OASIS

37. El destello.

La última noche que compartieron se mantendrá para siempre en secreto, como un obsequio o compensación por toda la intimidad robada y vendida al público de una forma tan injusta. De nada valdrían sobornos o chantajes: esta vez, nadie narraría la escena que se desarrolló entre las paredes de aquella casa. Por primera vez, el relato se volverá egoísta con el lector y no le dará lo que viene buscando. Ojalá el resto del mundo les tenga tanto cariño como para entenderlo; ellos se merecían una despedida para coexistir juntos por última vez sin que nadie pudiera saber de sus deseos y promesas, y yo me he encargado personalmente de ello. Un agradecimiento por vivir en mi mente desde hace meses y haber adornado todos los rincones con amor.

Para mantener la calma, he aquí un pequeño párrafo a modo de flashback. Martin aceptó la súplica de Juanjo porque estaba tan desesperado como él ante la idea de acabar con todo. Juanjo dejó escapar un par de lágrimas rebeldes después de que Martin le hiciera el amor en el sofá y le dijera, no solo una, sino varias veces, que le quería mucho. Martin le besó las mejillas húmedas y, recostado sobre su pecho, escuchó a Juanjo divagar sobre alguna que otra cosa que él ya imaginaba, nada nuevo. Se besaron y se acariciaron hasta que la noche dejó de serlo, hasta que aparecieron los primeros destellos del día.

Ellos habían decidido que fuera así. Algunos estarían de acuerdo y otros pensarían que era un sinsentido, pero ellos prefirieron que fuera así: que la noche permaneciera siendo igual de íntima como todas las que habían compartido y que fuese la mañana la que trajera consigo la revelación. Solo una noche más para ser lo que habían sido desde que se conocieron.

Durante el trayecto en autobús hacia la villa la mañana siguiente, aún estaban resguardados por la sombra de la nube de ignorancia que la noche anterior decidieron agarrar y arrastrar por los bordes cuando empezaba a difuminarse sin precedentes. Martin, recostado sobre su hombro, leyó para Juanjo otro pasaje del poemario de su abuela.

"Soneto 61" de Francesco Petrarca.

"Bendito sea el día, el mes y el año,
y la estación, y el tiempo, y la hora, y el momento,
y el hermoso lugar en que fui alcanzado
por los dos bellos ojos que me han atado."
[Transcripción al castellano].

Le dobló la esquina a la hoja para volver a ella cuando necesitara recuperar a Juanjo entre las páginas.

Se encontraron a Violeta sentada en el jardín, acariciando el pelaje del perro recostado entre sus piernas. Ella miraba al frente, a algún lugar difuso, antes de percatarse de la presencia de los chicos. Con cuidado, alejó el cuerpo del animal del suyo para que descansara sobre el césped, mientras ella se ponía en pie y se acercaba a la entrada de la villa.

— ¿Qué tal? —preguntó ella, con voz cautelosa mientras trataba de identificar sus expresiones—. ¿Estáis bien?

— He estado mejor antes —fue todo lo que pronunció Juanjo, con una sonrisa lastimera en los labios. Ya no volvería a mentir a la cara de nadie; no estaba bien.

Martin no habló. Se arrepentía de haberse dejado llevar por la tensión del momento y haberle gritado como lo hizo la noche anterior. Tenía que encontrar el momento para disculparse con ella por sus formas. Violeta le había mentido y ocultado cosas importantes, pero sabía que tendría un motivo justificado que él no dejó que explicara porque no quería oírlo entonces. Sabía que su hermana nunca actuaría a sus espaldas si no fuera estrictamente necesario. Además, él nunca podría guardarle rencor por nada después de haberle devuelto la vida.

Martin no quiso estar presente mientras Juanjo hacía las maletas en su habitación; esa imagen sería suficiente para torturarse durante el tiempo que tuviera que conformarse con imaginárselo. No podría ayudarlo a doblar las camisetas ni aquel tejano gris que guardaba un recuerdo entre los nudos del tejido; no sería capaz de empacarle en la mochila los cómics que guardaba en el cajón de la mesita de noche ni de guardar las sábanas sobre las que se besaron por primera vez en el fondo del equipaje.