02. Con vistas al mar.

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Aún estaba desconcertado por la escena de película americana que le había tocado vivir; él sería el protagonista, ya anciano y cascarrabias, que acabaría de llegar a su nueva casa recién comprada y reformada con lo ahorros de toda una vida, con la intención de pasar sus últimos años en la tranquilidad del pueblo, sorprendiéndose por la presencia de un ocupa que le chantajearía con permanecer desnudo si no le hacía entrega de cada una de sus propiedades, y él tan viejo y conservador, le tiraría las llaves a la cabeza y saldría huyendo de allí con toda la rapidez que le permitieran sus rodillas huesudas y su andador ortopédico.
No lo juzguen, era artista, uno muy creativo y que tenía mucha imaginación.

Eso le habría gustado hacer a Juanjo, quizás no le tiraría las llaves a la cabeza; no era tan impulsivo. Aunque sí las volvería a dejar debajo de la maceta de donde las cogió, y también trazaría el camino de vuelta, muerto de vergüenza, ciertamente tan conservador y escandalizado como para no poder quitarse de la cabeza la imagen del culo desnudo del desconocido durante todo el trayecto de regreso.

Sin embargo, el culo de Martin ya estaba, por suerte o por desgracia, cubierto por un bañador, y se movía de forma graciosa de un lado a otro enseñándole la casa a Juanjo. Así definía Juanjo sus movimientos: graciosos.

El recién llegado se sorprendió por el interior de la villa, aún más grande de lo que parecía desde fuera y con esa estética antigua que solo se encuentra en las casas de pueblos, por mucho que los interioristas modernos intenten imitarlo en un pisucho de cuarenta metros cuadrados en la zona más adinerada de Madrid. Los techos eran altos, al igual que los ventanales infinitos que comunicaban con el jardín, por donde entraba una luz natural perfecta. El salón era amplio y tenía tres sofás colocados estratégicamente en forma de L frente a la chimenea de piedra; se sorprendió al no encontrar ninguna televisión en el salón, supuso que quizás las habitaciones contaban con una propia. La cocina se encontraba a unos pocos pasos del salón, era grande, con una mesa rodeada por sillas de madera en el centro de la estancia, y conservaba esa aura de hogar antiguo, con un horno de piedra que Juanjo juraba no haber visto nunca antes y una vitrocerámica de fogones en lugar de placas táctiles. Martin, tras dejar que Juanjo observara detenidamente la zona, salió indicándole el camino hacia las habitaciones, dejando la cocina y el salón a un lado. Juanjo había visto algunas puertas más en la misma área donde estaba la cocina, que en un principio pensaba que serían las habitaciones, pero cuando Martin comenzó a guiarle hasta la otra punta de la casa, supuso que se trataría de algún cuarto para orden o almacenamiento.

Cruzaron nuevamente el salón, llegando a unas escaleras en un rincón de la casa. Martin hizo un movimiento para que Juanjo lo siguiera arriba. Este, miró con fascinación el lugar conforme subían, todo recubierto con madera natural que desprendía olor a bosque abierto, acompañado por una suave fragancia a menta fresca que llenaba sus fosas nasales, aunque adivinó que ese aroma provenía del chico que estaba haciendo de guía. El del culo.

—Las habitaciones para invitados solían estar en la planta de abajo, pero cuando mis padres se mudaron, Violeta hizo unos pequeños cambios.

La voz del chico era suave, aunque dejaba ver cierta diversión en la misma, como si todo lo que dijera tuviera un significado oculto que estaba a punto de descubrirse. Así fue, Martin dejó de hablar para abrir una de las puertas de la planta de arriba, dejando a Juanjo sin palabras por un segundo. Ahí estaba el significado oculto de sus palabras, en aquella habitación con vistas al mar a lo lejos, escondido entre árboles frondosos y de color verde esmeralda iluminados por el sol de la tarde. Ni siquiera se detuvo a analizar la cama infinita a los pies del ventanal, el suelo de madera oscura y la estantería repleta de libros, debido a la fascinación por las vistas. Casi se le olvidó la entrepierna desnuda del chico a su lado. Casi.

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