09. Un viaje en moto.

4.4K 366 238
                                    

Martin.

—¡No es verdad!

"Te he visto, Juanjo. De hecho, te he visto mucho. Qué maravilla. Y todo eso por mí. Wow".

—Sí que lo es.

—Que no.

"Que sí, Juanjo, te lo prometo. Te has excitado de verdad, que yo lo he visto. ¿No te acuerdas? Estabas muy rojo, tirándote de esa camisa tan transparente que llevas, cubriéndote con las manos... sí, sí. De verdad, me acuerdo bien. La verdad es que voy a intentar guardar esa imagen en la cabeza durante un tiempo. Espero que no te importe. Pero relájate, no me incomoda en absoluto. Aunque la próxima vez, no te cortes. Ha sido un desperdicio que hayas salido corriendo de mi habitación. Podríamos haber pensado en algo para calmar el asunto".

—Que sí. Y súbete ya a la moto. Intenta controlarte esta vez. Sé que soy irresistible, pero sé respetuoso. Invítame a salir o a cenar antes.

"O no. No me hagas caso, solo quiero ponerte nervioso. Porque esas mejillas rosas... ya sabes. Ya lo he dicho alguna vez, que me ponen. Pero me dejaría hacer sin cena ni cita previa. De hecho, si vuelve a pasar algo parecido a lo de hace unos minutos... quizás me lance. A juzgar por ese bañador abultado, no creo que te negarías. Aunque bueno, antes seguiría molestándote un poco más para ponerte nervioso. Esto es divertidísimo".

—No voy a montarme.

—Ah, prefieres andar para que te vuelva a circular la sangre. Está bien. Puedo ir delante de ti para que mi culo te amenice el camino.

—Eres realmente insufrible.

"Y tú bien guapo, puestos a describirnos".

—¡Acéptalo, no pasa nada! Es un acto reflejo porque estoy bueno. Lo entiendo. Ha sido inesperado, sí, también para mí, pero agradezco sentirme deseado. Es un halago que te hayas...

—¡No te deseo! Cállate, en serio, esto es muy incómodo. Dime dónde está la playa e iré yo solo más tarde.

—La cala está a unos seis, siete kilómetros de aquí. Confío en esas piernas largas que tienes, pero no creo que sea buena idea ir andando. Móntate, prometo comportarme. Bueno, si quieres que me comporte, claro.

Juanjo rodó los ojos y se acercó al vehículo. Hizo lo posible por seguir ocultando la tirantez en el bañador mientras Martin seguía bromeando sobre ello. Lo había pillado. Estaba tan nervioso que no disimuló nada bien. Se maldijo entre dientes mil veces mientras veía la sonrisa divertida de Martin y las miradas acusatorias a la palma de su mano que intentaba ocultar lo evidente. Sabía que no tenía escapatoria, y claro, Martin no iba a dejarlo pasar así como si nada. Juanjo se montó detrás de él, intentando no hacer contacto con el cuerpo de Martin, pero la moto era tan pequeña que se veía ridículo tratando de encajar las piernas sin tocarlo. Ya estaba demasiado rojo como para protagonizar otra escenita subida de tono. No era lo que quería. Martin lo miró por encima del hombro, le sonrió de nuevo con una mueca traviesa y puso en marcha la moto.

—Puedes acercarte, te vas a caer. No muerdo.

"Porque no quieres. Si quisieras..."

—Ni una sola palabra más o te juro que me tiro en marcha.

—No, hombre. Está tan dura que te la partirías en dos.

Martin puso rápidamente en marcha el vehículo y Juanjo, en su frustración, de verdad intentó tirarse en marcha. Pero lo único que logró fue quemarse la piel del tobillo con el tubo de escape de la moto. Se recolocó en el asiento, golpeando impulsivamente el hombro de Martin, quien ya había incorporado la moto a la vía.

OasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora