Juanjo.
No llevaban toalla. Ni bañador. Ni otra muda de ropa. Pero tenían calor. El mar estaba tranquilo y cálido esa noche. Y, sobre todo, tenían ganas.
Martin fue el primero en acercarse a la orilla, dejando los zapatos en un lugar donde las olas no pudieran alcanzarlos. Se remangó los pantalones hasta los gemelos, para no mojárselos demasiado. Juanjo observaba cada uno de sus movimientos, mordiéndose inconscientemente el labio.
"He bebido demasiado. Demasiado para ser yo. Hacía meses que no bebía, pero sienta bien vivir sin la preocupación de que alguien pueda juzgarme por hacer lo que haría cualquier tío de mi edad: tomar un par de copas con un chico guapo sin que nadie te haga fotos o especule sobre tu vida privada. Sienta genial. De hecho, quiero bañarme también. No puedo hacer esto en Madrid. No me apetece hacer esto en ningún otro lugar ni con ninguna otra persona ahora mismo. Martin, vamos a bañarnos".
—Vamos a bañarnos —dijo en voz alta.
Martin lo miró divertido, con esa expresión en los ojos y las cejas que siempre dejaba a Juanjo sin aliento. Sonrió, mostrando los dientes. Sus ojos brillaban, siempre lo hacían. Pero esta vez brillaban incluso con más intensidad que la propia luna, o al menos así lo percibía Juanjo. No podía apartarle la vista. En alguna ocasión ya había mencionado que le resultaba adictivo, pero quizás estaba incluso obsesionado con el tono de su piel, de sus labios, de sus ojos. Con lo largas que tenía las pestañas. Con sus cejas gruesas. Con la cicatriz en su nariz. Con ese pendiente que nunca había relucido tanto como en ese momento, bajo la luz blanca de la luna.
"Me estoy volviendo loco".
Martin dio el primer paso. Se desató el lazo del pantalón de lino claro que llevaba y, después, se desabrochó otro botón de la camisa. Observó la reacción de Juanjo, y cuando este lo imitó desabrochando el botón de sus vaqueros, Martin terminó por quitarse la camisa por completo y la lanzó lo suficientemente lejos de la orilla para que el mar no se la llevara. Juanjo, con los dedos torpes y alguna risa tonta producto del alcohol, luchaba con su ropa. Optó por bajarse primero los vaqueros, tirándolos a un lado. Luego, frustrado por no poder abrir todos los botones de la camisa, resopló.
Martin lo miró con una ceja enarcada y dio un paso hacia él, encarándolo. Lentamente, alzó una mano y, buscando permiso con la mirada, se acercó a la piel semidesnuda de Juanjo para ayudarle con los botones. Juanjo asintió, notando un nudo en la garganta y un calor intenso en la parte baja de su vientre. Martin estaba más cerca que nunca, y ahora le estaba tocando. La piel del bajo abdomen de Martin rozaba la suya, casi de manera dolorosa. Quería sentir todo su cuerpo contra el suyo.
Los dedos de Martin no tardaron más de unos segundos en abrirle la camisa a Juanjo y liberar su pecho, pero fueron suficientes para que el suave y cálido tacto de sus dedos le hiciera cosquillas en el vello del pecho, despertando en él un deseo ardiente. Como si lo supiera, Martin le regaló una última caricia después de deslizarle la camisa desde los hombros hasta las muñecas, posando sus manos sobre las clavículas de Juanjo y dando un ligero apretón que lo dejó mareado.
Juanjo casi protestó cuando Martin se apartó para terminar de desvestirse él mismo. Quiso gritarle que volviera a tocarlo, que quería más, pero no lo hizo. Quizás le hubiera hecho falta otra copa para atreverse.
Se miraron con los tobillos ya hundidos en el agua. Ambos en ropa interior, con la piel erizada por la brisa, aunque con un calor interno que ni siquiera el agua fresca sería capaz de aliviar. Se repasaron con la mirada, sin vergüenza; Juanjo había perdido la suya tras la segunda copa de vino y Martin nunca la tuvo. Se miraron de arriba a abajo, y les entró la risa, porque, en realidad, era divertido. Estaba siendo divertido jugar a que nada importaba, a que nadie los veía, a que eran irrelevantes en el mundo. Se miraron una vez más, sin hablar, pero entendiéndose con la mirada, y como si lo hubieran acordado, ambos se inclinaron para quitarse la última prenda que les cubría y la dejaron en la orilla, entrando al mar completamente desnudos.
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OASIS
FanfictionDonde juanjo, un cantante muy popular en la industria musical, se ve involucrado en un escándalo mediático que amenaza con destruir su carrera. Buscando huir de los focos, acaba refugiándose en un pueblo perdido a orillas del mar. o Donde martin, un...