13. Una cena, una cita.

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Juanjo.

Para cuando quiso preguntar, Martin ya salía de su habitación directo a la ducha. Solo tenía que seguir una indicación: ponerse guapo. No le había dado opción a negarse, y tampoco es que tuviera pensado hacerlo.

"¿Qué consideras 'ponerte guapo'? ¿Tal vez un pantalón chino? Vaya estirado. No, nada de chinos. ¿Esto...? Qué horterada, ¿cuándo me compré esto? Ni hablar de esas camisas. ¿Y qué zapatos? Solo traigo chanclas. Ah, y unos mocasines. ¿Para qué mierda iba a usar mocasines en un lugar de desconexión? Soy gilipollas. Vale, de esto nada... bien, pues me queda la camiseta del pijama. Ahg. Voy a quemar toda esta ropa. Mañana mismo le digo a Martin que me acompañe al pueblo a comprar nueva. Sí que soy pijo, tenían razón. ¿Qué llevará Martin? ¿Se pondrá guapo él? Qué tontería, como si tuviera que esforzarse. Llevará otra camisa de las que usa normalmente, ¿de qué color? Ojalá sea la azul turquesa, es mi favorita, le resalta los ojos. ¿Qué estoy diciendo? Estoy desvariando. Mira, esto mismo. ¿Bien, no? ¿Guapo? ¿Aceptable? ¿Mocasines? ¡No! No puedo más. Chanclas. A la mierda. ¿Me peino? Estoy bien así. Un poco de cacao. Por si acaso. ¿Por si acaso, qué? Estúpido. Relájate".

Martin le esperaba en el jardín. Cuando bajó, Chiara y Violeta revoloteaban entre el jardín y la cocina, poniendo la mesa con alegría desproporcionada. Le hubiera preguntado a Martin a qué se debía que las chicas estuvieran comportándose como quinceañeras si no fuera porque se le secó la garganta al verlo. La azul turquesa, sí. Y un pantalón de tela de lino blanco con la anchura perfecta para marcar justo lo necesario de su cadera, muslos y piernas. Él también iba en chanclas, pero esto os lo cuento yo porque Juanjo no prestó ninguna atención a ese detalle. Estaba demasiado ocupado en otras partes. En la cara y los hombros, por ejemplo, apuesto a que empezabais a malpensar.

"Creo que no has estado tan guapo nunca desde que te conozco. Y me da miedo, porque aún nos quedan muchos más días por delante y seguramente mañana me sorprenda viéndote aún más guapo que hoy. Madre mía, esto suena fatal. Suena como a... no sé. ¿Flechazo? Qué más da. Hoy me da igual todo. Si ya lo sabéis. Que me encanta. Lleváis dentro de mi cabeza trece capítulos, no os vais a sorprender ahora".

Juanjo no podía hablar, por lo de la garganta seca, pero sí podía pensar. Mucho. Empiezo a pensar que demasiado. Lo siento, culpadle a él, no a mí, yo solo soy una narradora omnisciente. Bueno, os dejo con los chicos, que se van de cita.

"¿¡Cita!? ¿Has dicho cita?"

¡Cena! Eso. Quería decir cena. Perdón.

—Por fin. ¿Por qué has tardado tanto?

—No sabía qué ponerme.

—Pues cualquier cosa.

—Estaba indeciso porque me habías dicho que me pusiera guapo.

—Pues eso, cualquier cosa.

Juanjo se sonrojó. Además de por el cumplido, por la naturalidad con la que salió de los labios de Martin, como si fuera tan obvio que le quemara en la lengua. Martin pensaba que Juanjo estaría guapo con cualquier cosa, y Juanjo nunca había estado tantas veces con la cara roja como en los últimos días.

Martin volvió a conducir de camino al pueblo, con un Juanjo alterado en el asiento de atrás, pues la brisa le chocaba de frente, y la brisa olía tanto a Martin que empezaba a marearse. Pensó en acercarse un poco más. Bueno, pensó en enterrar la nariz en el hueco del cuello de Martin, pero lo descartó como pensamiento intrusivo. Pero sí que le apetecía inclinarse un poco hacia él; todavía olía a champú de menta y a gel de coco, el que tenían en el baño. Pero en él olía más, mejor.

Para cuando llegaron al pueblo, empezaba a anochecer. Juanjo se relajó durante los últimos minutos en la moto, admirando el sol esconderse por detrás del horizonte del mar. Y miró un poco también a Martin, porque la luz anaranjada del atardecer le combinaba con la camisa azul que llevaba, y que ondeaba por el viento dejando entrever trozos aleatorios de su piel, que Juanjo empezaba a pensar que podía ser algo adictivo. Al menos para él, que por más que lo intentaba, no podía dejar de mirarla. Mirarle a él.

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