideas se avecinaban.
Tarareando una enérgica canción me levanté de la cama, fue el inicio de un nuevo día.
El timbre de la voz de mi padre ingresó a mis oídos, contaba con su presencia en el hogar.
Me acerqué a la sala de estar para dar con él, al ser jueves no era su turno en el hospital.
— Buenos días, alabada sea la magia, ¿cómo dormiste anoche?— Dejó el cuaderno que escribía sobre la mesa y me dedicó una mirada.
Conocía ese pequeño libro muy bien, allí era donde él y yo componíamos canciones.
En "Sword Line" existían tres letras compuestas por los dos juntos, el resto eran en su totalidad mías.
Ese cuaderno nos unió como familia, al expresar mis emociones en forma de canciones él las leía y me entendía.
Era de mi extrañeza la idea de que todo comenzó como un simple deseo de ser escuchada, a partir de aquel entonces, sus páginas eran abiertas para ser leídas ante los ojos ajenos.
— Afortunadamente, dormí bien, la lluvia me revitaliza. Alabada sea la magia.
— Es agradable oír eso, sé que estos días estuviste cansada— Alzó el cuaderno que llené de letras que hablaban de la búsqueda de libertad, canciones que no verían la luz del mañana.
Inspirar la idea de libertad y armonía social, nunca era bien recibido por lo más alto de la cúspide.
Los Barrios silenciaban todo eso, no les convenía que la sociedad se despertara. David era consciente de esa corriente del mercado e impediría por completo que me manifestase en relación de eso. No solo no era libre, sino que estaba condenada a padecer la represión sin vías de escape y manifestaciones en contra.
— Sí, el punto de descanso llega tarde o temprano— Me senté a su lado— Apropósito, ¿andabas cantando algunas de las nuevas que escribí?
— Al contrario, intentaba cerrar el segundo verso de esta— Señaló el espacio blanco de una canción.
— Oh, eso es genial, pero, siendo honesta, David reunió otras canciones para mi segundo álbum así que no te preocupes por terminarla.
Agaché la cabeza, la ácida conversación del otro día atacó mi mente y se inyectó como veneno en mi mente.
— Y eso no significa que detengas lo que más te gusta hacer— Con una sonrisa de oreja a oreja dio unos golpes a la silla de su lado— Vamos, ve a buscar tu guitarra y hagamos arte.
— Está bien, señor Matthew— Bromeé y me retiré a cumplir con su orden.
Segundos más tarde, reaparecí con el instrumento colgado de los hombros.
— He estado trabajando en estos acordes últimamente, no he tenido la oportunidad de presentarlos como idea, y tampoco sé que canción podría ser la adecuada— Inicié a mover mis manos con la agilidad de un gato.
El sonido de las cuerdas de la guitarra rellenaba el espacio de la sala acompañadas del coro de las gotas de lluvia.
Era un ruido suave y tan ligero como el aire, esparciendose en cada rincón de la habitación, hasta en los puntos más desolados.
En ese momento, solo éramos padre e hija compartiendo alegrías y penas bajo el lema de la música.
Mi papá, con gusto reflejado en sus ojos, asintió la cabeza una vez que finalicé de tocar.
— Creo que con la canción que antes tenías incompleta iría genial, te recuerdo que aún no leíste lo que añadí.
— ¿Qué dices si hacemos un duo? Tú cantas, yo toco.
— Acepto, guitarrista Astrid.
A través de sus ojeras reconocía que hoy era su único día de descanso y que prefería invertir ese tiempo conmigo en lugar de holgazanear.
Era por eso que decidí tocar como nunca y transmitir emociones con el mero sonido del instrumento. Era mi única forma de agradecerle, disfrutar a pleno del pequeño momento que compartíamos.
Ambos nos conectamos en melodías mientras el amor parental flotaba en el arte, su voz aterciopelada se amoldaba al ritmo de mis notas.
Lo más difícil que atravesamos juntos fue llegar a la primavera después del invierno que fue la muerte de mi madre.
Ahora, ella estaría orgullosa de que logramos encontrarnos a nosotros mismos durante la línea de fuego del duelo.
Lo más duro de pensar fue que, a través del dolor de la pérdida, encontré mi pasión por la música, la caída me llevó a una nueva cumbre de mí misma; sin esa desgracia, no estaría donde estaba ahora.
No agradecía que el fallecimiento de mi mamá me haya llevado a ser cantante, solo lo consideraba un hecho que tuvo que pasar y que solo quedó aceptarlo.
En su momento estuve furiosa. De toda la gente del mundo, ¿por qué mi mamá tuvo que padecer ese destino cruel? Pero con el tiempo me di cuenta que gastaba demasiado tiempo amargando mi vida con enojos sin solución y fue cuando empecé a escribir canciones, bajo el consejo de una persona especial, para liberar mis sentimientos.
Poco a poco solté una pizca de dolor al espacio hasta que acepté que se acabó y se consolidó una nueva constelación en mi vida.
Luego solo pensaba en las cosas que le gustaría y lo que opinaría. El mundo perdió color cuando lo abandonó, pero pude encontrar felicidad en el blanco y negro.
Al mismo tiempo que Matthew cantaba, mi mente estaba más allá de las paredes beige, pintadas por mi madre, que nos rodeaban; sin embargo, la llegada de su nuevo verso me atrajo de nuevo al plano físico.
En la letra logró encapsular la esencia en un juego de sentidos destacable, su talento con las palabras era inigualable. Si no fuera por la presión de sus padres, no hubiese estudiado medicina y sería un fanático de la música.
— Pienso que eso fue fantástico— Exclamó el contrario con los ojos brillantes de emoción.
— Yo también...— El repentino sonido de una notificación de mi celular me interrumpió en seco.
«Buenos díaas, As, quería avisarte que he vuelto antes a Battletown y ansío verte de nuevo, le pedí al taxi bajarme en el templo de Pearl, si aceptas dime y te espero<3»
Y sin duda alguna, quise reunirme después de un largo mes de no ver a mi pareja.

Traidores a la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora