Capítulo 5

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El silencio era aterrador. Se podían oír nuestras respiraciones temerosas y nuestros pasos lentos, y el calor, el calor era terriblemente abrasador. Las calles estaban llenos de autos abandonados, chocados y quemados, pero oxidados y viejos, por todo el tiempo que habían estado abandonados. Ninguno servía por supuesto. Ya teníamos más de hora y media que habíamos salido del refugio y nos habíamos quedado en silencio total. Nos volvimos parte de la nada de nuestra ciudad.

—Así que ya salimos ¿Qué sigue genio? —me preguntó Cristina mientras me acercaba a un viejo tráiler que tenía cajas dentro.

—Salir de la ciudad, obvio, sería el paso más lógico, ¿No crees?

—Aja, y te has puesto a pensar como lo haremos. La única salida es el puente que conecta con la otra ciudad y justo en ese lugar hay cazadores.

Básicamente nuestra ciudad está dividida en tres zonas controladas por: Cazadores, Ejercicito, Las sombras. La zona de las sombras era la más pequeña y normalmente se concentraba en el centro de la ciudad pero ahora se encuentran en los suburbios, o al menos eso fue lo último que supimos, hace meses. La zona del ejército es nuestro refugio y no más. Y los cazadores se encuentran en cualquier zona de la ciudad, suburbios, centro, o donde puedan. Ellos son los que no quieren formar parte del sistema de deudas que creo el ejército y por lo tanto roban, asaltan y matan para conseguir sus provisiones. Pero al igual que nosotros, también son sobrevivientes. Y para nuestra mala suerte ellos se encuentran, en gran parte, en el puente de la ciudad, nuestra única salida.

—Estoy abierto a sugerencias —le digo mientras le lanzo una botella de agua que encontré en una caja del tráiler.

—Tal vez si cruzamos el río.

—¿Cómo?

—No tengo idea, solo sé que no quiero cruzarme con cazadores.

—Ja, y que te hace pensar que yo si. —le digo mientras bajo del camión y continuamos caminando.

—Bueno entonces nuestro único plan y el más factible es matar a los cazadores y largarnos. Adoro tu plan, por eso tu siempre estas al mando —me lanza una mirada burlona y su tono sarcástico y burlón como su mirada.

—Ja ja, sé que me adoras no tienes que decírmelo.

Y se trepa sobre mi espalda mientras ríe y yo sonrió. Llevo siendo amigo de ella casi desde que empezó todo, y es la única persona con la que me puedo sentir yo mismo, con la que rio y lloro y hago todo tipo de cosas, a pesar de su carácter, es dura pero sensible y divertida en el fondo solo es cuestión de saber cómo tratarla y todo ira bien con ella. Es mi mejor y única amiga. En ocasiones me recuerda a mi mejor amigo Tomás, el que era mi único amigo importante antes de la invasión y para ser realistas muy probablemente esté muerto ahora y aunque suene cruel no me afecta, tal vez porque una parte de mi confía en que sigue vivo.

—Si, te adoro —dice aún riendo y después guarda silencio—. No puede ser.

—¿Qué? —digo mientras la volteo a ver, no me está viendo, está viendo al frente. Sigo su mirada y me encuentro con algo que no me había percatado. Ya no hay más camino. La calle está bloqueada por un autobús estrellado en una pared y sobre el un viejo poste de madera tirado.

—Bloquea todo el camino —dice Cristina quitándose el pelo de la cara—. Debemos rodearlo.

—De acuerdo —probablemente lo hayan puesto para bloquear todo el camino y evitar que alguien o algo pase así que me pongo a buscar un sitio por el cual nos pudiéramos meter para así salir de esta calle.

Justo a un lado de nosotros hay un edificio de apenas dos pisos, el segundo ya no tiene pared.

—Entremos ahí —le digo a Cristina señalando el edificio—. Te ayudo a subir.

La última esperanza Parte 1 (The last hope #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora